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Guerras, cosmogonía, contrabando: un palabrero nos habla de lo que implica ser Wayúu

Rafael Mercado Epieyu es lingüista de la Nacho, actualmente asesora a un equipo del Ministerio del Interior y su oficio de mediador indígena lo pone entre dos roles, el “occidental” y el Wayúu. “En Colombia, donde existen más de 84 cosmovisiones, no hay una sola creencia y eso es lo que el país no ha logrado comprender a través de sus universidades y solamente venden ideas extraídas de otros países”.

Andrés Ortiz Guzmán

El pueblo Wayúu, habitante centenario de las playas y los desiertos del extremo norte colombiano y del noroccidente venezolano, tiene unas dinámicas de organización social complejas: se divide en clanes —familiares— y como son un pueblo matriarcal por cosmogonía, la pertenencia a ellos se da a partir de la línea materna de cada indígena.

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Cada clan se identifica con un animal específico y habita un territorio delimitado. Es un pueblo internamente diferenciado, pero para ellos “diferencia” no es sinónimo de “división”. Por el contrario, el diferenciarse representa el principio para llegar a la paz y para convivir pacífica y armónicamente, es el principio de la convivencia a partir del respeto. Para ellos, la existencia misma está dada a partir de la diferencia: cada Wayúu tiene algo de animalidad, de vegetal, de tierra, de mar, de viento, de oscuridad. Y es a partir de esa diversidad, la cual nace del cosmos, que se crea la estructura social Wayúu. 

Sin embargo, “la religión católica comenzó a determinar qué es lo más importante, qué es lo salvaje, qué es lo civilizado, qué es lo indio y qué no, quién tiene buen olor y quien tiene mal olor, juicios que han modificado nuestra manera de pensar”, asegura Rafael Mercado Epieyu, indígena Wayúu del clan Epieyu quien actualmente trabaja con un grupo de abogados de la Oficina de Población, del Ministerio del Interior, asesorándolos en la solución de un conflicto entre dos familias: la Epinayu y la Ipuana. La entidad estatal lo llamó para escuchar y orientar el diálogo entre las dos familias y el Ministerio para poner fin a “un conflicto que lleva más de 20 años”.

Podría decirse que Rafael tiene dos personalidades: por un lado está la “occidental”, relacionada con la academia, que lo apasiona y que le causó problemas en el colegio cuando fue objeto de burlas por parte de sus compañeros, quienes se reían de su extraña manera de hablar el español —que todavía no dominaba del todo en aquel entonces—. Le decían los niños sin pena alguna que por “indio” no podía aprender, que por “indio” no hablaba, sino que más bien hacía ruido.

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La mejor manera de enfrentar aquellos soberbios comentarios fue estudiando en una universidad y alcanzando el título de maestro. Así, haciendo uso de los cupos especiales que ofrece la Universidad Nacional para miembros de comunidades indígenas, estudió Lingüística, una carrera que combinaba sus dos pasiones: la oralidad y la escritura. Hoy, además, cursa una maestría en Educación avanzada en la Universidad de Antioquia. 

Su otra personalidad es la indígena. Dentro de la comunidad Wayúu se desempeña como palabrero, reconocimiento, dice él antes de empezar esta entrevista, que le debe a sus abuelos, quienes también lo eran. El palabrero, o Pütchipü’ü en wayuunaiki, es el encargado de mediar cualquier conflicto dentro del clan. No hace las veces de juez ni pretende establecer una sentencia, sino que sirve de mediador entre las partes para que ellas mismas den solución al conflicto en el que se encuentran.

¿Cómo definen los Wayúu la guerra?

Siempre que hay un problema, por mínimo que sea, los Wayúu buscamos borrar ese error a través de la armonización con los animales y las plantas. Si una persona de un clan ofende a otro de otro clan, al ofensor se le transmite un conocimiento a través de la palabra de consejo y es bañado con una planta sagrada al tiempo que se sacrifica un animal. Todo esto busca restaurar el respeto de la naturaleza, el mundo animal y de la tierra, porque todo Wayúu que rompe los principios de la convivencia, que se basan en la paz, tiene que buscar nuevamente esa armonización y equilibrio. Entonces no hay un concepto tan amplio sobre la guerra. Que haya problemas, sí, pero se trata siempre de evitarlos o borrarlos pues no es conveniente para ninguno. 

Pero no es un secreto que los conflictos entre los Wayúu suelen adquirir una dimensión violenta. Si usted no los concibe como guerras, ¿qué son entonces?

Eso es un desequilibrio, una desarmonización con el mundo natural y el mundo espiritual. Hay que buscar armonización, si no, los dos clanes siempre van a estar en desgracia, siempre sus descendientes van a estar en eso. Para que eso no suceda las dos familias deben sentarse a dialogar para llegar a un acuerdo de convivencia bajo el principio de la armonización con las plantas, con los animales y con lo espiritual. Si no se logra eso, va a estar siempre lo que usted ha denominado como una relación violenta, porque se rompió el equilibrio. 

