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La defensa de las prostitutas

El maltrato policial, el limbo legal de la prostitución en Colombia y la inestabilidad económica de las prostitutas son algunas de las problemáticas que aborda el Observatorio de Trabajo Sexual. Hablamos con uno de los creadores de este centro de investigación que ha puesto la mira en puntos calientes de la ciudad como el barrio Santa Fe y la UPJ. 

Salomé Cohen Monroy

Alejandro Lanz es el director de Parces, una ONG que defiende los derechos de trabajadores sexuales, reclusos, habitantes de calle, consumidores de drogas y población LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, transformistas, travestis e intersexuales). 

A sus 27 años, este abogado y profesional en estudios socioculturales es uno de los creadores del Observatorio de Trabajo Sexual, una iniciativa conjunta entre Parces y Paiis (Programa de Acción por la Igualdad y la Inclusión Social). En sus investigaciones encontraron que un 98% de las personas encuestadas han tenido alguna experiencia de violencia con la policía. 

Desde que trabajó con la Universidad de los Andes en temas relacionados con el consumo de bazuco, Alejandro se ha interesado por los dramas de la calle. 

¿Con cuáles problemas se enfrentan las trans y lesbianas y los hombres gais que viven de la prostitución en Bogotá? 

En Parces hicimos el proyecto Mariposa, nombre que nació de la estatua de San Victorino, donde se paran mujeres lesbianas cuyos clientes son hombres. Abrimos una línea telefónica para que las chicas pudieran hacer denuncias de maltrato policial, porque claramente ellas no van a ir a denunciar ante la policía, que es el mismo agresor, y en muchos casos tampoco saben qué hacer para comenzar un proceso penal por agresiones físicas ante la fiscalía. Repartimos cartillas y llaveros con el número de teléfono en diferentes zonas de prostitución, porque sabíamos que el abuso policial era un problema para estas chicas. Para identificar las formas de violencia, hacíamos representaciones teatrales frente a un grupo de mujeres que ejercen prostitución, en las que el policía se limitaba, respetuosamente, a pedir los documentos de la mujer, y esperábamos la interrupción: “¡eso no pasa así! Venga le muestro cómo es que es”. Ellas se tomaban el escenario y las representaciones eran muy violentas. 

El limbo legal de la prostitución en Colombia, que al estar permitida en una zona muy demarcada ignora la que se ejerce en las calles, hace que la discrecionalidad de la policía sea muy alta. Basados en apariencias y prejuicios, los policías determinan quiénes y desde qué momento están ejerciendo la prostitución fuera del barrio Santa Fe. Dicen: “esta parece puta, me la puedo llevar”, aunque la mujer esté en la calle y se vaya a prostituir luego, en un espacio privado. Además, la sentencia de la Corte Constitucional, que en 2010 calificó el trabajo sexual como un oficio digno y con derecho a la igualdad de condiciones, dice que no es un trabajo ideal y que el Estado debería disminuirlo. Por eso nos paramos desde una postura de derechos. No es que promovamos que todo el mundo putee, pues reconocemos que en este mundo hay problemas de explotación, proxenetismo y tráfico de personas, pero creemos en el derecho al trabajo sexual, que tiene muchos estigmas.


"No es que promovamos que todo el mundo putee, pues reconocemos que en este mundo hay problemas de explotación, proxenetismo y tráfico de personas, pero creemos en el derecho al trabajo sexual, que tiene muchos estigmas"


¿Cuáles son las formas de resistencia frente al abuso policial? 

Muchas chicas trans se cortan en los brazos para utilizar a su favor el estigma según el cual “como son trabajadoras sexuales, como son trans, tienen VIH”. Entonces muchas tienen el brazo muy cortado y asustan al policía con esa idea. Chicos gais, que también se prostituyen, hacen lo mismo. Esta, creo yo, es una auto-violencia estatal, es una reacción. Y es que cuando atacan a las mujeres trans, las atacan en sus construcciones de identidad, justo donde tienen la silicona, y eso les ha generado unas complicaciones de salud muy graves. A una conocida le gasearon los senos con ese gas pimienta. Y lo peor es que ellas ya saben qué hacer. Sus amigas le habían dicho que se echara leche.

Si ya es complicado conseguir cliente entre tanta competencia, más la policía que jode, las bandas criminales que las amenazan, a veces no pueden conseguir lo de la noche en una pieza. Es que definitivamente es una resistencia muy verraca.  

¿Qué representa la UPJ para estas mujeres? 

Nuestro Observatorio de Trabajo Sexual mandó a la policía un derecho de petición sobre el tema de reclusión en la UPJ y ésta, muy cínicamente, contestó que los principales actores que llevan a la UPJ son población LGBTI, trabajadoras sexuales, hinchas de barras bravas y habitantes de calle. Por eso nosotros vamos a emprender una campaña muy fuerte desde Parces contra la UPJ. Vamos a recopilar información sobre este lugar, completamente inconstitucional, que creó la Policía para ejercer control sobre Bogotá, porque solo existe acá. La ley dice que es un lugar al que te llevan para protegerte porque o estás muy alterado o muy borracho y drogado, pero en la realidad, las personas recluidas son mujeres trans, personas en ejercicio de prostitución, habitantes de calle, marihuaneros… los que responden a la idea peligrosista del sospechoso. Es muy curioso que el prejuicio con el que la policía se lleva a las mujeres trans coincida con los panfletos que entregan las bandas criminales que dicen “esas maricas, fleteras, ladronas, homosexuales, ratas asquerosas, que las vamos a matar todas”. 

