Ud se encuentra aquí INICIO Historias Jovenes Campesinos Defienden La Importancia De Los Paramos De Cundinamarca A Traves De La Cultura

Muralismo y resistencia campesina juvenil para frenar el ‘fracking’ en el Páramo de Chingaza

Hace cinco años se formó la Asociación Fortaleza de la Montaña, un parche  de jóvenes y campesinos que buscan, por medio de la expresión artística y el debate, hacerle frente al daño medio ambiental en este ecosistema. Ya realizaron la primera Jornada Muralista “Montaña de Agua”, y planean otra para noviembre.

Carolina Romero

“El fracking es un monstruo dormido en el país pero va a despertar, estas cosas se piensan a largo plazo. Estamos atentos a lo que se viene… queremos este páramo y estamos para protegerlo”, dice Luisa, una joven trabajadora social de Guasca (Cundinamarca), al referirse al Páramo de Chingaza, ubicado a hora y media de Bogotá.

Como Luisa, otros 20 jóvenes de diversas profesiones, incluyendo campesinos de la zona, se juntaron en la Asociación Fortaleza de la Montaña hace cinco años para poner sobre la mesa debates en torno al medio ambiente, la producción en el campo, la cultura de la zona y la memoria.

La mayoría de estos jóvenes viven en Guasca pero se preocupan por la montaña andina y por el Páramo de Chingaza, son jóvenes que ven y entienden el territorio de forma más amplia. Su misión es promover el cuidado de un ecosistema que, entre otras cosas, abastece de agua al 80% de los bogotanos y al 90% de los habitantes de Villavicencio, gracias a sus casi 40 lagunas.

 

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Tienda de La Concepción. Muro pintado en conjunto por los colectivos Mal, Survano y uno de los jóvenes campesinos.

 

“Yo aprendí a caminar estas montañas por mi papá. Con el parche también veníamos a acampar, pero nunca pensábamos en la importancia estratégica que podía tener esta zona”, recuerda Luisa mientras camina por un terreno fangoso de La Concepción, una de las veredas que colinda con el páramo, entre los municipios de Junín, Guasca y Guatavita (Cundinamarca).

Al momento de formar la Asociación, sus cabezas empezaron a llenarse de cuestionamientos: ¿Cómo es que todos estos ríos terminan represados? ¿Cómo es que teniendo tierra para trabajar igual hay pobreza? ¿Por qué hay vergüenza de las raíces campesinas?

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Doña Leonor, afiliada a Cooagroguavio. Ordeña sus vacas dos veces al día. 

 

En medio de esas dudas, en 2011, se enteraron de un proyecto de exploración a cargo de la Nexen Petroleum Company, una petrolera chino – canadiense. Mediante la Resolución 363 del 3 de marzo de ese año, el entonces Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, otorgó un permiso a la compañía para hacer exploraciones en el Bloque Sueva, ubicado en los municipios de Junín, Guasca y Guatavita. El fin era buscar hidrocarburos no convencionales, gas debajo de la tierra. Y lo iban a hacer mediante el fracking.

La extracción minera bajo esta modalidad consiste en perforar kilómetros de tierra para llegar a la “roca madre” o la parte más profunda del subsuelo, donde reside el combustible en forma de gas. Para liberar el gas se requiere de un compuesto de agua, arena y elementos químicos que ejercen una enorme presión sobre la roca y lo conducen hacia camiones para almacenarlo. Parte del fluido se desplaza bajo la tierra y otra parte contaminada vuelve hasta la superficie, a través de ríos y otros canales de agua, como explicó el investigador de la Universidad de Los Andes, Camilo Montes Rodríguez, en el foro que realizó la universidad sobre el tema.  

Según un estudio del Centro Tyrell de la Universidad de Manchester, el fracking tiene un alto impacto medioambiental y en la salud pública, ya que genera, entre otras cosas, contaminación de aguas, ocasionando a veces cáncer por el uso de productos químicos, sin mencionar la gran cantidad de agua que se requiere.  

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"El único rastro de la perforación es la placa y el terreno que se desliza" dice Luisa. 