En un libro publicado por la asociación Wayuu Araurayo se menciona que ustedes han perdido aquella memoria que narra el origen de cada grupo. ¿Puede ser esta pérdida de memoria un causante de desarraigo y falta de simpatía entre familias?

Antes yo lo creía, porque uno se remite solo a los libros y a los textos. Ahora que estoy al frente de la creación del sistema de educación Wayúu, me doy cuenta de que son conceptos errados y además irrespetuosos por parte de los autores al hacer una afirmación como esa. 

Lo que sí ha pasado es que se han dejado los saberes de los ancianos, y la educación que se desarrolla en territorio Wayúu es una educación montada en la sociedad “dominante”, como la llaman muchos. Eso sí es verdad. Pero de que haya sido totalmente olvidado, es algo erróneo. 

Entonces reconoce que sí se ha dado un distanciamiento entre los Wayúu y sus creencias y conocimientos ancestrales...

Sí, sí, porque la educación, a estas alturas del siglo, no valora los conocimientos de los pueblos indígenas. Siguen siendo categorizados como pensamientos ya primitivos y fosilizados. Por lo tanto los jóvenes indígenas deben ser introducidos en el modernismo y la globalización.

En un país como Colombia, donde existen más de 84 pueblos, es decir 84 cosmovisiones [distintas], no existe una sola creencia y eso es lo que el país no ha logrado comprender a través de sus universidades, sus claustros sagrados científicos y solamente venden ideas extraídas de otros países.

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¿Es este un factor detonante de conflictos entre los Wayúu?

Claro. Por ejemplo los jóvenes actuales, en el caso de los abogados, no usan realmente el sistema normativo Wayúu, sino que tratan de introducir el sistema normativo del Estado Colombiano, porque a ellos se les ha formado para desprestigiar el pensamiento de sus abuelos, se les enseña que la verdadera justicia es la escrita, la del Estado colombiano, que la única persona que sabe de justicia es aquella que asistió a una universidad, y entonces, para hacer creer que lo que están haciendo es indígena, empiezan a meter pedazos de lo indígena al sistema ordinario. Y cuando eso ocurre hay un roce, hay una imposición. Terminan por desprestigiar y desconocer el conocimiento de los abuelos.

Usted sabe que uno de los pueblos indígenas que no se ha dejado someter fácilmente es el pueblo Wayúu. A algunos ancianos les molesta y les inquieta que se estén haciendo estas cosas, y eso genera un desequilibrio dentro de la cultura Wayúu.

¿Cuáles cree usted que son las causas principales que llevan al enfrentamiento entre clanes? 

Hasta donde yo conozco las diferentes historias, los conflictos entre clanes se dan a partir del hurto de los animales y de los distintos objetos que se empezaron a introducir en los diferentes clanes. Por ejemplo, el ganado, los caballos, el fusil, los carros. También últimamente se están dando a partir del desconocimiento de los viejos por parte de los jóvenes letrados, ahí se ha dado un conflicto a partir de un desequilibrio y un irrespeto hacia los principios morales de la cultura Wayúu. Las multinacionales también han sido un causante de conflicto porque los jóvenes letrados engañan a los viejos para salir beneficiados con las regalías y a veces son jóvenes de otros grupos claniles. Ese es un conflicto que lleva unos 40 años, que se generó con la empresa que se llama Texas, hoy conocida como Chevron.

Eso pasó en el conflicto entre la familias Epinayu e Ipuana. Los jóvenes Epinayu hicieron un trato con los viejos Ipuana para dividir las regalías de la Estación Ballena (estación de extracción de gas de la multinacional Chevron) entre los dos clanes. Sin embargo, los jóvenes Epinayu terminaron quedándose con la totalidad de las regalías surgidas de la estación.

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En un artículo de un miembro del Instituto Colombiano de Antropología e Historia se menciona una serie de causas recurrentes en los conflictos. Entre ellas, el control de áreas territoriales y la existencia de jerarquías sociales.

Sí, lo que pasa con lo del territorio es que digamos que tú eres Wayúu y tu territorio es Bogotá. Para yo instalarme en Bogotá necesito tu permiso, entonces te mando la palabra pidiéndolo. Cuando ya tengo tu autorización, puedo ir a compartir tu territorio. Lo que pasa a veces es que el clan “invitado” puede prosperar económicamente y crear alianzas matrimoniales con sus anfitriones u otras familias, hasta que llegan a ser lo suficientemente fuertes para desafiar el liderazgo político del territorio de los anfitriones. 

En cuanto a jerarquización, existe una palabra de los viejos que dice: “aquí todos somos Wayúu y aquí todos tenemos familia, aquí nadie es más rico y aquí nadie más pobre, aquí todos somos iguales”. Nadie puede hacer lo que quiera con otro Wayúu porque dice ser más rico o más importante. Si lo hace, entonces ahí sí se genera un conflicto.

