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Objetos de víctimas de desaparición forzada que conservan sus familiares

Florinda aún conserva el peluche preferido de Yessenia; Rafael y Miriam no han descolgado el diploma de grado de Juan Camilo; a Ana Elvia le gusta ponerse la guerrera militar de William. Estas son las pertenencias que algunos padres y hermanos mantienen de aquellos seres queridos a los que les perdieron el rastro.

Sebastián Aldana Romero

En noviembre de 2015, la Fiscalía General de la Nación lanzó una “bomba”: en Colombia podrían haber cerca de 118.000 personas desaparecidas. De estas se calcula que hay 90.000 casos en espera, 30.000 en etapa de instrucción (el juez recibe las pruebas), 43.000 en investigación, y apenas 37 en fase de ejecución de pena. Esta última cifra demuestra que, en lo que respecta a los casos de desaparecidos en Colombia, reina la impunidad.

En octubre de 2015, el Comité Internacional de la Cruz Roja afirmó que la búsqueda de miles de desaparecidos acordada entre el Gobierno y las Farc será un trabajo de varios años. El mismo comité aseguró que “habrá familiares que no van a saber exactamente lo que pasó con sus seres queridos”.

El último regalo navideño de Yulie Yessennia

El Guri Guri que aparece en la imagen perteneció a Yulie Yessennia Chacón. El famoso muñeco mecánico de la telenovela colombiana Calamar (1989) fue un regalo que su mamá, Florinda Farfán, le hizo en una de las once navidades que tuvo a su hija con ella.

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Fotografía de Oswaldo González

 

Yessenia desapareció el 20 de febrero de 1996 en el barrio La Manuelita, en la localidad de Suba, al noroccidente de Bogotá. Dos hombres la raptaron hacia el mediodía cuando caminaba la cuadra y media que separaba su casa del Colegio Cooperativo San José de Calasanz, de donde salía tras terminar su jornada escolar.   

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Fotografía de Oswaldo González

Cuando Florinda se percató de que su hija se estaba demorando más de la cuenta, decidió acudir a la Policía. Esta fue la respuesta que obtuvo: “Tiene que esperar 72 horas. Debe estar con el novio, no se preocupe”.


Hoy, veinte años después, Florinda recuerda que su hija, luego de recibir el muñeco Guri Guri, le dijo: "Mamita, pero este no habla".


Los dos captores, que fueron detenidos días después del secuestro, quedaron en libertad en menos de 24 horas. Uno de ellos era Luís Humberto Malagón, un ornamentador del barrio. Sobre él, que en 2002 fue condenado a pagar una pena de 13 años de cárcel por degollar a una mujer, recaen los casos de otras cuatro jóvenes desaparecidas: Andrea García López, Nini Joana Moncada, Joana Alexandra y María Yolanda Perdomo. Ninguno se esclareció.

Siguiendo pistas falsas que le han dado, Florinda ha buscado infructuosamente a Yulie en San José del Guaviare, Ibagué y Casanare.

También ha recibido amenazas: “Una vez me llamaron y me dijeron: ‘Vieja hijueputa, deje de empapelar la ciudad con la cara de su hija si no quiere que le quememos la casa’”.

Hoy, veinte años después, Florinda recuerda que su hija, luego de recibir el muñeco Guri Guri, le dijo: “Mamita, pero este no habla”.

El caso de Yulie Yessennia, que en su momento fue conocido públicamente a través de los medios, es un misterio. A Florinda la justicia nunca le ha dicho quiénes y por qué raptaron a su hija. La hipótesis que siempre se ha manejado señala que Yulie y las otras cuatro jóvenes desaparecidas cayeron en una red de tráfico de personas.

Un vestido de rosas para recordar a Yolanda

María Yolanda Perdomo, desaparecida el 24 de julio de 1997, fue la última víctima de Luís Humberto Malagón. María, de 19 años, partió rumbo al colegio a eso de las 6:30 a.m. Cuando llegó, se enteró de que no había clases. Estuvo hasta las 8:00 a.m. en el patio de la institución y luego, acompañada de una compañera, fue a sacarle fotocopias a un libro. Se despidió de su amiga y, al llegar a la esquina de la cuadra donde vivía, Malagón, quien residía en el mismo sector, la forzó a entrar a su casa.

“Hubo un testigo que vio cómo Malagón obligó a mi hija a entrar a su casa”, dice Temilda Pinilla, madre de María Yolanda. “Yo fui hasta la casa de ese tipo. A pesar de que se escuchaba música a todo volumen y el llanto de alguien, nadie me abrió la puerta”.

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Fotografias de Oswaldo González

Posteriormente, Temilda se encontró a Malagón, quien negó, entre nervioso y exaltado, haber visto a María Yolanda.

El esposo de Temilda acudió a la Policía. La respuesta fue igual de cínica a la que le dieron a la familia de Yessennia Chacón: “No se preocupe, debe estar tomándose algunos tragos con los amigos”.

