Proyectar para resistir en tiempos de pandemia
Junto a otras ciudades en Latinoamérica, Bogotá y Medellín han protagonizado estas acciones sobre las fachadas de los edificios con las cuales buscan mantener vigentes las discusiones que tenían lugar antes de la pandemia, así como reflexionar sobre la coyuntura actual.
Las medidas de prevención que encerraron a gran parte de la población mundial en sus hogares han obligado a los creadores a buscar nuevas maneras de expresarse. Entre estas están las proyecciones, muy usadas en las movilizaciones recientes en América Latina y que se han fortalecido por estos días. Ante la imposibilidad de habitar e intervenir el espacio público de formas habituales como el grafiti o las protestas, varios artistas y colectivos han encontrado en las proyecciones una alternativa para seguir actuando desde la casa y mantener vivas discusiones que han quedado rezagadas con el confinamiento.
El 2019 estuvo marcado por protestas y manifestaciones en varias naciones latinoamericanas. En el caso de Chile, las manifestaciones se extendieron por varios meses encendiendo la llama en otros países. Durante este tiempo el colectivo Delight Lab, un ensamble de “activistas lumínicos” con más de diez años de trayectoria, encontró en las proyecciones sobre muros estatales –como la fachada del congreso chileno– una forma de seguir gritando en medio del toque de queda de siete días decretado en Santiago luego de las fuertes protestas y la represión estatal.
En Brasil el colectivo Projetemos que se define como una red mundial de proyeccionistas libres, ha hecho uso de la proyección de mensajes a gran escala en los edificios más significativos de varias ciudades del país carioca para demostrar el descontento frente al gobierno de Jair Bolsonaro, así como para exponer cifras, denunciar y rechazar conductas racistas o exigir derechos como el aborto libre entre otras coyunturas sociales.
Así mismo, el Paro Nacional que inició el 21 de noviembre del año pasado en Colombia hizo manifiesto el descontento de varios sectores sociales ante muchas de las políticas implantadas por el gobierno de turno. Problemáticas sociales estructurales como la marcada desigualdad, la falta de recursos para la educación pública o los asesinatos sistemáticos a líderes y lideresas sociales, entre otras, motivaron multitudinarias marchas a lo largo y ancho del país en las que muchos comenzaron a explorar las proyecciones.
La necesidad de buscar alternativas para que la pandemia no fuese excusa para silenciar reclamos y problemáticas que agarraban fuerza antes del aislamiento, movió a muchos creadores a idear estrategias fáciles de llevar a cabo desde casa y que tuviesen un impacto entre los espectadores.
Fue así como vieron la luz algunos proyectos como Streetdente en Bogotá o La Nueva Banda de la Terraza en Medellín, quienes encontraron en el acto de proyectar un fuerte potencial transgresor y una nueva forma para mantener viva la lucha mientras las calles pueden ser habitadas de nuevo. Así mismo, ha habido otras iniciativas como la de Toquica Estudio que, bajo la misma forma, persiguen propósitos como visibilizar el trabajo de un gremio golpeado fuertemente por el aislamiento. Sin embargo, pese a las diferencias, es claro que la mera acción de proyectar en un muro en el espacio público es un acto político, independientemente de si su contenido lo es o no.
Estas iniciativas que se han ido desarrollando en ciudades como Bogotá y Medellín desde el comienzo de la cuarentena no solo se han encargado de las proyecciones, sino que también han organizado o apoyado colectas dirigidas a comunidades vulnerables, han tejido y fortalecido redes de personas con propósitos y talentos similares e incluso han servido de compañía para habitantes de calle. La colaboración entre creadores, así como mantener la llama de la movilización y las reivindicaciones sociales son visiones en las que coinciden muchos de estos creadores.
Aunque en principio su trabajo está dirigido a las proyecciones en las fachadas, para estos colectivos la proyección no es solo un ejercicio efímero, sino que prevalece a través de su registro con el cual pueden llegar a más espectadores. Justamente las imágenes en redes sociales no solo les han permitido ampliar el mensaje, sino que también han influido para que personas en otras ciudades y países repliquen el ejercicio. De cara a un posible final de la cuarentena, la preocupación se posa sobre la pregunta de cómo mantener vivo en las calles el potencial que hallaron en la tecnología y el internet.
