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Fiestas clandestinas en Bogotá, el refugio de muchos

La rumba extendida en Bogotá es casi un hecho. Pero, ¿qué va a pasar con las fiestas clandestinas? Hablamos con los dueños de un ‘amanecedero’ cuyo nombre reservamos, claro, a la clandestinidad. Sepa en qué situación queda este tipo de eventos al margen de la ley.

Sebastián Aldana Romero

En la entrada del sitio no hay quien pida cédula. Acá no importan los papeles. Se puede beber y consumir drogas, exceptuando las inyectadas pues hace poco casi se les muere un pelado en pleno viaje. 

En este lugar han hecho fiestas punk, drum & bass, rock & roll, hardcore; incluso hicieron un equinoccio: evento medio místico basado en los signos zodiacales. El género de la rumba tampoco importa. 

¿Ustedes van a pegarse al decreto que legaliza la rumba extendida en Bogotá? 

Sí. Uno no es que trabaje muy tranquilo cuando está de ilegal. Se trabaja con las pelotas en el cuello. Lo rico es estar de legal: rico poder tomarse una cerveza y que la policía, en lugar de joder, ofrezca acompañamiento. 

Y entonces, ¿por qué es un bar clandestino?

Mi mamá fue la que montó esta vuelta. Estaba cansada de tener que aguantar a un montón de vagos en la casa tomando y drogándose. Pero las veces que ha venido siempre dice: “Bueno, y ese poco de muchachos qué hacen a las tres de la mañana, ¿qué TransMilenio cogen? Están expuestos a un paseo millonario o a una violación”. Si vamos hasta las cinco o seis de la mañana no es porque nos vayamos a lucrar vendiendo cerveza, sino porque esto a la final es un refugio. 

En porcentaje, ¿qué tan legal es el bar?

Es 85% legal. El problema es que el permiso para seguir hasta las seis no estaba, por eso la casa está insonorizada, para que los policías no puedan escuchar nada. Con este decreto completamos el 100% de legalidad. Nosotros duramos un año sin papeles, pero ahora estamos inscritos en La Cámara de Comercio y cumplimos con los requisitos de salubridad. También tenemos el de bomberos. 

¿Han tenido líos con la policía?

Sí. Ya nos sellaron una vez el bar por una pelea que se nos salió de las manos. Hubo apuñalados, trancón en el carril de TransMilenio. Fue por gente no deseada que subió por los balcones.

¿Cómo hicieron para abrir de nuevo?

Era una sellamiento de advertencia. Duró ocho días, pero igual se hicieron ensayos de bandas durante esos días. El dilema ahí es: ¿qué pasa si la banda trae trago o si nos quieren ofrecer una copa? Son vacíos que deja la ley y que tenemos que aprovechar, porque dejémonos de vainas, parce, la ley jode a los que nos gusta la farra. 

¿Otros líos?

Sí. Durante el primer año, cuando no teníamos ni un solo papel. Pero no lo voy a negar, siempre han sido muy comprensivos. La primera vez que nos pillaron fue así:

—Oigan, ¿ustedes qué están haciendo acá? —preguntó el policía.
—Esta es mi casa y traje a 300 amigos.
—Pero, ¿todos los días?
—Sí, es que somos muy borrachos. 

Después pusimos una cama para que nos creyeran. Al final hicimos los trámites de los que le hablaba antes. 

¿Al bar puede entrar cualquier persona?

No. Acá no es que venga a parchar toda la ciudad. Acá nos reservamos el derecho de admisión. 

¿Quiénes pueden?

Uno sabe más o menos cuáles son las personas que pueden entrar y cuáles no. Estamos abiertos a cualquier tipo de rumba. Hemos tenido desde rumba de punkeros, que desatan una guerra al estilo del Señor de los Anillos, hasta Equinoccio, que es esa a la que no pueden entrar chinos con barros en la cara, sino solo gente “bonita”. Sobre los que no pueden entrar preferiría no hablar. 

Con la rumba extendida, ¿qué cree que va a pasar en materia de seguridad? 

Al final esto es un refugio. Se acaba la rumba a las 2:30 a.m. y alguien que viva en Bosa, por ejemplo, queda a la deriva. Paila. Lo arropó la mierda. ¿Qué hace? Salir a la jungla de asfalto a defenderse. Aunque claramente no todo el mundo se va a quedar toda la noche en el bar. Ese es el problema. Las riñas, los robos, todo eso aumenta porque la gente indeseada ya tiene más motivos para quedarse en la calle. 

Hace ocho días, en la primera jornada de rumba extendida, dos manes iban a atracar a un borrachín. ¿Por qué andaban robando a esa hora? Menos mal salimos con palos y los perseguimos. En sí, la inseguridad no aumenta porque los chuzos estén abiertos. 

¿Ustedes creen que esta idea de refugio es general entre bares legales y bares clandestinos?

Ahí toca mirar el filtro que tienen en las entradas. No voy a decir nombres, pero hay bares que sencillamente son una olla a presión por grupos de personas que tampoco voy a nombrar. Uno ya duró mucho tiempo callejeando y sabe cómo es la vuelta. 

¿Será que todos los bares quieren adherirse a este decreto?

Entre nuestros vecinos hay un putiadero y, así no sea un bar, hay rumba hasta el amanecer, con música a toda mierda. Acá al menos está insonorizado. La cuestión es que está cobijado por una ley de trabajos varios. Nosotros la íbamos a implementar, pero nos significaba tener que pagar prostitutas todo el tiempo. 

Como este putiadero, hay más ´amanecederos´ que tienen una "fachada" para esconder lo otro. 

Por último, ¿ cuáles son las zonas de rumba más inseguras?

1. Chapi. Chapinero es una olla, un zoológico sin malla.
2. La Primera de Mayo, porque agrupa a mucha gente indeseada.
3. La Zona Rosa.

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