Tomarnos las calles: en Colombia tenemos nuevas plazas de resistencia
Conozca dónde quedan, cómo se construyeron y qué dinámicas se dieron en cinco de los espacios de protesta y movilización más importantes durante el Paro Nacional.
Durante el actual Paro Nacional, plazas, monumentos, puentes, plazoletas, calles y parques se convirtieron en escenarios de concentración y movilización. Algunos de estos espacios ya eran punto de referencia desde antes del paro, otros, se estrenaron como las nuevas plazas para la protesta, y otros, como la Plaza de Bolívar en Bogotá que este año dejó de ser epicentro principal de la manifestación, cambiaron las dinámicas acostumbradas.
Otros de los fenómenos que se vieron durante esta coyuntura fueron la reapropiación de los espacios materializada con el cambio de nombre de los mismos y la descentralización de la protesta. Así mismo, el uso permanente de estos escenarios más allá de las movilizaciones, pues algunos funcionaron como campamentos humanitarios permanentes.
En el caso de Cali se vio cómo algunos lugares que ya tenían dinámicas muy específicas de violencia y abuso policial y que por lo mismo, ya contaban con cierto nivel de organización barrial y comunitaria, se fortalecieron hasta el punto de sostener el Paro Nacional casi por completo sobre los hombros de los pobladores de estas zonas.
En Bogotá sucedió algo que se venía proponiendo desde hace años en los paros estudiantiles: descentralizar y dividir las movilizaciones para generar mayor impacto y sobretodo, para dividir también al ESMAD. Esto finalmente sucedió desde el 28 de abril y efectivamente se paró la ciudad durante varias semanas. El Portal del Norte, el de Suba, el de las Américas, Usme, Héroes, la calle 26 hacia el centro, las plazoletas de los barrios, Cedritos y muchos otros lugares fueron escenarios de movilizaciones simultáneas.
Esto, además de desconcentrar el poder represivo de la fuerza pública sirvió para que la gente pudiera reunirse e iniciar formas de organización más sedentarias y permanentes en los barrios. Muchas personas no asistían a las movilizaciones citadas en la Plaza de Bolívar porque regresar a sus viviendas en las noches era todo un desafío. La dispersión de los puntos de movilización permitió a la gente encontrarse con amigos y vecinos en torno a ollas comunitarias y actividades culturales en las calles de sus barrios.
Hicimos un recuento de algunos de los escenarios de protesta más representativos en Bogotá y Cali, protagonistas del estallido social colombiano que encendió su llama desde el pasado 28 de abril.
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BOGOTÁ
Plaza de la Hoja
Sobre la carrera 30 con calle 19 está ubicado el complejo residencial Plaza de la Hoja, un conjunto de viviendas de interés prioritario que desde 2015 alberga alrededor de 500 familias entre víctimas del conflicto armado y reinsertados. Este espacio, privilegiado en su ubicación por las vías de acceso y por la cercanía con la Plaza de Mercado de Paloquemao, recibe también desde 2018 la ola violeta y verde que cada 25 de noviembre (así como otras fechas), se reúne en torno a la plazoleta que precede los bloques de color gris que conforman el complejo.
La articulación feminista de colectivas e individualidades Somos Un Rostro Colectivo eligió la Plaza de la Hoja por primera vez como punto de llegada de la movilización del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el 25 de noviembre de 2018. Anteriormente, la Plaza de Bolívar era el escenario de estas movilizaciones, así como de la mayoría de las causas: estudiantes, trabajadores, etc.
Según cuenta Natalia, integrante de esta articulación, una de las principales razones por las que decidieron desplazar el punto de encuentro de las movilizaciones feministas fue precisamente porque sentían que el valor simbólico de la Plaza de Bolívar estaba superando los efectos reales de manifestarse allí. “Llegar al centro era como entrar a una trampa de ratones, era quedar encerradas en medio de gases y represión. No quedaba nadie en el congreso ni en los tribunales, entonces, en términos de pensar estratégicamente y que el mensaje llegara distinto empezamos a pensar en otros lugares”.
En ese entonces Somos Un Rostro Colectivo estaba construyendo su mensaje político partiendo de la consigna “El Estado no me cuida”. Con base a eso querían manifestarse en un espacio que generara mayor impacto a esas instituciones estatales donde, dice Natalia, en efecto no se cuida la vida de las mujeres. A escasas cuadras de la Plaza de la Hoja queda el Complejo Judicial de Paloquemao, los centros de atención a víctimas de violencia intrafamiliar y oficinas de la Fiscalía, lugares que para Natalia son cunas de revictimización para las mujeres que se acercan buscando ayuda.