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Streedente
Los artistas y activistas Diana Ojeda y Le Pridex son las cabezas detrás del colectivo Streetdente.
Diana ya había trabajado con proyecciones antes de la pandemia junto UTK Crew. De hecho, la época durante la que más proyectaron fue en el marco del Paro Nacional, en el que proyectaron carteles, fotos e ilustraciones que hacían referencia a la coyuntura y con la intención de sentar una posición política y de denuncia.
“Nosotros siempre estamos habitando la calle, interviniéndola y después de todo el proceso que venía del Paro Nacional y las marchas, pasar a estar en casa encerrados fue muy frustrante. Streedente es como esa forma de seguir activando, seguir denunciando y seguir estando presente en las calles” dice Diana.
A raíz de eso se unió con Le Pridex, comunicador visual y activista gráfico, con quien coincidía en la idea sobre el poder político y transgresor de las proyecciones. El nombre del colectivo lo sugirió él, partiendo de la definición de la RAE para la palabra estridente: “Dicho de una persona o cosa que, por exagerada o violenta, produce una sensación molestamente llamativa”. Eso, justamente, era lo que esperaban transmitir.
El spot desde el cual proyectan está ubicado en la culata del edificio ubicado frente a la casa de Diana, en Chapinero. Sobre ese mismo muro se ha proyectado cine mudo y videos musicales para los habitantes de calle del sector.
Diana comenzó proyectado gif escritos en luz de neón con mensajes como “Nos roban cada segundo” o “Hazlo real como La Etnia”, así como gráfica de denuncia y gráfica política de otros ilustradores, artistas y grafiteros. Más adelante colaboraron con los creadores del Manual de Carroña, proyectando algunos apartes de este fanzine.
(Conozca el ‘Manual de carroña y peores maneras’: aprendiendo a hacer cosas sucias de manera limpia)
Pero las proyecciones también han sido una oportunidad para reflexionar sobre la pandemia. En vista de la problemática de las banderas rojas, un símbolo que surgió también en la cuarentena y que representa el hambre, la necesidad y el abandono estatal de los sectores más vulnerables, gestaron la Exposición Banderas Rojas, que contó con el apoyo de Cartel Urbano y para la que se invitó a ilustradores, grafiteros y diseñadores a quienes se les pidió reinterpretar la idea de la coyuntura que tuviera cada quien, a través de una ventana, una bandera roja y una canción para acompañar el diseño. Según cuenta Le Pridex la idea era reivindicar a través de la gráfica ese derecho a la vida digna que en el papel tenemos como colombianos.
Entre los artistas que participaron está Almirón, Böns, Chirrete Golden, Sin Secuencia, Cucaracha Biónica, Enka, Tavo Garavato, Gavilán, Lili Cuca, Mugre Diamante, Notable Salazar, Onyko, Rapiña, Skore y Yurika MDC entre otros.
Aunque ya están pensando en una segunda entrega de esta exposición, Diana y Le Pridex son conscientes de que más allá de darle luz a esta problemática, con las proyecciones no se soluciona nada y la gente sigue con hambre. Es por eso que contemplan la idea de hacer unas postales alusivas a la exposición y a través de su venta reunir fondos para apoyar con mercados a personas en estado de vulnerabilidad.
A futuro planean extender las proyecciones hasta otros puntos de la ciudad, así como a otras ciudades y proyectar simultáneamente. También consideran la posibilidad de hacer mapping, y unirse con más ilustradores y creadores para acrecentar el poder de las proyecciones y sobre todo poder de llegar a muchos más lugares.
Su ideal es que Streedente se convierta en un espacio activo para denunciar y al mismo para dar a conocer el trabajo de muchas personas. Así mismo, buscan que este sea un escenario de interacción con otra gente que no necesariamente haga parte de la movida artística.
La nueva banda de la terraza
Entre treinta y cuarenta personas, once proyectores y un amplio círculo externo de colaboradores que envían piezas para ser proyectadas, conforman La Nueva Banda de la Terraza, una acción colectiva que nació en Medellín a raíz por el aislamiento. Cada domingo desde que se pone el sol y hasta donde les de la noche, proyectan en simultánea y desde diferentes puntos de la ciudad imágenes y mensajes de actualidad.