¿Qué tanto ha influenciado el narcotráfico y el contrabando al incremento de conflictos entre familias?

Lo que el Gobierno llama contrabando es la práctica comercial de la cultura Wayúu. Que el Gobierno haya estigmatizado eso a través de un discurso racista, excluyente y dominante, es otra cosa. Esa es una problemática que data desde los primeros asentamientos coloniales en La Guajira. Desde que los Wayúu se rehusaron a rendirles tributo a los virreyes y al rey de España, nuestras prácticas comerciales han sido estigmatizadas. Y eso continúa hoy, el gobierno ha acudido a medidas como el fortalecimiento de la zona fronteriza con Venezuela, implementado puestos de control con apoyo de la armada y el ejército nacional, y el gobierno venezolano ha incluso cerrado la frontera. 

Pero esa es la forma tradicional de intercambiar productos de los Wayúu. Esa era nuestra práctica comercial. Nosotros estamos en todos los medios de comunicación que dicen que nuestros hijos se nos están muriendo. Claro, cómo no se nos van a morir nuestros hijos si nos están cerrando nuestros canales de comercio. Se dan conflictos por otros factores que no son el llamado contrabando, sino la escasez de alimento y de agua. En la época de la marimba sí existió una violencia que fue muy famosa en La Guajira a través de la historia del conflicto entre dos familias: Cárdenas y Valdeblánquez. Pero eso no era Wayúu, sino que los guajiros se valieron del  sistema social Wayúu para trasportar sus marihuanas a través del mar y también para enfrentar su guerra interna como guajiros. Entonces hay muchas historias detrás de cada uno de estos momentos históricos.  

(Si le interesa profundizar en este fenómeno particular, aquí le dejamos un completo informe de la facultad de Economía de la Universidad del Rosario)

¿Por qué en un conflicto clanil se persigue específicamente al tío materno y a los hermanos de quien cometió el crimen?

Por lo que el clan se hereda a través de la madre. Es la parte materna, es su carne la que debe asumir el conflicto. Por ser de su carne entonces hay que seguir maltratando esa misma carne.

Tengo entendido que la esencia de las mujeres Wayúu es superior a la de los hombres… 

La mujer y el mundo femenino, en la cosmogonía Wayúu, son el principio de todas las cosas que existen. Es a la mujer a quien se le entregan los nombres de los clanes. La mujer pertenece al mundo sagrado y eso se respeta. El hombre es un producto que nace de la mujer. El hombre nace para la continuidad de los Wayúu y para defender los intereses económicos de la mujer y del clan que también es en sí mujer, defender de tratos violentos de otros hombres hacia la mujer, y también para defender la moral del clan. 

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¿En caso de ser violentada una mujer, cuál es la consecuencia para quien lo hizo?

Se violenta a la mujer del otro clan. Se violenta a la mujer de quien lo hizo. 

Los conflictos tienen también una dimensión “mágica”, unos rituales. 

Esos rituales se dan a partir de sueños, son para evitar que quien soñó con algún tipo de violencia, sea violentado o asesinado. Se trata de evitar, de que no le pase nada o que si se va a encontrar con los enemigos, la fuerza de la planta o del baño, no le permita que salga herido. Lo que pasa es que esos rituales son secretos, el que soñó no le puede decir a nadie, él mismo prepara el baño con plantas sagradas pero no se lo puede decir a nadie. 

¿Cómo funciona el suküaipa o derecho Wayúu?

Se basa en la importancia de la sangre, de carne clanil, la moral y la ética de la cultura de los Wayúu, el territorio ancestral, la relación de parentesco que existe entre nosotros y la historia de cada uno de los clanes que están en el conflicto. Una falta se vuelve más grave cuando quien la ha cometido no reconoce que cometió una falta. Esto porque no está respetando los principios de los Wayúu, ni al otro individuo del otro clan, ni al clan como tal.

¿Qué tanto interviene el Estado colombiano en sus asuntos de justicia? 

En algunas partes se respeta toda la cuestión Wayúu y en otras partes no. Se han generado algunos conflictos entre los Wayúu y esta institucionalidad. Por ejemplo, el Estado no reconoce que Riohacha es territorio Wayúu, entonces dice que cada vez que un Wayúu cometa una falta en Riohacha debe ser tratada con la ley ordinaria y no con el suküaipa. Para nosotros Riohacha es territorio Wayúu, antes de que existieran todos estos municipios, La Guajira ya estaba aquí con los Wayúu. 

¿Cómo definen los Wayúu la paz? 

Hay un término, errajirauua, que significa encontrarse de frente, verse frente a frente con el enemigo y olvidarse de las muertes y el dolor, y empezar a estrechar la mano para lograr el equilibrio fundamental para la convivencia en paz. El equilibrio debe perdonar lo humano, hay que respetar la Tierra, el territorio, el agua, los árboles, los diversos lugares donde la Tierra nos ofrece comida, las playas. Todo eso debe entrar en la armonización para llegar a una convivencia pacífica.

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