Fotos por Adelaida Porras
Otro de los factores que influyó en la selección de la Plaza de la Hoja para las feministas es la enunciación política del espacio en sí, pues por la comunidad que lo habita y al ser un complejo que nace en búsqueda de reparación integral para las víctimas del conflicto armado, allí se gestan procesos comunitarios muy específicos en favor de la paz con justicia social. Según cuenta la integrante de Somos, han sido las mujeres quienes han liderado los procesos de construcción de paz y reconstrucción del tejido social que caminan ahí dentro.
Así, esa gran articulación que es Somos Un Rostro Colectivo trabaja junto con estas mujeres lideresas de la comunidad de la Plaza de la Hoja, buscando además resaltar el valor del trabajo que hacen dentro de la unidad y amplificando el mensaje que estas mujeres promulgan. Adicionalmente, la presencia de ellas hace de este lugar un espacio seguro para los aquelarres feministas.
Por último, y por temas más logísticos, de acceso y movilidad, la movilización feminista se pensó en la Plaza de la Hoja porque al bloquear las vías alternas a la Plaza de Bolívar mujeres trabajadoras y en muchos casos empobrecidas se veían afectadas a la hora de regresar a sus hogares, casi siempre al sur de la ciudad. Por eso mismo dentro de la planeación de las marchas se tiene en cuenta ese factor y se bloquean las calzadas en sentido sur norte.
Durante el Paro Nacional, Somos Un Rostro Colectivo convocó varios plantones y movilizaciones en este espacio, uniéndose a la agenda general del paro, pero enfocándose en las repercusiones y problemáticas que afectan más específicamente en las mujeres. Se organizaron tomas pedagógicas y callejeras, plantones y la Gran Marcha de Madres y Comadres contra la masacre del 8 de mayo entre otras formas de protesta feminista. De allí surgió también el Esquema Feminista de DDHH, con el fin de conformar una Comisión de Verificación Feminista.
Monumento a los Héroes
El Monumento a los Héroes fue quizás el punto que llegó a reunir más manifestantes en una jornada de paro en la ciudad de Bogotá. El sábado 15 de mayo imágenes tomadas desde drones daban fe del millar de jóvenes que se unieron en torno al arte y la música a expresar su indignación. Ese mismo día y desde fechas anteriores, el Monumento fue intervenido en todas sus caras resignificando un espacio dispuesto para glorificar a las fuerzas militares y la muerte por la patria.
Nicolás Sánchez, estudiante de la Universidad Nacional de Colombia y miembro activo del Movimiento Estudiantil de la misma desde hace varios años, dice que para él este Monumento cogió tanta fuerza como punto de llegada y de encuentro en el Paro Nacional por varias razones. En primer lugar, resalta que, en las jornadas de paro convocadas en el marco del paro estudiantil de 2018, Héroes solía ser una plaza inaccesible.
Siempre, dice Nicolás, miembros del ESMAD e incluso Policía Militar rodeaban el Monumento y ante el más mínimo intento de acercamiento la gaseada era ineludible. “Una de las marchas en las que hubo más represión iba dirigida hacia la 100, no nos dejaron pasar de Héroes, nos veían venir desde lejos y hacían un cordón imposible de pasar”. Además, agrega “uno se sentía ahí como en un campo de tiro donde ellos tenían toda la ventaja”. Por esa razón, luego de un par de intentos más desistieron de convocar las marchas hacia ese sector.
Sin embargo, en esta ocasión no sólo lograron llegar al Monumento, sino que lo hicieron propio e incluso lo intervinieron durante varias semanas. Al preguntarle a Nicolás sobre el porqué de este cambio atina a responder que la manifestación y la rabia habían crecido tanto y eran tan incontenibles que “tratar de parar ese estallido habría podido terminar en una masacre”, pues “nunca antes había sentido una masa tan poderosa y libre de miedo” como la que se tomó el Monumento en los días más álgidos del paro.
Foto por Adelaida Porras
La pregunta sobre el porqué el Distrito, que siempre cuidó tan celosamente las paredes de mármol del monumento permitió que la protesta lo tomara como propio es difícil de responder a ciencia cierta. Sin embargo, lo que sí se puede afirmar es que, habiéndose convertido en un espacio tan masivo de concentración, aunque sí hubo mucha represión, no fue tan violenta (y lo fue bastante) como en otros puntos de la ciudad.
