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Foto de Snop10 de GDN

Entre el chapeteo pandillero y el estudio de la gráfica urbana en Guayaquil

Al igual que la pixacao de Sao Paulo o los ganchos de Monterrey, el chapeteo es una práctica que merece ser mirada desde la academia. Hablamos con María Fernanda López, curadora de la exposición Cartografías Paganas e investigadora de este fenómeno que desde la década de los ochenta ha invadido las calles guayacas.

Daniel Fandiño / @sinsecuencia

María Fernanda López se empezó a relacionar con el arte urbano en 2007. Quito Chiquito era un encuentro multidisciplinario de arte para niños y niñas en el que Mafo (como la llaman sus amigos) llevaba a cabo distintos procesos curatoriales, sobre todo con arte contemporáneo. Ya en la cuarta edición del encuentro Mafo empieza a trabajar con artistas de calle y grafiteros, notando la empatía que estos tenían con los niños, cosa que no se daba entre quienes se desenvolvían en el ámbito del arte contemporáneo. Entre 2007 y 2013, niños de 7 a 12 años pintaron un gran número de murales junto a artistas de kilometraje, llegando a hacer la primera muestra de arte urbano para niños y niñas en la casa de las artes La Ronda, evento que contó con la presencia de muralistas de la talla de Apitatán o Bln Bike. “Por el Quito Chiquito pasaron todos. Ahí conocí a HTM, a los Fenómenos, a J4, al Artkasmo, y a toda la gente (...) Así nació mi relación con el arte urbano y a partir de ahí empecé a hacer gestión, trabajos curatoriales y escribí para Gráfica Mestiza, siendo corresponsal en México por 6 años”, cuenta esta abogada ecuatoriana de 41 años de edad que además del derecho, tiene una diplomatura en Arte Ecuatoriano, un máster en Estudios de la cultura convención en políticas cultares y un PhD en Teoría de la cultura.

Según María Fernanda, el arte urbano y el grafiti en Ecuador han estado históricamente atravesados por dos fenómenos: la migración y la pérdida de la moneda (el Sucre) en el 2000. La pérdida del Sucre hizo que un buena cantidad de grafiteros ecuatorianos saliera de su país, llegando a conocer nuevos estilos y asentándose en otros territorios, tal es el caso de Blooky —de la Borderline Crew—, quien empezó haciendo rap y pintando en Milán. Al volver a Ecuador hizo un festival que se llama Gods of Paint, un ejercicio que se pudo llevar a cabo con divisas de migrantes porque su mamá era quien le daba la mano económicamente para levantar el proyecto. Lady Pink, hija de la primera generación de migrantes del Bronx se convierte rápidamente en la primera mujer visible del grafiti neoyorquino del ghetto, mientras que Too Fly, años más tarde, también empieza a dejar regadas bombas por las calles del Bronx y Manhattan.  

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María Fernanda López en medio de la instalación de Cartografías Paganas. Foto de Pato. 

(Lea también ‘Too Fly: trazos latinos que han bombardeado las calles neoyorquinas’)

Guayaquil es la segunda ciudad más importante de Ecuador, un territorio donde el Partido Social Cristiano (de derecha) ha estado a la cabeza del gobierno desde hace más de 20 años. “Guayaquil es una ciudad detenida en el tiempo. La asepsia visual y el sistema de transporte dejan ver que es una ciudad postal. El arte público es básicamente mosaico y mural, hay un tema de reusarse a entrar en la contemporaneidad”, explica Mafo. En ese contexto, durante la década de los 80, Guayaquil fue el escenario en el que saltaron al protagonismo unas letras que progresivamente empezaron a tomarse las calles y a dar cuenta de un nuevo fenómeno callejero. 

El chapeo o chapeteo, es una caligrafía urbana con un estilo único cuyo nombre viene de la palabra “chapa”, que hace referencia al seudónimo bajo el cual firman en las calles los escritores de grafiti. Esta práctica tiene una relación directa con las pandillas de Guayaquil, pues se podría definir también como la reinterpretación del alfabeto por parte del pandillaje con el fin de establecerlo como un sistema de comunicación propio que solo los miembros de la pandilla puedan llegar a entender. La única persona que se la ha jugado por investigar desde la academia sobre esta práctica e ir más allá de la mirada que se le ha dado al tema desde las instituciones, es María Fernanda, quien además logró instaurar en la Universidad de Artes de Guayaquil una cátedra sobre arte urbano, un hecho sin igual en el ámbito académico guayaquileño. “Es importante mencionar que cada pandilla tenía una forma de abecedario propio que le permitía distinguirse entre las otras y fomentar un sentimiento de arraigo y pertenencia entre sus miembros. De esta forma los chapeadores reconocidos eran quienes más huellas mantenían en el espacio y eran fácilmente reconocibles para sus pares”, señala Mafo en un documento que espera publicar pronto llamado Chapeo (Chapeteo): Esos episodios de la gráfica urbana guayaca que se prefiere olvidar.

