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Los colombianos detrás de la primera obra nacional expuesta en el Burning Man Festival

La instalación interactiva de ocho metros de altura y más de cinco toneladas de madera invita a sus visitantes a reflexionar sobre la dualidad, el equilibrio y la reciprocidad mientras disfrutan de la satisfacción del trabajo en equipo, principios presentes en la sabiduría ancestral de los indígenas arhuacos. 

María Alejandra Fajardo

El Burning Man es un festival que se lleva a cabo en el desierto de Nevada, en Estados Unidos. Los más de 70.000 participantes y asistentes unen esfuerzos año tras año para darle vida a Black Rock City, una metrópolis que solo existe durante siete días y que está dedicada a exaltar el arte a través del trabajo en comunidad. 

Esta edición del festival contó por primera vez con la participación de un colectivo de creadores nacionales. Para María Paula Martínez, fotógrafa y diseñadora gráfica que se encargó de gestionar las relaciones públicas y de comunicación de Aluna, nombre que recibió esta propuesta artística, participar en el Burning Man ha sido una de las experiencias festivaleras más extrañas y liberadoras del mundo, tal y como lo cuenta en este detallado relato sobre cómo es llevar arte colombiano a este evento.

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Dentro del equipo de trabajo también encontramos a David Marulanda , un arquitecto de la Universidad Nacional que ha demostrado un gran interés por la arquitectura de la comunidad Indígena Arhuaca de la Sierra Nevada de Santa Marta. Junto a él trabajó Brayan Orjuela, un ingeniero civil que se encargó del diseño estructural y del proceso constructivo de la instalación. César Lezama les ayudó a construir Aluna en el desierto. César es un indígena de la comunidad de los Seborucos, ubicada en el Chaparral Tolima, y ha a vivido la mayor parte de su vida en la selva amazónica. Es reconocido dentro de su grupo por sus habilidades para la construcción, la agricultura y la sabiduría sobre plantas medicinales.

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También están María del Pilar Sandoval, una economista que se puso “la 10” para gerenciar del proyecto y Rebeca Victoria, gerente de Nuvula, una marca de diseño autosostenible. Ella se hizo responsable de toda la producción y logística.

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El sonido estuvo a cargo de Camilo Montilla, un economista y músico que, en colaboración con el colectivo aLma.MaddR produjeron el universo musical de esta pieza durante el festival. La iluminación estuvo pensada por Leonardo Vilar, productor de instalaciones sonoras y lumínicas en su compañía SonicDesign.

Mauricio Ledesma, un cineasta, músico y DJ fue el operador de cámara y editor de video y trabajará con Toto García, otro cineasta colombiano, en la producción de un documental sobre lo que fue este proyecto artístico. 

Este año la temática artística estuvo enfocada hacia lo ritual, con esto en el panorama, Aluna logró promover ese instinto humano que tenemos de hacer sagrados ciertos acontecimientos, personas, acciones u objetos, llevando el arte y la cultura nacional hasta esta experiencia que es considerada como un espacio de libertad, intercambio y aprendizaje.

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