Dice también el estudiante de la Nacho que para él el cierre de las aulas por la pandemia tuvo mucho que ver. “Creo que si el campus hubiera estado abierto Héroes no habría sido tan masivo. Uno allá se encontraba con mucha gente de la U. y si tú te pones a pillar la gente que se reunía en ese espacio era toda joven, tipo universitarios. Allá es fácil llegar para toda la gente que vive hacia los lados de Engativá y todo ese sector de la ciudad de clase media baja que no queda al sur”.
Foto por Adelaida Porras
De otro lado está el simbolismo que rodea al Monumento. Dicha construcción se levantó en homenaje a la independencia. Así mismo, en el costado que mira a los cerros orientales una articulación de las mesas de grafiti de diferentes localidades de Bogotá pintó sobre las letras metálicas que completan los nombres de batallas y soldados: “6402 Héroes”, aludiendo directamente a la cifra oficial de ejecuciones extrajudiciales, los mal llamados Falsos Positivos, entregada por la JEP.
Por último, en lo que tiene que ver con la geolocalización como estrategia, evidentemente este bien de interés cultural tiene la particularidad de que puede parar literalmente la ciudad en términos de movilidad. El occidente, el norte y el centro de la ciudad llegan a reunirse bajo las patas de Palomo, (antes de que lo resguardaran); además, las líneas de Transmilenio de la Caracas, Autopista Norte y Troncal 80 que cubren de palmo a palmo a la ciudad, de oriente a occidente y de norte a sur, también cruzan por ese lugar.
Portal de la Resistencia
Otro de los espacios de movilización en Bogotá que definitivamente cambió las dinámicas de protesta en la ciudad, que no sólo la descentralizó, sino que también permitió de manera orgánica la construcción de espacios políticos y sociales nunca antes vistos en contexto similares anteriores, fue sin duda alguna el Portal de la Resistencia, ubicado en los lindes del Portal de las Américas de Transmilenio.
En este escenario, que se convirtió en un espacio humanitario y de reunión entre vecinos y parches, ha sido el espacio más representativo, perseverante y también quizás el que mayor represión ha recibido por parte de la Fuerza Pública en la ciudad de Bogotá. Ollas y bibliotecas comunitarias, espacios pedagógicos, puesto de salud para atender a los heridos en las confrontaciones, apoyo, unión y solidaridad definen lo que día a día sucedió en este campamento hasta hace unas semanas, cuando el Distrito ordenó su desalojo total por la fuerza.
El Portal de la Resistencia se ubica justo en el límite de las localidades de Bosa y Kennedy, localidades que entre las dos suman dos millones de personas aproximadamente, lo que representa al 25% del total de habitantes de Bogotá. Además, la mayoría de las personas que viven en este sector pertenecen a los estratos 1, 2 y 3, muchos viven en situación de pobreza y los ingresos de la mayoría provienen de las ventas informales.
Esto sumado a los estragos que les dejó el mal manejo de la pandemia por las instituciones, terminó por convertir este espacio en una bomba de tiempo, inflada más allá de sus límites por el hambre, la desigualdad, la pobreza y el desempleo. Los trapos rojos que colgaban de miles de ventanas en lo más estricto del confinamiento parecen haber estado alertando sobre lo que vendría. “Cuando el hambre es ley, la rebelión es justicia”, se lee entre los muchos grafitis que le dan voz a la plazoleta que precede la entrada al portal de Transmilenio.
Foto por Daniel Sierra
Según reportó Mutante “El #28A, una mujer puso una olla comunitaria para dar de comer a los manifestantes que llegaban de la marcha, cerca al Portal de la Américas [...] En los días siguientes se unieron más mujeres que, preocupadas por los abusos policiales alrededor, convocaron más personas de las localidades cercanas”. El 5 de mayo se creó oficialmente el Espacio Humanitario Al Calor de la Olla.
Este proceso de organización colectiva, así como la resistencia y la perseverancia de todos los elementos que desde sus posibilidades y saberes permanecieron allí durante casi dos meses, le ha dado un lugar a este espacio en medio de la coyuntura. Adicionalmente, los procesos pedagógicos y políticos que tuvieron lugar allí, como las asambleas o el Referendo Popular de los que salió el pliego de exigencias que se presentó el 20 de mayo en rueda de prensa.
