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Lucía Vargas y su Naturaleza suprema

“Recuerdo que un día, inspirada, decidí escribir un poema. Las palabras fluyeron con facilidad. Más tarde, a los 8 años, descubrí el rap y me di cuenta de que podía expresar lo que había escrito de una manera nueva y poderosa. Desde ese momento, me sumergí en la cultura hip hop, profundizando en su historia y sus raíces”.

Redacción Cartel Urbano

A diferencia de las agrupaciones que dependen de figuras de management y estructuras comerciales tradicionales, Naturaleza Suprema ha seguido una metodología basada en la solidaridad, creando un entorno colaborativo que potencia su música. Se formó hace más de una década y está compuesta por las mc’s Lucía Vargas y Karen Tovar, y por el Dj Leonardo Hernández a.k.a. Dj Km1kc.

A día de hoy es una agrupación relevante en el panorama del rap nacional, especialmente por su compromiso con los principios fundamentales de la cultura hip hop y por sus letras cargadas de temas sociales y culturales. Y este ámbito nacional se ha desbordado: ya han rodado por Alemania, Francia, Italia, Suiza, España, Austria, Holanda, Dinamarca, Euskal Herria, Ecuador y México. Como puede evidenciarse siguiéndole la pista a su carrera, son un referente de empoderamiento y creatividad en un género que, a menudo, ha sido dominado por figuras masculinas.

Hablamos con Lucía Vargas, una de las mc’s de Naturaleza Suprema.

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¿Cuál fue la primera canción que escribiste?

 

No recuerdo con precisión cuál fue la primera, pero una de las primeras trataba sobre los elementos de la cultura hip hop. También escribí una llamada Acciones sin respuestas. Desde entonces, he compuesto más de 60 canciones, tanto como solista como en colaboraciones.

A menudo escribo en la madrugada, disfrutando de la calma del amanecer, un momento en la cultura india conocido como "Bhrama Muhurta", ideal para la meditación. Mis letras han reflejado diversos pensamientos, que incluyen las luchas de los pueblos, mis propias realidades y perspectivas sobre la vida. En tiempos recientes, he enfocado mi escritura hacia la introspección, que considero necesaria a medida que crecemos y evolucionamos. Este proceso de maduración se alimenta de las experiencias vividas, de ilusiones pasadas y de utopías, centrándome más en el desarrollo personal.

 

¿Cómo dialogan tus estudios en medios audiovisuales con la escritura y la composición musical?

 

Mis estudios en medios audiovisuales dialogan de manera constante con la escritura y la composición musical. Este intercambio se manifiesta principalmente en la creatividad y en el desarrollo de habilidades que me permiten comprender el lenguaje específico del arte. En la actualidad, el entorno creativo se ha vuelto muy técnico; por lo tanto, es esencial saber comunicarme con los productores utilizando los términos adecuados. Esto no solo me ayuda a plasmar mi visión de la obra, sino que también previene malentendidos en el resultado final.

Los medios audiovisuales tienen una cualidad mágica: permiten canalizar y expresar lo que se vive de una manera que va más allá de las palabras. Esta capacidad de manifestar mis vivencias a través del arte es algo que valoro profundamente. Estoy muy apasionada por mi carrera, aunque mi enfoque no se basa en contribuir a una industrialización del arte que sea avasalladora. Más bien, busco proponer diversas maneras de concebir el mundo, explorando diferentes perspectivas que enriquezcan la experiencia artística.

 

¿Por qué empezaste a rapear?

 

Empecé a rapear de una manera casi natural, influenciada por mi entorno. Desde que tengo memoria, mi padre Ismael Vargas R. fue músico, y su lenguaje siempre giró en torno a la música. Me hablaba de acordes, melodías y la estructura de las letras, mientras me enseñaba sobre la historia política de mi país y del mundo. Todo eso sembró en mí una curiosidad profunda por la expresión a través del arte.

Recuerdo que un día, inspirada, decidí escribir un poema. Las palabras fluyeron con facilidad. Más tarde, a los 8 años, descubrí el rap y me di cuenta de que podía expresar lo que había escrito de una manera nueva y poderosa. Desde ese momento, me sumergí en la cultura hip hop, profundizando en su historia y sus raíces.

Vivir en un país como Colombia, donde la realidad social y política es compleja, también ha influido en mi música. El rap se convirtió en mi voz, una forma de tener una postura y hacer frente a los desafíos de la vida. Esa combinación de influencia familiar y la necesidad de expresarme en el contexto que me rodea es lo que realmente me llevó por este camino.

 

¿Crees que existe una diferencia entre lo que se conoce como rap conciencia y el estilo más enfocado en el ego trip?

 

Es un tema interesante y definitivamente tiene varias aristas. Yo también creo que hay elementos de conciencia presentes en muchos estilos de rap, incluso en aquellos que se enfocan en el ego trip. En el fondo, cada uno de esos estilos refleja una parte de la realidad y de la experiencia humana.

El rap conciencia tiende a abordar temas sociales, políticos o personales de una manera profunda, buscando generar reflexión y crítica. Por otro lado, el ego trip puede parecer más superficial a primera vista, pero también puede ser una forma de autoafirmación y un comentario sobre el mundo del hip-hop y la cultura de la fama.

Al final, la conciencia con la que un artista aborda su mensaje es lo clave. Tal vez no haya una diferencia absoluta, ya que ambos estilos pueden coexistir y ofrecer perspectivas valiosas, aunque provengan de lugares diferentes. La vitalidad del rap radica en su diversidad y en cómo cada artista utiliza su voz para expresar su realidad, ya sea de manera introspectiva o a través de una celebración del yo.

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¿Cuáles son las principales búsquedas en asuntos socioculturales que puedes ver en mc’s contemporáneas y contemporáneos? ¿A qué responden estas búsquedas?

