Esto es lo que sucede cuando los músicos se aburren de tocar los instrumentos de siempre
Retratamos desde el shekere africano que usa Nelda Piña & La Boa, hasta la pulidora de pisos que ambienta el metal industrial de Koyi K Utho. Estos son algunos de los instrumentos más raros de siete bandas colombianas.
Desde mediados del siglo 20 una gran cantidad de bandas –sin importar el género– ha adoptado una estructura musical básica: batería, guitarra y bajo. Los teclados también se han colado en estas formaciones.
Pero realmente son muchos los instrumentos que han aparecido desde que en África se comenzaron a fabricar tambores con pieles de animales y flautas con huesos, hace ya unos 30 mil años.
En el mundo hay instrumentos realmente raros:
El theremín: popularizado últimamente por Sheldon Cooper. Quien lo toca no tiene ningún tipo de contacto físico con el instrumento; se toca acercando las manos a cada una de sus antenas para controlar el volumen y el tono.
La armónica de cristal: inventada en 1762 por Benjamin Franklin y prohibida por, supuestamente, producir locura en quienes la tocaban. Sus intérpretes debían mojarse los dedos con agua y rozarlos suavemente por el instrumento mientras lo hacían girar por medio de un pedal.
La rota: este instrumento tuvo una amplia popularidad entre los siglos X y XV en Gales. Se toca con un arco y aunque se dice que solo existen unos cuatro ejemplares de esa época varios músicos hacen sus propias rotas o crowth, como se le llama en su país de origen.
Por otro lado, hay agrupaciones que, en un intento por cruzar los márgenes establecidos en la música tradicional de banda, han experimentado con sonidos provenientes de otros objetos: Jackyl usó una motosierra en su canción ‘The Lumberjack’; Soundgarden decidió incluir cucharas en ‘Spoonman’; Blue Man Group interpreta gran parte de sus canciones con adecuaciones de tubos de PVC y el noruego Terje Isungset fabrica instrumentos de cuerda, percusión y viento con hielo.
Encontramos en la música contemporánea colombiana algunas rarezas:
El lavadero “punkerizado”
Con dos años de vida y un primer disco distribuyéndose por la ciudad, Bestiärio, banda de folk-punk, ya ha tocado en festivales de la talla del Manizales Grita Rock.
Desde el inicio, Kometo se ha encargado del washboard, una tabla de lavar que abandonó su oficio original para pasar a ser parte fundamental de la música folk. Este instrumento rústico de percusión se toca con dedales: se frota, golpea y raspa. Es común añadirle latas o campanas para explotar otros alcances sonoros.
Existen varias marcas de washboards. La que usa Kometo es Columbus pero él quiere una Traginer eléctrica, la cual puede conectarse a un amplificador, un smartphone o un computador. También se puede sintetizar su sonido por medio de una pedalera.
Foto: Kicho Cubillos
Keltoi de Galia vive de paseo por los sonidos europeos
Entre el tango, el metal y las trovas paisas, este quinteto decidió rescatar el folclor de Irlanda y Escocia. Keltoi de Galia se formó en el año 2006 y su música se consolidó después de que los integrantes de la banda fueron contagiados por las canciones típicas de esas tierras.
Uno de los instrumentos más raros que usan es la flauta irlandesa tin whistle, similar a la flauta dulce y muy común en la música irlandesa y escocesa. Rubén Echavarría, líder de la banda, no solo la toca, también se dedica a comercializar este instrumento.
Foto: Hebert Rodríguez
También incluyen en su música los sonidos de la gaita escocesa. Este instrumento fue popular en países como Italia, Suiza y Alemania, pero fue en Escocia donde tuvo mayor aceptación. Juan Estrada (el gaitero del parche) usa dos tipos diferentes de gaitas: una de las tierras altas, hecha para tocar en desfiles y lugares abiertos, y una de las tierras bajas, para recintos cerrados.
Fotos: Hebert Rodríguez
El shekere de Nelda Piña & La Boa
La agrupación de Nelda Piña hace un collage musical con todos los instrumentos que incorpora en su música. Guitarra, bajo, saxofón, maracas y teclados son usados regularmente en sus discos y conciertos, pero el shekere también se adapta constantemente al sonido de la banda.
Es un instrumento de percusión típico de África del Norte hecho a partir de una calabaza seca, la cual está cubierta con una red llena de cuentas. Se toca agitándolo o golpeándolo.
En Nelda Piña el shekere es interpretado por Pío Molina y Diana San Miguel; lo usan por la relación que este mantiene con la onda afrobeat. Sirve para llevar el ritmo de la música y para la banda este instrumento es casi como un reloj.
Foto cortesía de Nelda Piña y la Boa
Mr. Fuckars, ¿qué está haciendo con esa pulidora?
Mr. Fuckars ya venía utilizando la pulidora desde sus años con No Silence, pero fue en Koyi K Utho donde se perfeccionó su uso. La idea era añadirle sonidos industriales a la música de la banda en tiempo real, sin necesidad de programarlos en una computadora. Stoneflex después usaría esta herramienta en su música.
Foto: Kicho Cubillos
Además de la pulidora, Mr. Fuckars usa Kaoss Pad, un controlador MIDI táctil. Con esta máquina no tiene la necesidad de depender de un metrónomo con audífonos. Fuckars y Zetha, el baterista, lo usan para cambiar tiempos e improvisar juntos.
Foto: Kicho Cubillos
Paddy’s Season, un pedacito de Irlanda en Colombia
Cuatro de los integrantes de Shamrock Wings se reunieron en octubre de 2014 para tocar la música típica irlandesa. Así es como nace Paddy’s Season, un quinteto de colombianos que quiere que los asistentes del Irish Pub –de donde son banda oficial- se sientan realmente en un constante festival de San Patricio.
Además del violín, la guitarra, el banjo y la mandolina, estos seguidores de los tréboles usan el bodhran, un tambor irlandés con una membrana hecha de piel de animales o sintética. Se toca con distintos tipos de baquetas pero lo más común es que se interprete con una de doble punta.
Foto: Kicho Cubillos
Diego Suárez es el percusionista de la banda, pero además del bodhran también usa unos palos de madera llamados bones; se dice que antiguamente estos instrumentos eran hechos con huesos de animales, de ahí su nombre.
Foto: Kicho Cubillos