Ud se encuentra aquí INICIO Moda Los Colores Del Paramo Y La Montana Boyacense En Los Disenos De Tejidos Rebanca

Los colores del páramo y la montaña boyacense en los diseños de Tejidos Rebancá

Con tinturas artesanales tomadas de plantas nativas como la acacia y la ruda, el artesano Silvino Patiño y el artista plástico José Francisco Gómez dignifican el oficio de la tejeduría. Con su trabajo, buscan ponerle raya a la producción en masa y la industrialización de los procesos, y devolverle a la ruana el cariño que perdió en las grandes ciudades.

Clared Navarro Cejas / @navarrocejas

A pocos metros de la plaza central de Iza, Boyacá, una casa colonial sirve de hogar para el taller artesanal Tejidos Rebancá, un lugar en donde se fabrican prendas únicas, renovando los tejidos tradicionales de la región y trabajando con comunidades que, aún hoy, le hacen frente a la industria textil con sus telares y agujas.

Rebancá le debe su nombre a la planta Brassica rapa, que tiñe con su fuerte color amarillo el paisaje boyacense y es muy común entre los sembradíos de papa y haba de la zona. Así como se expande esta hierba, la marca ha logrado abrirse un espacio en el diseño independiente colombiano, asistiendo a ferias como Expoartesanías, en Bogotá, y en pasarelas como Tejiendo Moda, en Villa de Leyva. A estos eventos ha llevado una propuesta de moda que une la tradición de la tejeduría con cortes más actuales y materiales como el cuero, la piel de conejo y técnicas como el fieltro húmedo y el croché.

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Fotos de Juan Manuel Gómez Díaz.

 

Silvino Patiño y José Francisco Gómez, fundadores de Rebancá, arrancaron este proyecto con el objetivo de mantener la dignidad del oficio de la tejeduría en la altiplanicie cundiboyacense. “A largo plazo queremos evitar que las familias campesinas abandonen su tierra y migren a la ciudad”, explica José Francisco, artista plástico bogotano de la Universidad Nacional. Silvino, quien trabajaba antes en una empresa de seguridad, recuerda que Iza era conocido por sus cobijas de lana. “Aquí en el pueblo, hace algunos años, se tejía en todas las casas. Era tal el comercio de la tejeduría, que en el escudo del pueblo hay un telar”. Con la llegada de las cobijas térmicas y la industria textil, el telar izano ha menguado, dándole paso a los postres, que en los últimos años se han convertido en el orgullo del pueblo.

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Silvino Patiño y José Francisco Gómez. Foto de Juan Manuel Gómez Díaz.

 

Silvino apunta que el desinterés por la lana puede explicarse por la mala remuneración y la laboriosidad del oficio. “Un hilandero puede tardar hasta una semana en hilar tres libras de lana, y en el mercado de Sogamoso compran a siete y cinco mil pesos la libra. No hay un respeto por el trabajo ni por el material en las plazas de mercado del país”, explica el artesano, quien se capacitó en tejeduría en el SENA en 2014 y fundó en el mismo año la Asociación de Tejedores Sogamoso nos trama. A eso se suma la producción en masa, la industrialización de los procesos y el ahorro en materiales, fenómenos que generan que las tiendas artesanales cercanas a la plaza central de Iza exhiban ruanas de lana sintética con tribales, diseños de Pokémon y tinturados artificiales. Esto es una muestra inequívoca de que el mercado está migrando hacía intereses que se alejan del trabajo artesanal.

Para hacerle frente a esto, las piezas de Tejidos Rebancá, que se pueden observar en su página de Facebook, son confeccionadas con lana de oveja hilada artesanalmente en municipios como Sogamoso, Firavitoba e Iza y tejidas en telares horizontales y verticales por artesanos como Silvino, que pueden manipular estas máquinas traídas de Europa durante la colonia. La exclusividad de las prendas también se debe a que los paños de lana son teñidos con plantas como la acacia y la ruda, oriundas de la región, por lo cual el color de cada pieza es distinto y los matices pocas veces se repiten.

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Fotos de Juan Manuel Gómez Díaz.