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A la izquierda abecedario de Los Contras 101 y a la derecha abecedario de New People. Foto tomada del paper de Mafo López Chapeo (Chapeteo): Esos episodios de la gráfica urbana guayaca que se prefiere olvidar. Archivo de Yinsu96.

 

 

En medio de las pandillas se empezaban a generar lazos de afectividad que los pelados no encontraban en sus hogares, pero también, evidentemente, delinquían con el objeto de conseguir latas de aerosol y comida. Eran muchas las pandillas organizadas en los ochenta, noventa e inicios de 2000, y los conflictos entre ellas por cuestiones territoriales eran pan de cada día. Los Contras, New People, Marea Negra, Cherokee, Gobernantes del Norte y New Rebel, eran algunas de las pandillas que estaban repartidas por Guayaquil rayando. 

 Para Plomo76, grafitero y chapeador de Amos del Sur Crew, el chapeteo es un ejercicio muy importante para la historia de la calle en Guayaquil porque, gracias a este, el grafiti y las expresiones urbanas son hoy en día lo que son. “Es algo muy original. Ese tipo de letras no existen en ninguna otra parte del mundo, me parece algo muy importante y me siento orgulloso de tener ese tipo de letras (...) Antes desconocía la importancia de los inicios de todos los grafiteros de Guayaquil pero nunca pensé que fuera algo único, algo original y que nos puede representar en lo que respecta al grafiti en todo el mundo”, asegura Plomo76. Otro referente del chapeteo guayaco es Snop10, un tipo que durante años ha intervenido la ciudad con sus letras y ha dado de qué hablar por hacer parte de Gobernantes del Norte o GDN, reconocida como una de las pandillas más peligrosas. En entrevista con Mafo, Snop10, quien empezó en las calles cuando tenía 8 años, asegura que el “que rayaba más, tenía más respeto. El que se metía en la zona de otros a rayar, ganaba respeto. Contras, New People se unieron y sacaron la GDN, que fue nombrada también por ser la más peligrosa. En 2009 hicimos un pacto de paz. Hubo mujeres, te cuento, la Cris81, Diva10, la Girla, la Rose, la Nena.

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Fotos cortesía de Plomo76

Made, grafitero del Infamous Crew piensa que el chapeteo actualmente no tiene el reconocimiento que merece. “El chapeteo ha sido una letra que nos identifica mucho en Ecuador pero lo malo es que no se ha llevado a otro nivel como por ejemplo a eventos o expandir la letra hacia otras provincias, porque los chapeteadores solo lo realizan en Guayaquil y de ahí no pasa, entonces ese ha sido el problema, creo yo, por el cual el chapeteo es poco conocido y no se le ha dado la investigación que se merece para que la gente de todo el mundo vea, lea y conozca este tipo de caligrafía”, asegura Made.

Por otro lado, Mafo piensa que identificar al chapeteo y ponerlo en debate a un nivel de manifestaciones similares como la pixacao en Brasil o los ganchos de Monterrey, le hace justicia a un estilo lleno de herencia sociocultural, política y económica en resistencia que la memoria oficial se niega a reconocer por las implicaciones delincuenciales y la violencia implícita, incluida la de género. “He tenido la confianza del movimiento de artistas y la confianza de la gente dedicada al chapeteo. Tengo fotos inéditas y un acercamiento directo con ellos, no son un objeto de estudio, para mí son colegas. Lo que los chapeadores hacen en la calle yo trato de hacerlo en la academia, para mí la cátedra es un gran un ejercicio de bombing en la academia”.

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Además de investigar apasionadamente el fenómeno del chapeteo, Mafo ha estado enfocada en el ejercicio curatorial de proyectos en relación al arte de calle. El primer proyecto que desarrolló en Guayaquil fue 400m Plataforma Diversa de Arte Urbano, en la que contó con la presencia de Said Dokins, Mónica Miros, Lili Cuca y otros artistas. Otros de los eventos y exposiciones que María Fernanda ha curado son Skate, arte y comunidades; Brigada Urbana; Guayarte; Arte, mujeres y espacio público, y demás. 

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Instalaciones en Cartografías Paganas. Fotos de Kops de Ink Crew.

La última curaduría que hizo fue junto al colombiano Juan David Quintero para el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo de Guayaquil, para la exhibición Cartografías Paganas, un evento que hasta el próximo 30 de septiembre le permitirá a la población del país vecino ver cómo expresiones vistas en la calle también pueden tomarse museos. “Cartografías es una cuestión de reparar la deuda histórica que tenemos con el movimiento de arte urbano acá en el país. Es repensar desde un lugar de respeto y dignidad el arte urbano en un museo nacional (...) La muestra no es solo estética, también es un dispositivo político. Hay que ir por esos espacios y generar una identidad”, afirma Mafo, quien entre sus próximos proyectos tiene la traducción al inglés y publicación del paper de investigación Chapeo (Chapeteo): Esos episodios de la gráfica urbana guayaca que se prefiere olvidar.

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