De otro lado, el Portal Resistencia cobijó a una de las primeras líneas más numerosa y organizada del país y además a las Mamás de Primera Línea. Por último, también fue escenario de la desaparición de Duván Felipe Barros Gómez, un joven de 17 años a quien se le vio por última vez en el Portal el 5 de junio y que en hechos que aún no han sido esclarecidos fue encontrado en un caño de Kennedy el 11 de julio, asesinado. Varios testigos han declarado que la última vez que lo vieron lo llevaban detenido en un camión de la policía. El pasado 24 de julio El Gamín, Farmakos, Casi Nadie, Solitario Soldado y otros artistas inauguraron el Circuito de Memorias del Portal Resistencia en honor de Duván Felipe.
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CALI
El Paso del Aguante
Foto por Anderson Camayo (Gury)
“Uno de los puntos de protesta más fuerte en Cali fue el paso de la 1ª con 70, unas diez cuadras desde la 70 hasta la bomba de Chiminangos, en la estación del Mío. Ahí fue que cayó Nicolás Guerrero, el grafitero asesinado por la Policía Nacional y ese fue uno de los puntos más fuertes en cuanto a los bloqueos, porque fue de los últimos que despejaron y esa es la vía más importante para entrar a Cali, esa es la vía Palmira”, cuenta el artista caleño Oswel.
El Paso del Aguante se extiende desde la primera con 62, pasando por varios puntos entre los que están la estación de Chiminangos del Mío y la glorieta de la Avenida Ciudad de Cali. Además, comprende la recta Cali-Palmira en la zona limítrofe de la ciudad, una vía por la que transitan buses intermunicipales y se transporta mercancía.
Este punto, como dice Oswel, fue de los últimos en ser desbloqueados. El 4 de junio el “Grupo Antibloqueo” conformado por unos 500 uniformados, Policía Nacional, ESMAD, Ejército Nacional y Alcaldía retiraron por la fuerza a los manifestantes que aún permanecían en el lugar, luego de que muchos ya hubieran desertado de la resistencia debido a las arremetidas violentas por parte de la fuerza pública que se vivieron a diario en el lugar.
El Paso del Aguante, anteriormente conocido como Paso del Comercio, es uno de los puntos de concentración y bloqueos que se levantaron en Cali desde el 28 de abril. Antes del Paso del Aguante queda un sector de estratos altos, luego, entre el Puente del Comercio hasta la vía Cali - Palmira quedan barrios muy empobrecidos. La Sucursal del Cielo fue el epicentro del Paro Nacional, fue la ciudad que sufrió más represión y la que dejó el mayor número de muertes en ese contexto. Fue allí también donde se vieron civiles armados disparando contra jóvenes e indígenas en complicidad con la policía.
La importancia en términos de localización de este punto de movilizaciones y protestas tiene que ver con el tránsito entre Cali y Palmira, y por extensión de Palmira a Bogotá. Esto lo convirtió en una gran molestia para el sector empresarial, que fue uno de los que más presionó para que, sin importar los métodos, se recuperara la movilidad de esta zona de la ciudad.
De otro lado, El Paso del Aguante como el Puente de las Mil Luchas son espacios en los que antes del inicio del Paro Nacional ya existían procesos comunitarios de organización barrial, lo que influyó bastante para que este punto se convirtiera en referente de resistencia para el país y para que mantuviera firme durante tanto tiempo a pesar de la represión violenta.
El primero de mayo, durante el plantón realizado bajo el puente de la carrera primera sobre la calle 70, una desproporcionada lluvia de gases lacrimógenos cayó sobre los manifestantes allí reunidos dejando muchos heridos. Esa noche en la caseta comunal del barrio se improvisó un puesto de ayuda humanitaria que a partir de entonces se mantuvo a punta de donaciones para dar atención de primeros auxilios a las personas que noche tras noche resultaban heridas en confrontaciones con el ESMAD.
Ollas comunitarias, círculos de bordado, chocolatadas, jornadas artísticas y pedagógicas se llevaban a cabo día tras día, mientras los jóvenes de la Primera Línea defendían con ahínco las barricadas que bloqueaban las vías, pues “sólo así –dice Oswel– afectando el bolsillo a los ricos voltearon a mirar para acá”.
Hoy en día el rostro de Nicolás está pintado en las paredes de un CAI que fue incinerado y recuperado como biblioteca comunitaria. Él se convirtió en un símbolo que recoge y representa no sólo le que pasó en Cali ese domingo 2 de mayo cuando mataron a Nicolás, sino lo que ha significado para los jóvenes del país el estallido social del #28A.