 

El añil, un color azul profundo y uno de los más preciados de la marca, se obtiene de la planta Indigofera suffruticosa, que es recolectada en los campos cercanos a Villa de Leyva. Prendas como las ruanas Cianotipo y Frase índigo lucen orgullosamente esta tintura artesanal, que José Francisco aprendió a través de talleres y capacitaciones que tomó en París. Para lograr este color característico, la lana debe someterse a un proceso que incluye, entre otros pasos, dejar las hojas de la planta en agua durante toda una noche. Otra de las piezas icónicas de este difícil tinturado es Índigo Río, una ruana de cola larga inspirada en los nacimientos de agua de los páramos colombianos. Hecha con lana blanca de oveja y bordados totalmente a mano, esta pieza exclusiva de la colección Alta montaña requirió un mes de hilado, una semana de tejido y cinco meses de recolección y maceración de la planta para su creación.  

“Por ser hechas a mano, cada prenda que ofrecemos en Rebancá es única, es una obra de arte y, como tal, su elaboración parte de la experimentación permanente”, explica José Francisco, quien estudió Artes Plásticas por las posibilidades que esta le daba en la manipulación de diferentes materiales. De esta manera, la influencia de su carrera y las habilidades artesanas de Patiño confluyen en el taller, un lugar en el que estos dos creadores aprovechan las cualidades propias de los paños para diseñar prendas que respondan a la historia y el mensaje que los materiales representan, haciendo la menor cantidad de cortes posible en el tejido inicial. Con respeto y amor por los materiales, Rebancá ha diseñados dos colecciones: Encuentro, que estuvo marcada por la experimentación con los cortes y las puntadas y representa la búsqueda de un lenguaje propio en la marca, y Alta montaña, que salió a la luz durante Expoartesanías del año pasado, y estuvo inspirada en los colores y las texturas del páramo, la montaña y los nacimientos de agua colombianos.

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Fotos de Juan Manuel Gómez Díaz.

 

“El paisaje boyacense siempre está presente en nuestras prendas”, cuenta Silvino, oriundo de la región, en donde la ruana tradicional sigue siendo la prenda más importante para los campesinos. En Boyacá, explica Silvino, los habitantes tienen dos ruanas: una para salir y otra para el trabajo. Esta tradición, sin embargo, se ha perdido en Bogotá, donde Jorge Elíecer Gaitán, en su época de alcalde durante los años treinta, prohibió el uso de ruana y alpargatas. Desde eso, esta prenda se ha convertido en una pieza ornamental que pocas veces se lava, y siempre queda olvidada en las salas y los armarios capitalinos.  “Queremos devolverle el amor por la ruana a la ciudad. En Bogotá la gente solo la usa para ir a ver las luces de navidad o taparse los pies”, dice José Francisco.

Para refrescar la concepción habitual de este tejido y generar un interés en el público de las ciudades, este taller textil se ha dado a la tarea de confeccionar piezas y cortes más actuales: kimonos, chalecos y abrigos que se hermanan así con la ruana típica, permitiendo que el paño de lana se exprese con diferentes puntadas, colores y formas. Otros accesorios más pequeños, como los prendedores que hacen parte de la colección Alta montaña, son realizados a mano con retazos de paño, fieltro húmedo y piedras y conchas que los artesanos consiguen en el campo durante la recolección de plantas para el tinturado.

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Fotos de Juan Sáenz.

 

Complementario a su trabajo en el taller, y para evitar que se pierda la tejeduría, estos dos artesanos dictan talleres en Sogamoso y Tópaga. Con estas actividades, buscan promover la popularidad del tejido artesanal, pero a pesar de esos esfuerzos, como lo comenta Silvino con preocupación, los asistentes a estas capacitaciones suelen ser personas de la tercera edad. “La artesanía en Colombia está referenciada como una labor de viejitos. Tenemos el proyecto de llevar estos talleres a la capital y a colegios”, cuenta Silvino, que heredó la tejeduría de sus abuelas.

Este año, Tejidos Rebancá planea lanzar su página web, desde la cual se podrán comprar sus productos, y conseguir espacios en la capital para vender las piezas que se confeccionan en el taller. Además, le estarán apostando a las manos artesanas de todo el país con Nombreviento, su nueva colección, que será lanzada en Expoartesanía 2018 y en la que predominará la impresión vegetal en los paños de algodón y lana.

Si quiere seguirle la pista a este emprendimiento boyaco, puede hacerlo a través de su Instagram o visitarlos en su casa taller, ubicada en Iza, Boyacá, en la Calle 4 #5-52.

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