Otro año con pocas mujeres en las tornas

Este mes Baum sorprendió con la noticia de que cerraría sus puertas y en el line-up de su última fiesta, que tuvo lugar el pasado fin de semana, hubo menos de cinco mujeres entre 48 dj’s invitados. El que fuera para muchos el club más importante de música electrónica en el país cierra para siempre, pero persiste uno de los problemas más grandes de la escena musical en Colombia: la disparidad de género. A pesar de que hoy en día pesa en la escena electrónica un discurso basado en la paridad y seguridad en las pistas de baile gracias a la acción de distintos colectivos de mujeres, el machismo sigue siendo una constante. 

Si bien es cierto que en la actualidad hay bastantes mujeres trabajando como selectoras, productoras, vj’s, live performers, músicas o como artistas de sonido, en la mayoría de los festivales hay muchos más hombres que mujeres tras las tornas. Falta de participación y gestos de discriminación y mansplaining son constantes que las mujeres deben aguantar en estos espacios. “Es bastante común que hombres le metan la mano a los equipos mientras uno está trabajando, creo que a todas nos ha sucedido”, asegura Marea, dj e integrante del colectivo feminista de música electrónica Nótt. 

(Conozca ‘Nótt: el colectivo que se la juega contra la desigualdad de género en la música electrónica’)

El asunto no tiene que ver sólo con el club ni es solo cosa del año pasado. El Baum Festival es uno de los festivales más grandes y consolidados del país que se lleva a cabo en Bogotá. En su más reciente versión contó con la presencia de grandes referentes como Jeff Mills o Anastasia Kristensen. De 33 dj’s que hacían parte del line-up de 2019, solo 13 fueron mujeres. Con todo, es el que mejor librado salió de esta revisión.

Baum Festival (2019). Foto tomada del Facebook de festival.

El festival Freedom, que se celebra a finales de este mes, también cuenta con una baja participación de mujeres. El Freedom, que es el encuentro musical de electrónica de mayor relevancia en Medellín tuvo un muy bajo número de mujeres en su line-up en la versión del 2019. De 35 artistas, 7 eran mujeres. En el cartel de este año, que cuenta con el mismo número de artistas, las mujeres que se pararán en el escenario son apenas 6.

Por su parte, el Festival Tatacoa que se celebra en Villavieja, Huila, en medio del Desierto de la Tatacoa y que ya va para su cuarta edición, convocó en 2019 a 24 dj’s de los cuales apenas 2 eran mujeres. The Zoo, otro de los festivales más reconocidos de la escena local y que tiene lugar en Cali, contó en 2019 con 22 dj’s de los cuales solo 5 eran mujeres. En el Radikal Styles, de los 33 dj’s de Techno, Hard Techno y DnB, solamente 2 eran mujeres. Sin embargo, y en contraste con la cifra, de 6 vj’s que enriquecieron la fiesta visualmente, 5 eran mujeres.   

Si bien para los amantes del género estos festivales dejan en alto el nombre de la escena electrónica colombiana gracias a los artistas que traen y las locaciones en las que tienen lugar (como es el caso del Tatacoa, The Zoo o el Radikal Styles) la disparidad sigue siendo una constante que no solo se da entre los organizadores, sino que también llega a reproducirse en el público y que habla de un problema estructural.

Freedom (2019). Foto tomada del Facebook del festival.

¿Cómo cambiar estos escenarios dispares? En octubre del año pasado en Argentina se aprobó un proyecto de ley que obliga a los festivales a contar con al menos 30% de mujeres en sus line-ups, una decisión tomada casi que a las malas para hacer frente al machismo de los festivales y sus organizadores al momento de seleccionar a los artistas. 

“No hay suficientes mujeres con talento –alegaba José Palazzo, productor y organizador del Cosquín Rock–. Si yo tuviera que poner el 30 por ciento tal vez no lo podría llenar con artistas talentosas y tendría que llenarlo por cumplir ese cupo. Esas artistas no estarían a la altura del festival y tendría que dejar afuera a otro tipo de talentos”. Estas fueron las declaraciones de Palazzo luego de que se le cuestionara por la escasa presencia de músicas en los escenarios del Cosquín.

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Luisa Uribe del colectivo Pez Alado comenta que una ley de cuotas en sí misma no garantiza muchos cambios pues, al final, el problema no solo es de género, sino también de clase y raza. “La gente real no está acostumbrada a escuchar, consumir y amar música hecha o interpretada por mujeres. Y ese es un primer paso. Pero, de nuevo, no sirve de mucho si no estamos dando discusiones sobre desigualdad y exclusión de fondo ¿eso qué significa? Que pensemos en por qué históricamente son tan pocas las mujeres en festivales, que pensemos en que lo público ha sido pensado como un espacio masculino o masculinizado, que reconozcamos la misoginia que abunda en las industrias culturales, etc. Deben ser ejercicios paralelos”, dice. 

Radikal Styles (2019). Foto de Enrique Díaz

Para Marea, por su parte, la escena de dj’s mujeres en el país es cada vez más grande y más fuerte y, aunque no es perfecta, opina que es coherente al hecho de la lucha feminista en diferentes ámbitos. “Siempre hará falta más unidad y más sororidad, pero todo tiene su proceso y comparándola con la escena de hace diez años ha tenido un crecimiento grandísimo y espectacular”, agrega.

Apenas empieza el año y los festivales y clubes tiene aún la posibilidad de reivindicarse con una deuda histórica que no pesa sólo sobre la escena electrónica, sino también sobre otras escenas musicales en el país. este 2020 los festivales, clubes, sellos discográficos, colectivos y artistas de diferentes géneros tienen la tarea de desmontar la disparidad y reconocer que estas conversaciones ya no pueden ser eludidas.