Puerto Resistencia
Puerto Resisitencia ha sido nombrado por varios medios de comunicación nacionales e internacionales como el “bastión” de la protesta del Paro Nacional. Este punto geográfico ubicado al oriente de la ciudad de Cali fue sin duda el epicentro de movilizaciones del país y lamentablemente fue el lugar en el que más manifestantes fueron asesinados durante el paro. Hay varias razones por la que en este lugar se dieron estas dinámicas tan específicas.
Puerto Resistencia es la entrada al Distrito de Aguablanca, un distrito en el que habita el 30% de la población caleña según el DANE. Aguablanca se fue formando poco a poco y de manera orgánica, es decir, sin planeación estatal ni municipal, a medida que fueron llegando desplazados por la violencia durante la segunda mitad del siglo XX. Con sus propias manos, personas llegadas desde Putumayo, Tumaco, Chocó y otros puntos del Pacífico colombiano principalmente, fueron urbanizando esta zona en busca de mejores oportunidades de vida. Al menos 750.000 personas viven allí.
Puerto Rellena, una rotonda que une varias avenidas, famosa por la venta de morcilla (de ahí el nombre), se convirtió en punto de encuentro y concentración, de movilización y de protesta a partir del Paro Nacional 21N en 2019. Todas las razones ya mencionadas fueron alimentando la rabia y la indignación que se vio durante esas fechas y que para el 2021, después de un año de cuarentena que dejó a más de uno sin nada que perder, era mucho más grande que el miedo.
En esta zona la violencia policial ya era habitual desde antes de los paros. A esto se le suma la violencia urbana que proviene del microtráfico y grupos armados que hacen presencia en el sector. Por estas razones también Puerto Resistencia detonó de la manera en que lo hizo. Jóvenes afro en su mayoría, indígenas y mestizos se organizaron y formaron la Primera Línea, expulsaron a la fuerza pública del sector, rodearon el barrio de barricas y ubicaron retenes vigilados 24 horas al día. Así tomaron control completo del lugar.
Foto por Anderson Camayo (Gury)
El #28A, con el objetivo de tumbar la Reforma Tributaria, cientos de jóvenes se concentraron en Puerto Resisitencia. La jornada marcada en principio por expresiones artísticas de rabia e inconformidad pronto tomó otro rumbo que selló lo que serían los 57 días que duraron los bloqueos en este punto de la ciudad. Marcelo Agredo, un joven de 17 años, fue ejecutado en plena calle a balazos por un agente de policía motorizado luego de que el joven le lanzara una patada. El hecho quedó registrado en un video que pronto se viralizó en redes. Ese mismo día asesinaron ahí a Jeirson García, de 13 años. Ambos muchachos eran reconocidos en el barrio y eso prendió la llama que aún hoy no han podido sofocar por completo.
A los jóvenes de Puerto Resisitencia no los voltearon a ver jamás. Ahora Colombia y el mundo los tenían en el radar, periodistas nacionales y extranjeros gestionaban el ingreso al sector pidiéndoles permiso, la Guardia Indígena les brindó acompañamiento, donaciones de todo tipo llegaban a diario y gracias a eso y a las ollas que se instalaron, comieron mejor que nunca antes.
Foto por Anderson Camayo (Gury)
La historia que han protagonizado estos jóvenes no sólo quedará escrita en las memorias del estallido social colombiano. Materializada en forma de puño arriba, una estructura de hierro y cemento diseñada, construida y financiada por la comunidad de Puerto Resistencia, se levanta a más de 12 metros de altura en el corazón del barrio. El antebrazo que precede al puño que sostiene la palabra “Resistencia” sostiene escudos de miembros de la primera línea en su base. A medida que se va subiendo hacia la muñeca, se ven los rostros de las personas asesinadas en el paro acompañados de una pintura del director del medio Canal 2, a quien celebran por haber mostrado una realidad distinta a la que entregaban los medios hegemónicos del país.
Este acto de memoria y homenaje a la resistencia es vigilado celosa y permanentemente por los pobladores de Puerto Resistencia. En más de una ocasión, como el 26 de junio, mismo día en que más de 500 efectivos entre policías, militares y ESMAD levantaron los bloqueos, estos también intentaron desmontarlo, pero la comunidad no lo permitió. El Monumento a la Resistencia, como lo bautizaron, no sólo es el recuerdo vivo de lo que pasó, sino que es la promesa de lo que viene.