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Un taller con Viviana Peretti: fotografía urbana hecha con celular y lenguaje visual propio

La fotógrafa italiana parchó una semana con un grupo de aficionados a la fotografía, enseñándoles que estos aparatos también son herramientas válidas para democratizar la práctica. Eso sí, también advirtió sobre la banalización del oficio y la idea errónea de creer que, por tener una cámara, ya se es fotógrafo.

Tomás Tello

“Yo tengo una pelea casada con la forma en la que se usa la fotografía en Colombia. Básicamente, es fotoilustración”, afirma Viviana Peretti. Para ilustrar su punto, se refiere a un episodio reciente: un periódico nacional puso en portada una noticia sobre un desmembramiento en Roma, acompañada de la foto de un charco de sangre con cintas policiales en español. O sea, una foto que no tenía nada que ver con el contenido de la noticia. “Se da una utilización muy instrumental de la fotografía: se cree que la foto sirve para ilustrar algo que está en un texto, pero la foto no tiene valor como lenguaje. El valor se lo da el texto”, dice.

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Fotos de Sibylla Brodzinsky

 

Viviana Peretti es una fotoreportera italiana independiente desde hace más de quince años, con trabajos publicados en The New York Times, BBC y CNN, y elegida en 2014 como la fotógrafa del año en los Premios de Fotografía Mundial Sony. Desde el 2000 trabaja entre Nueva York y Colombia, específicamente en Bogotá, donde acaba de dictar el primer taller para acercarse a la fotografía desde un celular, visto como una herramienta para darle valor al lenguaje visual fotográfico, algo que no encuentra en los medios.

Smart-Photography: cómo tomar fotos con un teléfono móvil’ fue un taller intensivo de una semana en el espacio OjoRojo Fábrica Visual. Allí, los asistentes , sin ser fotógrafos, crearon una serie con celulares. La ausencia de fotógrafos, dice Viviana, se debe a un sesgo que hay en el gremio y en los medios de comunicación. “Sigo creyendo que hay mucha resistencia al fotografía hecha con celular”, afirma.

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Fotos de Danilo Alvizú

 

Hace tiempo que el celular dejó de ser un dispositivo exclusivo para llamar. Tal vez, la prestación que más ha evolucionado es la diminuta cámara, que se volvió un elemento obligado en cualquiera de estos aparatos. Este avance ha hecho que las cámaras de los celulares, cada vez más, permitan cosas impensables años atrás, como la participación de Tangerine, una película filmada con Iphone 5s, en el en el Festival de Cine de Sundance. También, en 2012, la revista Time cubrió el paso del huracán Sandy en Instagram. Para hacerlo, contrató a cinco fotógrafos para que alimentaran la cuenta oficial en tiempo real y, en las siguientes 48 horas, aumentó en doce mil sus seguidores, y le dio el 13% del tráfico de esa semana a la web de la revista.

A pesar de estos logros, Viviana admite que todavía hay mucha resistencia en los medios a tomarse en serio la fotografía hecha con celular. Para Viviana, esta resistencia se da, sobre todo, por ignorancia. “No saben utilizar el teléfono como cámara. Hay muchos fotógrafos que disparan bien con cámara y muy mal con teléfono. Pero eso es por no conocer que, el año pasado, una de las becas más importantes en fotoperiodismo se la ganó alguien que hizo un trabajo con teléfono”.

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Fotos de Daniela Rojas

 

Se refiere al trabajo Geography of poverty que Matt Black hizo en 2015, y con el que ganó el premio W. Eugene Smith. Esta resistencia también se nota entre los fotógrafos profesionales porque “muchos siguen viendo el celular como algo para tomar fotos familiares y ya. No como una herramienta de trabajo”.

Después de una semana de taller y una salida de campo por el Centro de Bogotá, Viviana seleccionó las que, para ella, fueron las fotos más logradas, las que acompañan este texto. El resultado final fue tan satisfactorio, que Viviana quiere repetir la experiencia en Colombia. Piensa que en este país, donde no todos pueden acceder a una cámara de diez millones, pero muchos sí pueden costearse un celular, este se vuelve una herramienta que empodera a los ciudadanos y les da voz. “Con las análogas, eran pocos los que conocían el quehacer, que se podían meter al laboratorio, que podían revelar, etc”, dice.

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Fotos de Paula Timcke

 

Sin embargo, para Viviana, este empoderamiento ciudadano y democratización de la fotografía tiene un riesgo, palpable en redes sociales “donde uno ve mucha basura”. Desde que llegó la tecnología digital, dice la fotógrafa, hay una banalización de lo visual porque se puede creer que, por tener una cámara en el celular, todos son fotógrafos. “El hecho de tener una cámara no me hace fotógrafo, pero sí me da las potencialidades para llegar a serlo”, afirma.g

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Foto de Ana María B. Alfaro

 

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Foto de Yesid Terreros Castillo

 

El celular, como lo ve ella, también motiva a mejorar otros aspectos que una cámara profesional facilita. “Toca ser mucho más visual y estar atento, en términos de composición, para decir algo no banal con el teléfono”. Por eso, advierte que este taller fue apenas un primer paso de alfabetización visual para los asistentes.

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Foto de Ana María B. Alfaro

 

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Foto de Maria Cristina Riveros

 

Su objetivo, que los estudiantes entendieran que un celular se puede usar para mucho más que para realizar llamadas, se logró, así como que vieran que la fotografía tiene un lenguaje propio que toca saber dominar. Me encantaría dejar todas mis cámaras en la casa y poder ganarme la vida cargando un celular y ya. Pero no lo he logrado todavía”, dice.

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Foto de Claudia M. Cárdenas

 

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Foto de Paula Timcke

 

 

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