Malagón pagó apenas cuatro meses de cárcel por su presunta responsabilidad en la desaparición de María Yolanda. La fiscal del caso jugó a su favor. Cuando Temilda se comunicó con ella, esta le respondió: “Doña Temilda, le aseguro que Luís Humberto Malagón no tuvo nada que ver en la desaparición de su hija. ¿Cómo se le ocurre que ese señor tan pobre iba a hacer eso?”.

Diecinueve años después, Temilda todavía conserva uno de los vestidos favoritos de María Yolanda: un traje de color negro adornado con flores tejidas en hilo blanco.

El diploma de Juan Camilo Mora

Los familiares de Juan Camilo Mora, secuestrado el 19 de enero de 2006 por el Frente 51 de las Farc, participaron en algunas de las reuniones organizadas por la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas durante el actual proceso de paz. Aunque al principio estuvieron expectantes ante la posibilidad de saber qué sucedió con Juan Camilo, ahora viven en un evidente estado de resignación.

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Fotografías de Oswaldo González

“No esperamos nada. No tenemos ninguna expectativa”, afirma Rafael Mora, padre de Juan Camilo, quien tenía 27 años cuando desapareció.


El diploma que obtuvo Juan Camilo como administrador de empresas es uno de los objetos que sus familiares guardan con mucho cariño.


Ese jueves 19 de enero, Juan Camilo recibió una llamada. Tenía que ir al barrio Santa Cecilia, en la localidad de Suba, a entregarle unos documentos a la persona con la que había hablado por teléfono. Juan era administrador de empresas y trabajaba en la compra y venta de carros.

Nunca regresó a su casa. El viernes siguiente sus familiares se enteraron de que el carro en el que Juan Camilo había sido raptado apareció en el kilómetro 10 de la vía a Choachí. “En esa época la guerrilla usaba esas rutas para llevarse a las personas al Sumapaz”, dice Rafael.

“Al Gobierno solo le importa firmar ese acuerdo de paz sin importar el costo que tiene para los que sufrimos en carne propia el secuestro o desaparición de un familiar”, asegura Rafael.

El diploma que obtuvo Juan Camilo como administrador de empresas es uno de los objetos que sus familiares guardan con mucho cariño.

Los registros fotógraficos de un montañista

Alberto Parra nació en El Pitalito (Huila). Era fotógrafo aficionado y le gustaba registrar paisajes colombianos. La Sierra Nevada de Santa Marta y la Sierra Nevada del Cocuy fueron algunos de los lugares en los que estuvo este excursionista.

Alberto siempre le decía a su familia: “¿Cómo es posible que no visitemos el Nevado del Huila teniéndolo en nuestras narices?”.

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Fotografía de Kicho Cubillos

El viernes 6 de diciembre de 2013, Alberto, de 30 años, viajó solo al Nevado del Huila, en donde fue secuestrado y asesinado por las Farc. En julio de 2015 fueron hallados sus restos.

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A la izquierda, Rubén tiene puesta la chaqueta preferida de su hermano y sostiene una de las maletas con las que este se iba de expedición. A la derecha, el hijo de Rubén muestra una camiseta negra que su tío le heredó. Fotografía de Kicho cubillos

 

“Uno o dos días después de que la guerrilla lo retuvo, Alberto fue asesinado con un tiro de gracia en la cabeza”, cuenta su hermano Rubén, quien en esa época se desplazó, en vano, hasta el municipio de Belalcázar en busca de información.

Rubén conserva dos objetos que identificaban plenamente a su hermano: una chaqueta para escalar montañas y un computador con el backup de todos los registros fotográficos que hizo en cada una de sus aventuras.

La guerrera militar del soldado Domínguez

Ana Elvia Castro crió a cuatro hijos, de los cuales dos, John y William Domínguez, fueron secuestrados. Muchos colombianos recordamos a William. En 2009, después de haber estado dos años en manos de las Farc, finalmente recuperó su libertad. Como muestra de agradecimiento al Gobierno y a las Fuerzas Militares, el soldado cantó ‘Cómo nos cambia la vida’, un tema que compuso mientras estuvo en cautiverio.


Ana Elvia atesora la guerrera militar de William como un símbolo de sus dos hijos desaparecidos, porque de John, su otro hijo, no sabe nada desde el 2000.


En su momento, la canción fue todo un suceso mediático. Pero en el fondo solo demostraba resentimiento y aflicción por parte del soldado Domínguez. “Mi hijo era alegre y muy inteligente. Cuando lo liberaron no fue el mismo”, afirma Ana Elvia.

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Fotografías de Oswaldo González

William Domínguez murió en 2011 en Bogotá tras un incidente callejero. Ana Elvia atesora la guerrera militar de Willliam como un símbolo de sus dos hijos desaparecidos, porque de John, su otro hijo, no sabe nada desde el 2000, año en que fue secuestrado presuntamente por las Farc en el municipio de Villarica (Tolima).

Aun así, ella todavía confía en que algún día regresará a casa. “Tu sabes cómo somos las mamás”, dice.

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