La transmutación artística y social de Era de Rayo

Vivió su niñez en Suacha, Cundinamarca. Conoció a sus 16 años la cultura hip hop, ese amor que sintió por ella le permitió indagar todos los elementos de la misma: el rap, el dj, el breakin, graffiti y simultáneamente ir entendiendo el misticismo del quinto elemento elemento. “Fuí a la escuela de Ever Santacruz, llamada Enlace, y me enganché con el graffiti”,  dice Era de Rayo. 

En sus inicios hizo rutas de aerosol por la autopista Sur, la Boyacá y  la avenida 68. Solía salir con Slim, con quien trabajaba, y analizando los lugares más concurridos para pintar empezaron a encontrarse con personajes de la zona como Franco, quien vivía en ese momento en Suacha. “Toda la noche nos la pasábamos por las calles hasta el amanecer, así empezó a entrar el graffiti a mi vida, ahorros para pintura, problemas con la policía, visajes personales y una que otra noche en la UPJ”.

Con Slim y Franco armaron La Horda de Esea. Uno de sus proyectos en el aspecto social fue la Casa Sha, un espacio que solía ser punto de encuentro para jóvenes del municipio donde compartían conocimiento de graffiti, breaking y rap, encontrando distintos talleres e ideas de posibles proyectos de vida, además consolidando formas productivas para quienes participaban en los talleres de serigrafía y aerografía. Ofrecían distintas alternativas a las realidades que golpean a Soacha y muchos otros sectores de la ciudad.

En 2009 y 2010 fue invitada por la Vicepresidencia de la República junto con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) a la comunidad de San Patrignano al Sur de Rimini, en Italia. Allí estuvo con la Horda Esea en el Wefree day:   1.500 jóvenes en proceso de rehabilitación de drogas. Fue la ocasión para dejar un mensaje ambientalista y de conciencia acerca del consumo, con un mural gigante y un live painting con pintura y breakin en compañía de reconocidos bboys de Suacha. 

En sus trabajos Era toma una postura política que ha pasado por varias etapas: inicialmente el interés por la incidencia social era algo de lo que no era consciente pero que incluía de una forma indirecta y sin tener mayores certezas.  “Lo social empezó a tomar mucha fuerza y ya no era solo pintar de forma muy personal, sino que el trabajo con el otro para mí empezó a tener más relevancia”.  Conoció  personajes como César López (escopetarra), con quién hizo una gira por varias partes del país  llamada La generación de la no violencia, y a George Martinez con el recorrido del proyecto tu voz cuenta. 

Dentro de ese proceso participó como tallerista con niños y niñas en el Putumayo, este departamento al suroriente del país afectado por la siembra indiscriminada y extensiva, el desplazamiento, los enfrentamientos armados, la desaparición forzada y otros golpes territoriales que crean el narcotráfico y las políticas elitistas y militaristas. “Con estas experiencias reconocí el tema de la sensibilidad con el otro, notando en el arte un elemento de transformación y diálogo, convirtiéndose inicialmente en mi refugio para momentos de tristeza, alegría, depresión y ansiedad, pues resultó que no era solo la pintura, sino la música, la danza y efectivamente la necesidad de activar ese poder creador y dejar huella”.

Todo en su vida giraba en torno a lo colectivo, el activismo y la militancia, hasta que sintió necesario confrontarse con su propia individualidad.

A finales de 2011, Era arrancó para Argentina a encontrarse con Leidy Rayo. Fue a la escuela de psicología transpersonal de Carl Jung en Buenos Aires a estudiar Arteterapia, identificó herramientas arte terapéuticas durante sus estudios, elementos como los mandalas, el simbolismo, la astrología y comenzó a tatuar. 

Guiada e inspirada por maestros como Conejo Sagrado, Tulio Navia y Cesar Figueroa, entró en una etapa de sublimación y desahogo interno con el tattoo. Hizo prácticas de Arteterapia en el pabellón de esquizofrenia en El Hospital neuropsiquiátrico  Braulio Aurelio Moyano de la Ciudad de Buenos Aires, Argentina, dedicado en exclusividad a la atención de mujeres, ratificando cada vez más la importancia del acceso a la salud mental por parte de la población en general.

Posteriormente nace Fly5 durante el verano en Argentina como un proyecto productivo sociocultural con varios ejes de acción inspirados por la cultura urbana; aportes culturales como La Sofly, evento oficial de Fly5 y la propuesta de indumentaria con sello Colombiano, entre otros, generaron impacto en las calles y las noches de Buenos Aires. 

Paralelo a esto, en Suacha empieza a  funcionar el taller de confección de Fly5 comandado por chicas con experiencia, profesionales en la confección y que además están relacionadas con el hip hop, como Mc Ona. En esta misma casa hay un espacio destinado para dictar talleres de graffiti y Arteterapia. 

El enfoque de género ha sido uno de los factores que más ha motivado para darle play a esta iniciativa, pues han sido testigos de que en la cotidianidad de Soacha hay gremios laborales en los que se precariza el trabajo de la mujer, particularmente en el gremio de la confección. En términos de pagos “dan tres pesos por un montón de horas de trabajo y a esto se le suma el hecho de que no les queda tiempo para compartir ni cuidar a sus hijos”, dice Leidy.  

“Lo que hago es una síntesis de todo lo que me gusta”, continúa Era, “de lo que he explorado y me llama la atención; trato de hacer cosas que no se salgan de mi círculo de acción, así como un mandala en construcción, como sombra y testigo”.

Actualmente Leidy Rayo se encuentra activa en su estudio privado, ubicado en el centro de Bogotá,  donde además de hacer sesiones de arteterapia individual, tatúa. Su espacio funciona como el centro de operaciones de Fly5.

Si quiere más información de Fly5 o adquirir un producto, puede ir a su cuenta de Instagram o facebook @fly5co. Y pronto en la página de Creadores Criollos.