
10 años “mochileando” por Colombia
La artista plástica Ángela Lourdes y el fotógrafo David Ortegón han recorrido varias veces parte del país a punta de aventones. Esperan publicar pronto Autostop Postcards, un proyecto de postales que recoge escenas de sus viajes por Ipiales, Palenque, Armenia, San Agustín, Buenaventura, La Dorada, Popayán, Chiquinquirá, San Gil, entre otros.
Hacer autostop o “echar dedo” por la carretera siempre ha sido una opción económica, arriesgada y divertida de recorrer el país. Sin embargo, es una actividad que se ha ido delegando a los más aventureros por los riesgos que representa y, a decir verdad, muchos prefieren la comodidad del avión por encima de lo que el trayecto terrestre pueda ofrecer.
La artista plástica Ángela Lourdes y el fotógrafo David Ortegón llevan diez años recorriendo Colombia a punta de aventones. Durante los viajes han visitado lugares invisibles en el menú turístico nacional y han recogido muchas —muchísimas— anécdotas.
Desde el año 2013 estos dos colombianos decidieron mostrar los paisajes que han visto y contar sus experiencias a través de Autostop Postcards, un proyecto que en 25 postales (15 fotografías y 10 dibujos) cuenta cómo es irse de mochilero por el país.
Usando algunas de las postales, Ángela y David nos hablan sobre sus experiencias como mochileros:
Nadie nos ha cobrado por el transporte o el combustible, a veces incluso nos invitan a almorzar o nos dejan comer de lo que carguen.
Siempre intentábamos entablar alguna relación con las personas antes de tomarles fotos, por eso muchos no ponían problema. Otros sí se opusieron desde el inicio y no pudimos convencerlos.
Cuando llegamos al río Amazonas, en Puerto Nariño, tuvimos que hacer “lanchastop”, pues no teníamos otra forma de llegar a Leticia. Como pago por el aventón, el dueño de la balsa le pidió a Ángela que le regara agua a un cerdo para que no se insolara.
Hay gente muy desconfiada al recoger mochileros, pero los que dan el aventón son muy amables. Apenas nos subimos ya nos cuentan su vida o nos invitan a los lugares hacia donde se dirigen.
Siempre viajábamos con dos mudas de ropa, una en una maleta más la que llevábamos puesta. Teníamos que lavar cada vez que podíamos porque nunca sabíamos dónde sería nuestra próxima parada. En cada sitio nos quedábamos entre dos y cinco días.
El trayecto más largo que nos han transportado ha sido de 720 kilómetros, fue desde Villeta (Cundinamarca) hasta Bosconia (Cesar). La verdad es mejor viajar así que en bus, y mucho más barato.
Cuando estuvimos en Buenaventura quisimos subirnos a uno de estos botes pesqueros para ver cómo son las jornadas de trabajo. Lamentablemente llegamos hacia el fin de la jornada y no pudimos navegar.
A veces acampábamos en puestos policiales, estaciones de bomberos, gasolineras, etc. Siempre fue por gusto y no porque nos tocara. Algunas personas nos veían y hasta nos llevaban el desayuno.
Nosotros comemos mil veces mejor mientras viajamos que en nuestras casas. Las personas que conocemos preparan la comida de distintas maneras o nos llevan a los mejores restaurantes del camino. Viajar de esta manera es una gran forma de conocer la culinaria del país.
Hay lugares que nos gustan muchísimo y en los que decidimos quedarnos más tiempo para hacer una visita minuciosa. Una de nuestras regiones favoritas es el Eje Cafetero, por su gente, su comida y sus lindos pueblos.
Cada vez hay menos diferencia entre los niños de la ciudad y los de pueblo, todos ya cuentan con dispositivos tecnológicos e Internet. Cuando se va la luz se nota más la falta de comunicación, ahí es cuando salen a la calle a jugar.
¿Quiere apoyarlos?
Ángela y David ya tienen listas las imágenes, pero necesitan fondos para materializar el proyecto, por eso andan recolectando, a través de la plataforma de crowdfunding Indiegogo, los seis mil dólares que necesitan. Tienen plazo hasta el 16 de junio.