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Psicodelia y cumbia chicha: reinvenciones de la música tradicional

La cumbia, el porro y el currulao nunca han desaparecido y están, como el punk, lejos de la muerte. A finales de 2015, la música colombiana vivió una especie de “reload” de lo tradicional a partir de un nueva reinterpretación del lenguaje musical, lo cual ha dado paso a bandas exquisitas, como La Sonora Mazurén.

Julio Enrique Vargas

No es un secreto para nadie que en los últimos años, músicos y productores se han encargado de gestar una especie de “boom” de lo tradicional exaltando las raíces propias, por lo cual decenas de ritmos colombianos y latinos hoy se bailan en el mundo entero. Más o menos desde el año 2000, artistas de todas las geografías de nuestro país empezaron a explorar de manera moderna ejes musicales colombianos, dando paso a exponentes de esa “revolución musical”, como Systema Solar, Cabuya, Frente Cumbiero, La Mojarra Eléctrica.

Sin embargo, desde mi perspectiva, a finales de 2015 la música colombiana vivió una especie de “reload” de lo tradicional a partir de un nuevo estudio del lenguaje musical. Los autores se metieron aún más en el cuento de desenterrar y oír vinilos de música tropical, desde la colombiana, pasando por los ritmos propios de África, hasta la cumbia peruana o cumbia chicha, que se caracteriza por sus guitarras y teclados —tal vez un poco psicodélicos— y aunque posee cierta complejidad en las melodías es un ritmo muy pegajoso, hecho para bailar sin parar. El ensamble básico es de bajo, batería, órgano y guitarra, pero muchos intérpretes le meten percusiones: congas, timbales o bongós. Partiendo de ese delicioso pastiche nace La Sonora Mazurén:

 

Aunque se trata un poco de lo espontáneo, tal vez de arrancar la creación a partir de un jam bien volado, se debe ser muy juicioso y especialmente estudioso para lograr un ensamble así, sabroso y contundente. La Sonora Mazurén tiene una filosofía muy sincera frente a la música que hace, y como existe un repertorio bastante amplio de este género los integrantes de la banda han decidido no llamarlos covers, más bien tratan los temas como ‘standards de jazz’.

La cumbia chicha tiene mucha improvisación, es, de alguna manera, una conversación franca y entretenida entre los instrumentos. Y al igual que “La Sonora”, La Tromba Bacalao nace del interés de rescatar el folclore musical.

 

Ellos mezclan el funk africano, algo de rock, de punk, de pop y también música del caribe. Es un proyecto que nace de la improvisación y la exploración musical que se viene haciendo en Bogotá y Colombia. Mientras La Sonora Mazurén tiene un estilo más tropical y sin duda es música para tirar paso y brillar baldosa, “La Tromba” es más agresiva y se puede definir como un “pogo tropical para sacudir a su media naranja y desmadrarse”.

Iván Medellín es integrante de estas dos bandas y para él se trata de un proceso duro porque “los que comenzaron esta vuelta, se iban a estudiar a donde estaba la raíz del género, o sea, se iban para la costa atlántica o pacífica, o eran de allá”. Es diferente la manera en la que un bogotano interpreta música, si se compara con alguien propio de alguna de esas costas. La música es un proceso natural, de técnica pero también de sentido e interpretación. 

El Sello In-Correcto lleva dos años divulgando y trabajando en sonidos que rescaten las raíces de los géneros tradicionales. Muchas canciones, desde sus líricas hasta sus samples, tienen contenido político implícito. Un ejemplo: usar en un track la voz de Timochenko y el sonido de los aviones de guerra cuando este pronunciaba su discurso en Cartagena.

Ese es el caso de Santiago Navas en su sencillo llamado, Silencio. En su live act, Santiago maneja secuencias en vivo, samples y texturas que convierten su trabajo en una gran materia sonora llena de detalles que fortalecen el paisaje sonoro de su producción. También hay un sampleo de las flautas de Villa Rica (Cauca) y además se pueden encontrar percusiones precolombinas. Un dato interesante: él mismo ha hecho su propio controlador, un sensor arduino que se maneja de manera táctil para darle más versatilidad y dinámica a su acto.

Pero no todos los músicos que comenzaron a reinventarse con respecto a los sonidos tradicionales, son colombianos. Tenemos el caso de Sunka y Pixvae, de origen francés pero muy empapados de la cultura colombiana.

Sunka define su género como una fusión de electrónica con música tradicional colombiana, lo cual se puede sentir en las voces, las texturas y las melodías que complementan su live act. Estudió piano clásico, después armó una banda de hip hop y finalmente comenzó a producir música electrónica, prensando uno que otro vinilo. Todo esto se complementa con su formación musical enfocada en el jazz, a través de la cual aprendió a hacer arreglos musicales y orquestación. En 2012 formó una banda llamada Kartel Pacífico y ahí fue donde comenzó la idea de fusionar estos dos géneros.

En la base rítmica de su música se pueden apreciar muchos sub géneros de la electrónica: dub, break beat, drum and bass hasta cumbia electrónica. La rítmica es bien enérgica, se puede apreciar en el kick de las canciones, con bajos profundos a los que incluye percusiones latinas como bongós y congas. También instrumentos melódicos como la marimba, la gaita kuisi (colombiana) y el clarinete.

Su nueva producción se llama, Colombian Party, en la que logra conectar toda esta influencia y plasmarla en un paisaje musical que finalmente lo llevará a centrarse en una coherencia global de sonidos. Y así la describe Sunka: “Se trata de “re arreglar” la música tradicional colombiana y buscar esos sonidos específicos que le den nuevos horizontes musicales”.

Pixvae, por su parte, es un nombre que hace referencia al pejibaye o chontaduro. El tronco de este fruto permite fabricar la marimba de chonta, instrumento melódico con el que se toca la música del Pacífico Sur.

En Pixvae participan dos colombianos y seis franceses, quienes crean una mezcla en la que son obvias las conexiones melódicas cálidas, la ambivalencia de la música afrocolombiana, la energía del rock y la influencia del jazz ecléctico. A esto se suma una buena cantidad de distorsión para proponer su propia versión.

Logran fusionar las principales características de estos géneros y sonidos para consolidar ritmos pegajosos, riff técnicos y poderosos y excelentes cantos, en los que, precisamente, se resalta el folclore.

 

De esta manera, Pixvae logra encarnar una magia insospechada entre el latin core y el currulao: sacude, al igual que las otras bandas de las que he hablado arriba, nuestra percepción de los ritmos; y lo más importante: despierta nuestra imaginación a la hora de pensar en qué es la música tradicional y qué es la moderna.

Aquí le dejamos este playlist para que descubra más bandas colombianas que la están rompiendo.

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