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Seis spots en Bogotá que sudan engrudo y crítica sociopolítica

Desde los primeros años del siglo XIX, en tiempos de lucha por la independencia, el cartel es una forma de comunicación, evolucionando después a la publicidad política y a ser una expresión artística de los jóvenes. Cámara en mano, nos dimos el bote por algunos muros en los que el cartelismo se ha hecho un lugar en la ciudad gracias a artistas como Carsal, Erre, Darares, Toxicómano y otros más.

Daniel Fandiño / @sinsecuencia

El cartel es un grito en la pared. No importa si está firme en la fachada de una universidad, resistiendo a la inclemencia del clima en la pared de una casa abandonada o despegándose en un muro de ladrillos. Por su material, el tiempo de exposición del cartel es limitado y por eso los artistas que practican el cartelismo le apuntan a un contenido penetrante y fácil de digerir. Para definir la visualidad y la argumentación de estas ‘armas de construcción masiva’, el uso del diseño gráfico también resulta clave.

 

 

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Cartel publicitario, 1902

 

Bogotá está llena de gritos en forma de carteles, una expresión artística que puede asociarse con el surgimiento de la imprenta (siglo XV) y cuya finalidad es diseminar una opinión por las ciudades. Para Paula Ronderos, historiadora y experta en temas de ciudad y gráfica, los carteles aparecieron inicialmente como un elemento de comunicación social, sobre todo de resistencia política y de manifestación colectiva. En Colombia, iniciando el siglo XIX y en medio de todo el proceso que consolidó al país como una república independiente, surgieron unos proto carteles cuyo contenido era solamente texto y se pegaron en diferentes calles de las ciudades. Desde entonces, los carteles ya se dejaban ver como una propuesta de comunicación gratuita, que no solo se manifestaba en busca de cambio y revolución sino que también, partiendo de su carácter más funcional, buscaba prestar un servicio o solucionar diferentes problemas: la búsqueda de la suerte, del amor, del dinero, o alquilar utensilios domésticos y encontrar a la mascota perdida.

 

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Otra de las aristas que se desprendió del cartelismo ocurrió en los años treinta, ya más gráfico y cercano a la publicidad, y cuyo terreno de acción fue la política nacional. “Los carteles empezaron a proliferar como publicidad política pagada y como un mecanismo de difusión de ideología de los partidos políticos”, explica Paula. En los años ochenta, cuando se une el ‘paste up’ con el diseño gráfico universitario, figuraron nombres como el de Dicken Castro, uno de los pioneros de la disciplina en el país. En ese momento, se fortalece una idea pensada para habitar muros de la calle, y salen a la luz el cartel del dirigente liberal Luis Carlos Galán y el de Bernando Jaramillo Ossa, quien fuera candidato presidencial por la Unión Patriótica. Ambos se configuraron como íconos de la gráfica pensada desde la dimensión política para existir en espacios de divulgación urbanos.

(También le puede interesar ‘Las calles son nuestras: La revuelta gráfica’: un compilado de carteles de Mayo del 68 y su reinterpretación de la realidad nacional’)

A pesar de haber carteles técnicamente destinados a la mercadotecnia, desde finales de los noventa y comienzos de los 2000, se dio inicio a un proceso más vinculado a la masificación del cartel de engrudo. Además de una construcción gráfica más trabajada con técnicas como el esténcil y la serigrafía, se le metio una lógica mucho más económica. La escena se dio inicialmente en Cali y Bogotá con ejercicios como los de Visual Gore y el Excusado PrintSystem. La idea de expresar una idea como herramienta para combatir la inequidad y expresar el descontento asociado generalmente a decisiones de carácter sociopolítico, llevó a que muchos artistas estén camellándole al cartelismo, destacándose Inzano, Carsal, Ache HTM, Stinkfish, Erre, Darares, Jah War, Ferizuku, Cosmo, Toxicómano y Chirrete Golden.

 

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Arte de Jah War y Cosmo

 

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Estos artistas, y muchos otros que pasan más desapercibidos, se la juegan en las paredes buscando versatilidad a la hora de crear y reproducir. Por su capacidad de adaptarse a muchos espacios, lo económica que resulta frente a otras técnicas y el poco tiempo que toma ejecutarla en las calles, muchas veces tienen que lidiar con las autoridades, incluso bajo la amenaza de ganarse un ‘upejotazo’ y pagar una multa de $196.720. Uno de estos artistas es Ferizuku, quien lleva cinco años camellándole al cartelismo: “Creo que esta técnica es muy diferente del sticker art y el muralismo en muchos niveles, pero en esencia comparten los mismos fines y ambiciones”, asegura este vieja data del ‘paste up’ colombiano.

(Conozca más del trabajo de este artista: ‘Ferizuku le pega una bofetada a la sociedad con su ‘paste up’)

Por su parte, Inzano, un artista local que bombardea con sus stickers las calles desde 2013, y hace poco más de un año con sus carteles, se siente atraído por el tamaño en el que se puede realizar un cartel y la manera rápida de llevar a cabo las intervenciones. “Yo cada cartel lo pinto a mano, entonces cada uno lleva un poco de mi tiempo y no quedan completamente iguales, lo que me parece favorable. Además, a diferencia del sticker, un cartel es fácil de ver a gran distancia”, explica.

 

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Para que se fije como la movida del cartelismo sigue ganando en terreno en Bogotá, nos pasamos por los diferentes spots que reúnen el trabajo de los virtuosos del ‘paste up’ capitalino, muros en los que (si usted le camella a esto), puede pegar sus carteles o puede pegarse la ida y sentir con sus ojos esta expresión artística.

 

Asilo Bar (Calle 39 con Avenida Caracas)

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Este spot se ha convertido en uno de los espacios más apetecidos para dar los brochazos con engrudo. En los muros de este bar se puede observar el camello de artistas como Ache HTM o Darares.

 

Calle 53 con Carrera 15

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A pesar de estar ubicado en un local comercial, este espacio les ha permitido a artistas como Carsal o Stinkfish exponer su obra, por lo general con un alto contenido de crítica sociopolítica.

 

Calle 32 con Carrera 13

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Este es quizás uno de los spots más atractivos de la capital donde el buen ‘paste up’ se hace evidente con obras de artistas como Toxicómano o Inzano. Además, por si fuera poco, media cuadra más hacia el sur hay otro espacio que pareciera ligarse al primero. Sin duda, un buen lugar para experimentar y pegar carteles.

 

Calle 12c con Carrera 7

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Es uno de los spots más cargados del centro de Bogotá, con la obra de distintos artistas este muro habla y se presta como galería para que carteles ya representativos como El abuelo de Carsal sean parte del diálogo entre los ciudadanos y su paisaje urbano.

 

Calle 57 con Avenida Caracas

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El trabajo de artistas como el boyacense Chandu o el australiano Crisp le dan fuerza a un muro que está infestado de carteles en una de las esquinas más particulares de la ciudad, que entre mariachis y compraventas da paso además a la expresión artística local.

 

Las Aguas

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Este espacio ubicado en el centro de Bogotá, una de las zonas con mayor multiculturalidad en todo el país, está infestado en su mayoría por carteles publicitarios que hoy, en pleno siglo XXl, continúan vigentes.

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