Sergio Parsons (músico), Felipe Tabares (investigador social) y Laura Mora (realizadora audiovisual y cineasta) fueron quienes arrancaron con el proyecto “orgánico y espontáneo” que está activo desde la segunda semana de cuarentena en Medellín. Con la intención de poner música de Boom Alakrán (la banda de Sergio), que tiene un contenido “bien político” y proyectar la película de Laura, Matar a Jesús, subieron con un proyector a la terraza del edificio en el que viven los tres. “Ahí es donde entra el azar de esta colectividad fantástica” cuenta Checho. Pasó un ventarrón y dañó la pantalla en la que iban a proyectar, lo que los llevó a darse cuenta de que al frente tenían la pared enorme de un edificio perfecto para hacer las proyecciones.
Esa noche empezaron a proyectar textos que iban escribiendo desde un computador. “Todo está muy raro” aludiendo a la obra de Antonio Caro, “Salud pública para todos” y “Helicóptero terrorífico”, refiriéndose al famoso helicóptero que vigila Medellín desde las alturas, fueron los primeros mensajes. “Somos La Nueva Banda de la Terraza”, dijo Checho un día, bautizando este ejercicio que ha sido uno de los más populares en estos tiempos de aislamiento.
Un par de días después y tras ver las fotos en sus redes sociales, Laura contactó algunos amigos que viven en el edificio Santa Clara en el centro, un lugar en el que coinciden varios realizadores audiovisuales, entre ellos Sara Arredondo (diseñadora de producto) y Pablo Melguizo (cabeza detrás de la plataforma La Ración Col) quienes también tenían un proyector. Así mismo se unieron la artista de performance María Paulina Álvarez y la periodista Estefanía Henao desde otros puntos de la ciudad.
Para los miembros de este colectivo –que ha intervenido lugares simbólicos de Medellín como el Teatro Lido– lo que los une, más allá del ejercicio de las proyecciones, es la preocupación de que la pandemia invisibilice todas las problemáticas sociales tan graves que aquejan al país desde mucho antes. Además, luchan por mantener encendida la llama que se encendió con el Paro Nacional del 2019.
“Creemos en el virus, pero sabemos que el virus no es el único problema que tenemos. Se le ha dado un manejo mediático como en términos de reality, con contadores de muertes y contagios en vivo y en directo. Lo que se está empezando a construir detrás de eso es un gobierno mucho más controlador aprovechando la pandemia para jodernos”, agrega Felipe.
Estos creadores han usado la red que se armó para compartir iniciativas como la de Putamente Poderosas (que ha hecho colectas para apoyar a las trabajadoras sexuales de la ciudad durante la cuarentena) Street Fighters o Everyday Homeless, quienes reúnen ayudas para habitantes de calle. También hicieron una edición espacial el 1 de mayo, el único viernes que han proyectado hasta ahora, para suplir de algún modo la ausencia de las tradicionales marchas conmemorativas.
El domingo pasado los chicos de Everyday Homeless proyectaron Matar a Jesús a habitantes de calle de Medellín, lo que resultó en un ejercicio muy conmovedor del que se hizo un registro fotográfico que luego fue expuesto antes los mismos habitantes de calle. “Exponerlos ante su propia imagen fue una acción hiperpoderosa”, comenta Laura.
Por otro lado, Pablo dice que la propuesta de la Nueva Banda de la Terraza tiene la firme convicción de que la imagen puede ser usada como motor de cambio. Laura agrega que en el acto de proyectar hay una experiencia estética, lo que por excelencia siempre va a ser una experiencia sensibilizadora. “Proyectar en un muro es toda una acción performática y estética. Ojalá conmueva el mensaje en su forma”, dice.
Por lo pronto trabajan en algunas ideas para que las proyecciones trasciendan el aislamiento del que surgieron. Un proyector móvil (o varios, si es posible), que acompañen las jornadas de protesta que se están programando para el próximo 15 de junio es una de estas. Por ahora empezaron convocando a la gente a salir y revivir el espíritu del Paro Nacional.