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Aparte de la policía, ¿con qué más se las tienen que ver en su día a día? 

Santa Fe es un sector complicado porque, además de que están las Bacrim —Los Urabeños, Los Rastrojos—, actores armados individuales y mafias, están las organizaciones sociales que se pelean los recursos de entes internacionales para trabajar en el sector. Hay una guerra institucional que se disputa también con las bandas criminales, y el Estado está completamente metido con la subdirección LGBTI en un edificio gigante, todo con algunas ollas que quedan cerca. Santa Fe es, además, un lugar de fronteras. Las cuadras de las chicas trans están delimitadas: hay una zona donde se hacen las mujeres negras, otra donde se hacen las mujeres que están un poco más gordas, y cada esquina es muy peleada, entonces si una chica trans se llega a parar en una calle donde están las “gallinas”, como les dicen a las que no son trans, su vida está en peligro. Por eso con las mujeres trans funciona mucho lo de la protección: tienen que pagarle a compañeras, por lo general a las poderosas, para que las cuiden. Pagan una cuota de diez mil al día para poder putear en una cuadra y para que no les vayan a hacer nada. 

"Santa Fe es un sector complicado porque, además de que están las Bacrim —Los Urabeños, Los Rastrojos—, actores armados individuales y mafias, están las organizaciones sociales que se pelean los recursos de entes internacionales para trabajar en el sector"

¿Y qué más hacen ellas en estas situaciones de peligro? 

Hace una semana violaron a una chica que trabaja con nosotros. Le dijimos que denunciara, pero ella no quiso porque el contexto de la denuncia ahí es muy complicado. Donde llegue a delatar a un cliente de las otras chicas, peor si es frecuente, corre peligro. Además, el tipo era un escolta y quién sabe de quién, entonces ella se asustó mucho. Sumado a esto, unas chicas (que son de otra organización) le dijeron que no denunciara, que agradeciera que el tipo le pagó, que es un buen cliente… El acceso a la justicia se complica, pues todas las prácticas están fuera del derecho. Este lugar está regulado por otras leyes que no son las del papel, no son las mismas leyes que funcionan en la 93 cuando pasa algo. Pero son leyes porque funcionan de una forma determinada, tienen unas rutas específicas. Además de la policía, las bandas criminales y estas dinámicas, las chicas tienen que vérselas con sus clientes. Si éstos las roban o las obligan a hacer algún servicio que no habían pactado, no pueden buscar a la policía porque siempre terminan acusándolas de ladronas; no tienen un respaldo que les garantice sus derechos laborales.  

¿Y en cuanto a los temas de salud? 

Claro, ese es el otro tema, que es muy grave. Muchos clientes prefieren pagar más para no usar condones y ellas lo hacen por los pesos de más. Tienen un dicho terrible: “o me mata él, o lo mato yo”, porque no saben cuál es el que tiene VIH. Pero, a pesar de que nos parece importante, siento que por recursos las organizaciones se han dedicado a decir “son sidosas, repartamos condones”, y así creen que resuelven el problema, pero yo creo que más bien refuerza el estigma y es esencialista. 

Otro drama de muchas prostitutas es la transformación corporal 

Ahora, con las mujeres trans en temas de salud, hay un rasgo específico con el que trabajamos desde Parces, que son las transformaciones corporales. Las clínicas caseras de transformaciones corporales son tal que también hay un dicho: “las maricas, si nos morimos, nos morimos culonas”. Va desde los excesos en los tratamientos hormonales que generan unas descompensaciones psicológicas muy fuertes, pasando por la silicona líquida industrial, hasta el aceite de motor de avión, que se inyectan en grandes cantidades. Lo que pasa es que en una semana puedes tener un culo impecable… o puedes morirte. Una de ellas se inyectó 6 litros de silicona, entre senos, cola y cadera, y se le bajó a los pies: ella que tiene que trabajar parada en tacones no sé cuántas horas. Nosotros queremos probar que al sistema de salud le sale más caro atender las urgencias de mujeres mal intervenidas que cubrir las cirugías de forma segura. Ese es un proyecto pendiente. 

Uno de los proyectos de Parces en torno a los derechos de estas comunidades es la serie fotográfica Regias rebeladas, que pronto se va a exponer en Bogotá y que muestra la cotidianidad de mujeres trans ejerciendo la prostitución. El efecto mariposa busca mejorar las relaciones de los reclusos de la cárcel Modelo con la población LGBTI recluida allí. Y con Mariposa reaccionaron al abuso policial.

Si quiere conocer más del trabajo de Parces, ingrese a su página web: www.parces.org

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