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La Cumbia y la Chicha: Géneros de la Música Popular Peruana Bajo la Mira del Crimen Organizado

Los cantantes y agrupaciones de cumbia, así como de su subgénero la chicha, en Perú, enfrentan un contexto de creciente violencia e inseguridad debido a la expansión de grupos criminales en el país. En 2024, la situación se deterioró significativamente, y los artistas de estos géneros musicales populares fueron víctimas de múltiples vulneraciones a su derecho a la libertad de expresión artística y creativa. Las agresiones incluyeron amenazas, extorsiones, ataques a los vehículos en los que se movilizaban durante sus giras interregionales y el robo de sus instrumentos. Algunos fueron asesinados.

Diana Arévalo

 

La cumbia llegó al Perú desde Colombia en los años sesenta y adquirió una identidad propia cuando las agrupaciones peruanas la fusionaron con el rock and roll y ritmos tradicionales de la costa, sierra y selva, dando origen a la cumbia peruana. Por su parte, la chicha surgió como una adaptación de la música popular andina a los ritmos de cumbia y se consolidó como un subgénero.

 

Esta crisis se inscribe en un contexto de inseguridad generalizada en el país. Según Human Rights Watch (HRW), en octubre de 2024 el número de homicidios superó el total registrado en 2023, mientras que las denuncias por extorsión se multiplicaron por cinco entre 2021 y 2023. A pesar de los fallidos esfuerzos del gobierno por contener la violencia mediante la declaración de estados de emergencia, la Dirección de Inteligencia de la Policía Nacional del Perú reportó que en el 2024 los delitos siguieron en aumento. De acuerdo a estas cifras, la extorsión alcanzó los 19,432 casos, afectando a diversos sectores de la sociedad, mientras que el sicariato registró 1,125 incidentes, principalmente vinculados a ajustes de cuentas y cobros de cupos.

 

En este clima de inseguridad, las agrupaciones y artistas de cumbia y chicha, géneros de gran relevancia tanto a nivel nacional como regional, han sido blanco frecuente del crimen organizado. El 25 de mayo de 2024, los integrantes de la reconocida orquesta Agua Marina fueron víctimas de un atentado en la ciudad de Lima, cuando un desconocido disparó al menos ocho veces contra el establecimiento donde se presentaban. Minutos después, una granada explotó en las inmediaciones, causando daños materiales y obligando a la cancelación del concierto. Los ataques contra los artistas también se han materializado en amenazas y extorsiones directas. En junio de 2024, la cantante Azucena Calvay, de 22 años, recibió amenazas de muerte y fue extorsionada por delincuentes que exigían grandes sumas de dinero para garantizar su seguridad durante las presentaciones que tenía programadas en el marco de su gira nacional. 

 

En otros casos, la violencia ha alcanzado niveles extremos que han resultado en el asesinato de varios artistas. El 11 de junio de 2024, el ex vocalista del grupo Los Claveles de la Cumbia, Jaime Carmona fue asesinado a balazos mientras interpretaba una canción en un restaurante en Lima. Su asesinato ocurrió en plena presentación y quedó registrado en una transmisión en vivo en TikTok.

 

Meses después, el 3 de noviembre de 2024, la vocalista de la orquesta Hermanos Guerrero, Thalía Manrique Castillo, fue asesinada durante un asalto al autobús en el que viajaba con sus compañeros tras una actuación en  la ciudad de Bagua Grande, ubicada en el Amazonas peruano. Los delincuentes no solo acabaron con su vida, sino que también robaron los instrumentos musicales de la banda, afectando su capacidad para continuar con su trabajo.

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Imágenes tomadas de redes sociales

 

Las amenazas de muerte y la violencia también han forzado la cancelación de conciertos, como sucedió el 15 de noviembre de 2024, cuando la cantante Pamela Franco recibió llamadas extorsivas exigiéndole el pago de una suma de dinero a cambio de permitirle presentarse en el campo deportivo Los Palitos, en Arequipa. Ante la amenaza y priorizando la seguridad de su equipo, la artista canceló su participación en el evento.

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Imagen tomada de su Instagram @PamelaFrancoViera

 

Un mes después, el 1 de diciembre de 2024, la reconocida agrupación Armonía 10 sufrió un ataque similar en el Callao, cuando un motociclista disparó contra el autobús que transportaba a los músicos a una presentación. Días antes, el grupo había recibido mensajes de extorsión exigiendo dinero para garantizar su seguridad durante el evento.

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Imágenes tomadas de redes sociales

 

La cumbia y la chicha han acompañado la historia moderna del Perú, dando voz a la alegría, el desarraigo y la lucha de quienes las interpretan y escuchan. Sin embargo, hoy, los músicos que mantienen vivos estos géneros musicales se enfrentan a una creciente ola de violencia. La falta de garantías de seguridad y el fortalecimiento de la presencia del crimen organizado han convertido su profesión en un oficio de alto riesgo, obligándolos a desplazarse por rutas peligrosas y exponiéndolos a amenazas, extorsiones e incluso asesinatos. En este Music Freedom Day 2025, Freemuse y Cartel Urbano hacen un llamado a la solidaridad internacional con estos artistas, quienes, a pesar del peligro, siguen defendiendo su derecho a expresarse y a compartir su música con el mundo.

 

 

 

Vea aquí el artículo en inglés publicado por Freemuse

 


*Acerca de la autora: Diana Arévalo monitorea la región de América Latina para la organización Freemuse, y es investigadora y productora multimedia de «Bulla» Radar sobre libertad artística en la Fundación Cartel Urbano. 

 

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