 

En 2012 la Contraloría General de la República expidió una advertencia sobre los riesgos geológicos, ecológicos y de salud pública que podía tener su implementación en Colombia y por ahora no se ha hecho la primera perforación pero sí se han otorgado licencias para explorar yacimientos, que solo pueden ser explotados a través del fracking

“Identificaron un punto en Junín y otro en La Concepción, en la zona más cercana al bosque, donde viven los osos de anteojos. Firmaron un contrato con uno de los campesinos más viejos de la vereda para hacer la exploración. Ellos imaginaban que era tomar solo unas muestras, pero hicieron un helipuerto a 200 metros de una reserva donde también había aves”, dice Luisa, mientras señala los árboles que marcan el límite de la Reserva Carpatos de Guasca.

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Terreno en que se hizo la perforación. Al fondo, los árboles que delimitan la Reserva Carpatos.

 

A raíz de esto, los osos y las aves migraron de la zona cuando se hacía la exploración, y al dueño del predio le dio un infarto por el ruido del taladro gigante. Para poder tener acceso a la licencia, la Nexen tuvo que sembrar especies nativas de árboles, donar materiales para construir la sede de la Cooperativa Agropecuaria del Guavio (Cooagroguavio), proveer un tanque de enfriamiento para la leche y contribuir con mejoras en la infraestructura del casco urbano. Todo eso lo cumplieron después de sus trabajos.

La compañía petrolera se fue en septiembre de 2013 sin comunicar los resultados, pero buscando en internet, la Asociación encontró que habían hallado gas y que el territorio era potencialmente explotable.

“Nos preocupamos y se nos ocurrió pintar toda la vereda. Era la forma en que La Concepción le daría un mensaje al país: este es un territorio de vida que no puede estar para la minería”, explican desde la Asociación.

Hoy las casas de la vereda están decoradas con murales que recuerdan al oso de anteojos, al puma, al frailejón y otras especies nativas de flora, además de vacas y elementos con los que los campesinos trabajan día a día las tierras.

Los murales se hicieron entre el 30 y el 31 de octubre del año pasado en medio de la Jornada Muralista “Montaña de Agua”. Los jóvenes de la Asociación invitaron a 25 artistas de Bogotá como Lorraine, Diana Ojeda y Mal Crew, entre otros, para que intervinieran las fachadas. Dos meses antes habían pintado la escuela con ayuda de los niños, pero esta vez la idea era pintar 14 casas pertenecientes a las familias de Cooagroguavio, que produce hasta 2.400 litros de leche cada tres días y le venden a Colanta.

 

Los campesinos acogieron a los muralistas en sus casas durante esos días y les dieron comida. A cambio, los artistas, todos jóvenes, pintaban sus fachadas. “Nos empapamos por completo por la lluvia, pero en medio de eso creamos vínculos de solidaridad. Nos llevaban tinto, aguapanela y comida mientras seguíamos pintando”, recuerda Lucho Gómez, que hizo parte del colectivo encargado de pintar la sede de la cooperativa, en donde hoy se pueden observar vacas, caballos e imágenes referentes a las actividades campesinas diarias.

Cada familia participante dio ideas para el mural de su casa y algunos hasta se animaron a pintar. Se hizo también una actividad de integración con chicha y olla comunitaria, ya característica de la Asociación, que también organiza festivales de música en Guasca: el del Guaque para la defensa y protección del páramo, y el Chicha Rock, que cuenta con la participación de bandas de rock que vienen de Bogotá y otros municipios de Cundinamarca.

Después de la jornada de muralismo, los campesinos de La Concepción y los jóvenes de la Asociación estrecharon sus lazos y empezaron a trabajar codo a codo por la defensa del Páramo de Chingaza. “La Concepción no ha hecho el ejercicio de reconstruir quiénes son y lo que les ha pasado, y es importante tener eso en cuenta para hacerle frente a lo que se viene pues esto implica una reapropiación del territorio”, recalca Luisa.

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Sede de Cooagroguavio, cooperativa lechera. Muro del colectivo Supresión Alternativa.

 

Con “lo que se viene” se refiere al fracking, pero también el posconflicto, pues ve en la tierra la base para construir una paz real, una paz que tiene que ver también con reconocer las estructuras ecológicas, pues el medio ambiente ha sido otra víctima del conflicto armado.

Durante el último año, los jóvenes de la Asociación Fortaleza de la Montaña han trabajado fuertemente para dejar claro su mensaje, que planean reforzar con una segunda jornada de muralismo aún más ambiociosa con artistas invitados para el mes de noviembre, pues quieren mostrar sus avances en el territorio y seguir alimentando el debate.

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