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Qué fácil es comprar armas a través de Facebook

En Bogotá se puede cambiar una chaqueta “titina” por un fierro o un arma blanca, solo hace falta pertenecer a ciertos grupos cerrados en la red social, mandar un mensaje privado para cuadrar una cita y evitar visajes.

Mario Rodríguez H. | @quevivalaeMe

Cada vez que me atracan, o que alguien me cuenta que lo atracaron, me lleno de impotencia y miedo. Seguramente usted también pasa con frecuencia por esas mismas sensaciones. ¿Cómo es que se abastecen tan fácilmente de todo tipo de armamento los ladrones para intimidar y robar? La respuesta, como tantas en la actualidad, puede estar en Facebook.

Entre las más de 10 mil publicaciones de venta que hay en un grupo en esta red social, en el que solo se hacen “cambios perchos sin ratas ni visajosos”, como los mismos administradores aclaran, no solo se encuentran “techos (cachuchas) chimbas”, “pisos (tenis) ásperos” y “chompas (chaquetas) titinas”, también hay un arsenal a disposición de cualquier usuario:

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Dejemos un asunto claro: “Son armas, todos aquellos instrumentos fabricados con el propósito de producir amenaza, lesión o muerte a una persona”, como lo define el decreto 2535, expedido por la Presidencia de la República en 1993 (en el Título II, Capítulo I, Artículo 5º).

La actividad en el grupo es fluida. Cada vez que se publica un cuchillo, una manopla, un taser o una pistola (que puede ser de fogueo), llueven las “gorras melas” que pretenden ser parte de un trueque a mi parecer desequilibrado.

Busqué un par de armas y me hice pasar por comprador para comprobar la facilidad de la transacción. En solo un par de horas ya tenía agendada una cita en una estación de TransMilenio:

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La parafernalia tanto en los productos que ofrecen como en el tinte del lenguaje empleado da pie a muchas sospechas. Por ejemplo: los ilegibles caracteres con los que escriben los nombres de las cuentas evitan ser fácilmente encontrados por los motores de búsqueda, así como los términos ‘rata’ o ‘demonio’. Por otra parte, me queda claro que ninguno de estos productos cuenta con un permiso de porte o circulación.

La oferta es variada: manoplas o pistolas de perforaciones se consiguen desde diez lucas, las armas blancas desde veinte lucas (o en trueque por una gorra) y los fierros varían según su uso, por las pistolas de balines o gas cobran el doble de lo que cobran por los “mentirosos”, que son esos revólveres que no disparan y simplemente sirven para amenazar a la víctima. ¿A cuántos nos habrán robado con estos jugueticos acá en Bogotá?

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Según la consultora Armament Research Services (ARES), el mercado de armas a través de Facebook ha crecido en países latinoamericanos, africanos y del medio oriente desde 2014. Mientras en Libia ARES ha detectado clasificados que involucran lanzagranadas o ametralladoras pesadas del interés de terroristas o grupos rebeldes, acá los cambalaches se hacen por guayos y hasta por perros de ataque, y esto, claro, está ligado a la delincuencia común.

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Según las cifras de la ofensiva de la Policía Nacional contra el delito, en lo que va del año ha habido una disminución respecto al hurto a personas, a comercios y a automotores. No obstante, 30.411 casos —4.953 menos que el año pasado— es una cifra alarmante. Y ojo: parte de esos delitos se cometieron con armas de juguete. Las cifras oficiales lógicamente no contabilizan los casos —que han de ser muchísimos— que la ciudadanía no reportó.

“Es demasiado difícil (por no decir imposible) para el ciudadano común diferenciar las armas de fuego de las de fogueo o las de mentira, y esta modalidad de robo es cada vez más frecuente”, me explica José Blanco, exmilitar experto en balística y criminalística.

Mientras en Bogotá la Policía Metropolitana no tiene el dato de cuántas armas de fogueo han sido incautadas (o no pudo dármelo), Bucaramanga y Cúcuta han sido ciudades visiblemente afectadas por los atracos a manos mentirosamente armadas desde 2014. Solo en la capital del Norte de Santander, la Sijin reportó la incautación de 29 pistolas de juguete involucradas en acciones delictivas.

Para el exmilitar Blanco, la normatividad vigente, “no solo facilita el comercio de este tipo de armamento, sino que también es muy flexible en cuanto a sus sanciones. Mientras el porte ilegal de armas de fuego podría acarrear de 9 a 12 años de prisión, la captura con armas de juguete solo responde al delito que se está cometiendo. Entonces es como si este tipo de armas fuesen puestas a disposición de los delincuentes para la realización de sus fechorías, y realmente nadie lo controla”.

Mientras el nuevo y polémico Código de Policía define una multa a quien porte “armas blancas, neumáticas o de aire, o que se asemejen a armas de fuego, elementos cortantes, punzantes, contundentes o sus combinaciones, o sustancias peligrosas, en el espacio público, áreas comunes o lugares abiertos al público”, yo intenté cambiar sin éxito una gorra “mela” por un daga:

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El comandante Rodríguez, del CAI de Teusaquillo, me contó que en la localidad podían ser incautadas por atraco, en promedio, de 1 a 3 armas blancas por turno, y éstas, explica, son puestas a disposición de la oficina de contravenciones. En lo que va de 2016 se han incautado más de 275 mil armas blancas. “El problema —expone el comandante— es que la gente no denuncia, entonces a nosotros nos toca soltarlos”.

Por su parte, el senador Germán Varón Cotrino detalló en una declaración hecha en junio del 2015, que la regulación del uso de estas armas es su propósito en el curso legislativo, y que está ligado al análisis del contexto. “Si una persona tiene un cuchillo a las diez de la noche en un sitio donde no se expende fruta, que no tiene la condición de vendedor, que no tiene un carro, pues hay que entender que esa persona tiene ese cuchillo para cometer delitos y se le debe decomisar”.

En ese contexto no sé qué pensaría el senador si se pega una pasada por estos grupos de comercio bélico virtual que he estado frecuentando, en los que muchas veces valen lo mismo una prenda de vestir y una pistola de fogueo.

Según la última encuesta de percepción y victimización realizada por la Cámara de Comercio de Bogotá, que corresponde al segundo semestre del 2015, “el 11% de los ciudadanos en Bogotá fue víctima de hurto”. En el 82% de los casos se utilizaron armas blancas, de fuego, o elementos contundentes por parte de los agresores.

Si bien el nuevo Código de Policía —que está a la espera de ser sancionado por el Presidente para empezar a regir— pretende regular la tenencia de estas armas, dentro de la misma Institución, lo único que me fue dicho respecto a cómo se trataba de controlar el tráfico mediante nuevas tecnologías, fue de la existencia del Centro Cibernético Policial y el CAI Virtual.

Por parte de Facebook, las políticas de la red social dicen que el comercio de armas está prohibido. Sin embargo, la red social que tanto sabe de nosotros, que nos segmentan por gustos y clics hechos, que sabe quiénes son nuestros amigos, que ahora incluso puede detectar un rostro mágicamente en una foto para etiquetar a una persona, parece no distinguir entre una chompa “titina” y una pistola.

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