Otra de las ideas en desarrollo, que además demuestra la intención de democratizar el trabajo que han invertido en el proyecto, es la de enseñarle a la gente a hacer proyectores portátiles usando el celular y otros materiales sencillos. Esperan que se ensamblen miles de proyectores para engrandecer la difusión del mensaje. Lo sugieren incluso como una herramienta de escrache, poniendo de ejemplo las acciones llevadas a cabo por el colectivo Etcétera en argentina.
Por último, confían en que esta generación que levantó su voz en el Paro Nacional no se va a quedar callada y que, así como ellos, buscará la manera de decir las cosas y generar cambios. Ahora mismo los mueve la ansiedad por ver las reacciones de la gente cuando haya más presencia en las calles, así como de los entes que censuran como la policía. “Mientras haya malestar, seguiremos”, afirman.
Toquica Estudio
El diseñador industrial Andrés Toquica es quien está detrás de Toquica Estudio, un estudio de diseño gráfico que inició junto a su hermano, el artista plástico Francisco Toquica, hace más de siete años. Explorando otras formas de expresión en medio de la cuarentena, estos dos hermanos llegaron a las proyecciones.
Según cuenta Andrés, durante el aislamiento empezaron a hacerse varias preguntas en torno a su labor ¿Qué hacemos ahora que estamos todos en casa? ¿Qué va a pasar con el diseño? ¿Cómo hacer ahora que todo se redujo a vivir con lo esencial? fueron algunas de las preguntas que, a él y a su hermano, se le vinieron a la cabeza con el encierro. Por eso decidieron que lo que fueran a hacer tenía que ver con artistas, diseñadores, ilustradores y fotógrafos valiéndose de la calle como escenario para replicar el trabajo de otros y que llegara a público más allá del mismo gremio.
Frente a la ventana desde la que proyectan en Chapinero hay un edificio en construcción que quedó vacío desde que se decretó el aislamiento obligatorio, una coincidencia que les dio el telón perfecto para el ejercicio. Cuenta Andrés que empezaron a probar con frases libres escritas desde un Ipad. Recuerda que una de las primeras surgió a raíz de un cartel que un vecino pegó en la ventana de un séptimo piso. “Todo va a estar bien”, decía ésta.
Después siguió con animaciones, usando como referente el canal Locomotion, un espacio televisivo que migró a internet en el que se emiten diferentes tipos de animación. “Cuando mirábamos la franja de animación en Locomotion nos enterábamos de otros artistas o diseñadores y pensamos que eso era lo que queríamos hacer, mostrar el trabajo de amigos y otras personas en este espacio”, cuenta Andrés.
Por esta razón su contenido no busca ser político ni de denuncia. Para Andrés la sociedad colombiana está saturada de información, por lo que prefiere ofrecer un espacio “más libre”. “No buscamos generar reflexiones trascendentales, simplemente mostrar diferentes tipos de arte”, explica. Sin embargo, aclara que están abiertos a reproducir otro tipo de mensajes siempre que sean interesantes conceptualmente.
El ejercicio que hicieron hace unas semanas publicando el Manual de Carroña les trajo resultados interesantes. Personajes como Lucho Correa, Tavo Garavato o Manifiesto los contactaron para participar de las proyecciones.
Andrés cuenta que las proyecciones han generado impacto entre la gente que se mueve por el sector paseando a los perros o simplemente pasando por ahí. Ha habido personas que se han sentado a mirar, llevan comida y hasta aplauden algunas veces. Incluso les escriben preguntando cuando van a proyectar de nuevo para pasarse a mirar.
Sobre lo que viene para ellos ante un eventual fin de la cuarenta, es continuar con el proyecto adaptándose a la coyuntura. Han recibido propuestas para intervenir la fachada del Teatro Jorge Eliécer Gaitán y el Planetario, por ejemplo. Tienen claro que quieren seguir interviniendo muros, apropiándose de los espacios para dotarlos de otro sentido y difundiendo el trabajo de colegas, fieles a la idea inicial. Otra de las intenciones es salir a proyectar memes en diferentes muros, pues Francisco es el creador de Cain Press.
Por otro lado, quieren que se mantenga así, libre, como ha sido hasta ahora. Para ellos ponerle un objetivo puntual sería limitar el ejercicio. Es por esto que no lo hacen en una franja de tiempo o día en especial sino según como vaya surgiendo, sin presiones ni pretensiones de ningún tipo.