Las chicas rudas e introspectivas de Daniela Ramos
Esta joven ilustradora bogotana se pregunta constantemente por el rol de la mujer en la sociedad y con sus trazos color pastel busca una respuesta a estas inquietudes. El descontento es uno de los sentimientos que más reflejan sus dibujos, por eso no es raro encontrar caras de pocos amigos y sonrisas marchitas. Conozca aquí su trabajo, que también explora con el arte urbano y el diseño de moda.
Mientras participaba en un festival de arte urbano en Medellín, Daniela Ramos –Darares 93- vivió una situación que la llenó de enojo y frustración: un desconocido la abrazó, sin su consentimiento, y la forzó a besarlo mientras ella pintaba un mural. Esos sentimientos se tomaron su cuerpo y mente, y la hicieron reflexionar sobre su espacio en la sociedad: “¿por qué, por el hecho de ser mujer, estoy en esta posición tan extraña?, ¿qué voy a hacer para cambiarlo?”, fueron algunas preguntas que se hizo. Si bien el hecho no derivó en una pieza gráfica concreta, a manera de catarsis, acciones como esta suelen ser el motor de sus ilustraciones: chicas paradas, pero a las que les sobran sentimientos, y que reflejan su inconformidad por el rol de la mujer en la sociedad.
Esta ilustradora de 24 años supo desde pequeña que lo suyo era el arte y, a pesar de que no pudo estudiar Artes Plásticas, encontró en el Diseño Gráfico la respuesta a sus inquietudes. “Gracias a la universidad –la Corporación Universitaria UNITEC- descubrí la ilustración y me interesé mucho en la creación de personajes. Ahí me di cuenta que podía hacer todo lo que quería”, afirma.
Por más que lo trató en sus inicios, hace ocho años, Daniela no pudo dibujar algo que no se pareciera a ella, no se pudo desligar y terminó por aceptar que ella misma era la esencia de su propuesta, y que estaba bien que lo fuera. Eso ha derivado en un trabajo introspectivo, íntimo y subjetivo. “Normalmente muestro a mis personajes como chicas muy duras, pero al mismo tiempo tienen elementos que son muy sentimentales como los corazones tristes y las caritas, que son los que hacen que ellas muestren lo sensibles que son, como yo. Es algo que últimamente veo que nuestra generación trata de demostrar: que nada nos importa, que nos vale huevo todo, pero realmente sí nos importa, estamos ahí con el sentimiento y eso me gusta reflejarlo”, cuenta.
Todo su proceso ha sido una constante evolución y búsqueda de su identidad como artista, una búsqueda sin final y que el año pasado le permitió encontrar en la mujer el elemento que le permite gritarle al mundo todo lo que quiere decir, sin sentirse lejana a su arte, y viéndose reflejada en cada trazo. Pero las mujeres que desarrolla Daniela no son un derroche de feminidad y delicadeza; al contrario, están representadas con ropa y peinados extravagantes que reflejan la juventud de hoy, donde sentirse y ser diferente es lo importante.
“Quiero que se note que ellas son distintas, que no son las típicas chicas que uno ve en las ilustraciones, que son todas lindas y florales. No me gusta porque es algo complaciente, entonces las visto de forma distinta para puedan hacerse preguntas sobre ellas, para pensar que tienen una vida”, explica. Pero como la personalidad de sus chicas no se depende simplemente de la ropa que llevan puesta, no es raro verles una mala cara o una sonrisa desdibujada en el rostro. Para Daniela es clave trabajar en la expresión facial de sus chicas para que la gente vea más allá de un dibujo lindo con una pinta rara, y se identifique del todo con la pieza que tiene en frente.
La dualidad del ser también es una característica importante en sus personajes, viéndose reflejada en la elección de la paleta cromática. El uso del blanco y el negro en sus comienzos, significaba la luz y la oscuridad que los seres humanos poseen, sin dejar de lado el amarillo como representación de los momentos de lucidez. Ahora, guiada por la intuición en la mayoría de los casos, prefiere usar colores pasteles, entre los que destacan el rosado y el azul.
Para darles fuerza a los colores, Daniela prefiere la ilustración análoga por encima de la digital, pues cree también que el encanto y la magia del trazo sobre el papel jamás serán reemplazados por la línea limpia y en ocasiones monótona que el computador permite. Por eso, su proceso empieza con el boceto a lápiz, usando rapidógrafos y termina con marcadores para darle color y textura al dibujo. Sin embargo, gracias a la combinación de las dos técnicas ha podido crear gifs, algo que le gusta mucho y le permite darle un nuevo aire a su obra. Su gusto por la forma tradicional de hacer arte se ve reflejado en todas sus producciones, pues hasta para trabajar muralismo prefiere procesos a la antigua: a punta de pincel y vinilo.
Además de la influencia de ilustradoras como la colombiana Bastardilla, la mexicana Tysa Paulina y la estadounidense Pat Perry, Daniela está pendiente de lo que sucede con el movimiento punk y así reflejar la ideología del Hazlo Tú Mismo en sus creaciones, en las que, de paso, se permite resaltar el privilegio de ser una weirdo “Me gusta el concepto de ser diferente, pero no ese diferente ficti, como lámpara, sino más bien que sea algo en tu forma de actuar, de pensar, de decir las cosas y de ver el mundo. Me gusta pensarlo como algo muy punk, porque en el punk normalmente tú haces lo que quieres y no te importa, y creo que eso es ser raro en la sociedad. Nunca hay que ser igual a los demás y me gusta que la gente lo vea así en mi trabajo”, dice.
Foto cortesía de Daniela Ramos.
Foto cortesía de Daniela Ramos.
Además de hacer ilustraciones particulares e intervenir la ciudad a través de arte urbano y carteles, como la que hizo recientemente en el barrio El Codito, Daniela colabora con Trampa, un estudio de diseño que comercializa ropa adornada con sus dibujos. También ha producido piezas para la banda bogotana de cacrecore Los Maricas y el colectivo Rubber mind, y estuvo invitadal Festival Pictopia de este año y a Hip Hop al Parque en 2014.
Si quiere conocer más del trabajo de esta ilustradora, sígala también en su Instagram, donde muestra constantemente cómo va adornando las calles de la ciudad con sus obras, construyendo un reconocimiento en la escena del muralismo que le permita viajar al exterior y nutrirse de lo que el mundo le ofrece.