 

Esta búsqueda puede entenderse como una respuesta a la saturación de luchas sociales que, aunque urgentes y necesarias, han llevado a cierto cansancio colectivo. Por ende, muchos optan por temas más íntimos o universales, como el amor, en un intento de conectar emocionalmente con el público. Además, hay un deseo claro de vivir dignamente del arte; la fama y el reconocimiento se han convertido en objetivos primordiales para muchos.

Sin embargo, esto plantea un desafío significativo para el desarrollo sociocultural del arte. El predominio del mainstream y la influencia del modelo capitalista, en especial el estadounidense, tienden a trivializar la esencia del arte como una herramienta de transformación social. El verdadero desarrollo del arte debería aspirar a profundizar en las realidades sociales y culturales, en lugar de dejarse llevar por la superficialidad y las exigencias del mercado.

Es importante entonces fomentar un enfoque que no solo valore la visibilidad y la fama, sino que también promueva el arte como un vehículo de reflexión y cambio social, recuperando la esencia del compromiso sociocultural que debería guiar esta labor.

 

¿Cuál es la tradición del rap colombiano de la que, desde tu óptica, están bebiendo raperas y raperos hoy por hoy? Y, por otro lado, ¿cuál es la tradición extranjera que ha hecho mella en los diferentes estilos nacionales?

 

La tradición del rap colombiano se ha ido transformando y adaptando a lo largo de los años, pero hay elementos esenciales que permanecen como pilares dentro de la escena actual. En la actualidad, tanto raperas como raperos están viviendo esta tradición más viva que nunca, donde el compartir, el parchar y el intercambio de conocimientos son fundamentales.

En las décadas pasadas, grupos emblemáticos del rap colombiano establecieron una conexión directa con su entorno social y cultural, reflejando las realidades y los anhelos de sus comunidades. La manera en que se reunían para crear, compartir música y aprender unos de otros, sentó las bases de lo que hoy se conoce como "escuelas de formación" dentro del hip hop. Estos espacios representan una continuidad de esa tradición, donde el conocimiento no se transmite de manera jerárquica, sino que se basa en el respeto mutuo y en la colaboración.

Los parches, esos momentos informales de encuentro en los que se comparten rimas, se intercambian beats y se discuten temáticas sociales, siguen siendo el corazón de esta cultura. Hoy en día, aunque los formatos hayan cambiado con la llegada de las redes sociales y el acceso digital, la esencia de la comunidad se mantiene. Raperas y raperos continúan buscando espacios para reunirse, para rotar música, para improvisar y para construir en colectivo, fomentando un sentido de pertenencia y de identidad que es crucial en el rap.

Así, la tradición del rap colombiano se manifiesta hoy en la diversidad de voces que emergen y en la riqueza de las historias que se cuentan. Es un legado de resistencia y creatividad que sigue vivo, donde cada artista no solo promueve su individualidad, sino que también rinde homenaje a esa cultura de compartir y aprender en comunidad. En esta continua búsqueda de expresión y conexión, los raperos de hoy mantienen encendida la llama de una tradición que celebra el arte como un medio de transformación social y personal.

Es cierto que la tradición extranjera de la competencia ha permeado muchos estilos nacionales, y en mi opinión, ha afectado especialmente a la cultura del hip hop. Me duele reconocerlo, pero hoy en día, la competitividad parece ser la norma predominante, alejándose de los valores de hermandad y solidaridad que inicialmente nos unieron.

Recuerdo los tiempos en los que el hip hop era un refugio y una forma de expresión que promovía la comunidad y la colaboración. Sin embargo, en medio de la violencia y la lucha por la supervivencia que hemos enfrentado en nuestro país, esa esencia se ha visto opacada.

La idealización de la cultura hip hop en Estados Unidos también ha influido en nuestra percepción y aspiraciones. Muchas veces, buscamos replicar ese estilo de vida que vemos en los mainstream, olvidando que, aunque allí hay más oportunidades, aquí también podemos cultivar una rica comunidad artística, aunque no siempre sea fácil. Es un llamado a la reflexión: ¿cómo podemos volver a enfocarnos en la solidaridad y la creatividad, en lugar de dejar que la competencia nos divida? Aunque el camino es complicado, todavía hay espacio para rescatarnos y potenciar lo que nos une.

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Dos canciones de rap compuestas en los últimos dos años en Colombia que, para ti, permitan ver el rumbo del hip hop.

 

Una de las canciones que quiero destacar es Nos Tienen Miedo de Naturaleza Suprema. Esta pieza es fundamental para entender el rumbo del hip hop en Colombia en 2024 porque refleja la dualidad del género: por un lado, la presión de la industria para adaptarse a lo que se considera comercialmente viable, y por otro, la autenticidad y libertad creativa. La letra invita a reflexionar sobre el motivo detrás de hacer música y reafirma la idea de que no se necesita encajar en un molde preestablecido para ser parte de esta cultura. Esta resistencia y búsqueda de identidad personal son elementos esenciales en la evolución del hip hop colombiano.

 

Otra de las canciones que considero relevante para entender el rumbo del hip hop en Colombia es Mi Mundo de Rastro MC. Esta canción aborda un desarrollo personal profundo, donde el artista expresa su deseo de vivir la vida de manera relajada y en armonía, a pesar de las adversidades. Rastro MC también realiza un análisis crítico de los gobiernos y de cómo el contexto socioeconómico afecta a los artistas. La letra refleja la lucha interna entre el deseo de realizar arte y la necesidad de dinero para ello, lo cual es una temática recurrente en el hip hop contemporáneo, donde muchos artistas se encuentran en la búsqueda de un equilibrio entre su pasión y las exigencias del entorno.

 


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