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Muro censurado en el marco del paro nacional (2021)

El silencio inmarcesible: una mirada a la libertad de expresión artística en Colombia

En Colombia la censura a las expresiones artísticas es un tema de antaño, sin embargo durante las manifestaciones sociales recientes, se agudizó. Cuando las voces de los artistas son silenciadas la democracia está bajo riesgo. Esta es la primera parte de un informe que pretende dar cuenta de datos y casos que evidencian la violación a la libertad de expresión artística en el país.

Daniel Fandiño

Desde el año 2019 cuando se desataron las primeras manifestaciones sociales que tuvieron como base Chile, la gente en la calle mostró una fuerza nunca antes vista en la región. Colombia se sumó a los países hartos de tanta desigualdad y cinismo por parte de los dirigentes y vio en el espacio público el escenario ideal para darle forma a ese malestar social. Eran miles de personas, una señal clara de un desgaste con hambre de cambio que mermó cuando la pandemia arribó.

Un año más tarde, el encierro absoluto se dio tras las innumerables y poco éticas campañas de miedo maquinadas por el gobierno y orquestadas por los medios tradicionales de comunicación e información (o desinformación), sin embargo, el virus no fue suficiente para detener a la gente, y a finales de 2020 las movilizaciones también fueron multitudinarias, retumbando hasta el 2021.

Arengas clásicas y nuevas, fotografías evidenciando la violencia por parte de la Fuerza Pública, o expresiones de pintura y cartelismo denunciando sucesos diarios, fueron apenas algunas de las acciones que desde muchas disciplinas los manifestantes ejercieron en todos los rincones del país. 

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Muro realizado colectivamente en la 183 con Autonorte en Bogotá. Foto de Skea

El arte urbano y el grafiti, en particular, se dejaron ver como fenómeno comunicativo y de denuncia que, de la mano de las redes sociales, causó un impacto que nadie pensaba podía llegar a tener. En los muros y distintos spots se veía de todo: desde frases consecuentes realizadas con un aerosol, hasta intervenciones de gran formato que crearon colectivamente artistas con mensajes tan disruptivos que tuvieron igual efecto entre quienes apoyaban y rechazaban el paro nacional.

La pintura dio luz para reinterpretar monumentos y asimismo fue la expresión más controvertida y censurada. El Monumento a los Héroes, un gigante de cemento que durante años dividió una de las avenidas más concurridas de Bogotá es un ejemplo claro ya que tras jornadas de manifestaciones se convirtió en un capítulo  para la historia reciente del país en materia de movilización social. Así como sucedió en Héroes pasó con más monumentos, esculturas que fueron levantadas con la intención de glorificar y recordar la colonización, ahora se estrellaron contra el suelo producto de la digna rabia de quienes más han sufrido el desastre colonialista como los indígenas.

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Ante las acciones colectivas que irrumpieron en la lógica de lo “blanco, limpio y ordenado” de las calles, la represión no se hizo esperar. La Fuerza Pública, algunos sectores ciudadanos, medios de comunicación y hasta grupos al margen de la ley, se encargaron de censurar y criminalizar estas acciones. Las pintadas aparecían de un momento a otro con manchas de pintura o rayones, un reflejo de la incomodidad provocada por lo consignado en esos muros: NOS ESTÁN MATANDO, COLOMBIA ANTIURIBISTA o S.O.S. GENOCIDIO COLOMBIA

La toma de estos espacios no solo se reduce a denunciar o dejar un mensaje a la ciudadanía sino que busca rememorar también sucesos que allí se dieron. En Bogotá en la calle 19 con carrera 4, el 21 de noviembre de 2019 fue impactado por un proyectil disparado por un agente del Escuadrón Móvil Antidisturbios - ESMAD el joven manifestante Dylan Cruz, quien días después murió. Esa esquina del centro capitalino, al igual que Dylan, se convirtió en un símbolo de la lucha social. Allí, artistas de todas las localidades asistieron a eventos conmemorativos y, a su manera, homenajearon a Cruz. 

Todas las pintadas y los mensajes allí consignados fueron censurados, pues denunciaban y atribuían la muerte del pelado al patrullero que disparó el proyectil , hecho que molestó y que por esa razón quería ser ocultado. En una de las ocasiones se vio a un habitante de calle con rodillo en mano pintando de negro los mensajes, cuando lo abordaron personas que transitaban por allí y preguntarle porqué lo hacía dijo que le habían pagado por ello. No se supo mayor cosa al respecto y hasta el sol de hoy así como se siguen haciendo pintadas relacionadas al suceso, las siguen censurando.

(Lea ‘En Bogotá los muros son para unos cuantos’)

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Imagen tomada de @juegasiempre

Para DJLU, artista urbano de la ciudad de Bogotá, es claro que la censura lo único que hace es señalar el poder que tiene el arte. “La censura es una respuesta a esa capacidad que tiene el arte de transformar, de cambiar las cosas, de poner el dedo en la llaga. A los que les interesa mantener el status quo como los medios, la política o la iglesia, les molesta que el arte rompe el esquema tradicional, propone nuevas cosas es disruptor y muchas veces señala y critica aspectos de esa tradición”. 

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A nivel global, de acuerdo a un informe (2013) de la Relatora Especial sobre los derechos culturales, Farida Shaheed para Naciones Unidas, las disposiciones más explícitas que protegen la libertad de expresión y creación artística se encuentran en el artículo 15, párrafo 3, del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, en virtud del cual los Estados "se comprometen a respetar la indispensable libertad para... la actividad creadora" y en el artículo 19, párrafo 2, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que establece que el derecho a la libertad de expresión comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, "en forma artística".

 

 

Shaheed añadiría en dicha relatoría que “la expresión artística no es un lujo, es una necesidad, un elemento determinante de nuestra humanidad y un derecho humano fundamental que permite a todos desarrollar y expresar su humanidad”.

Previo a eso, en la Convención de 2005 de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO, se señaló que “la diversidad cultural constituye un patrimonio común de la humanidad que debe valorarse y preservarse en provecho de todos” y que, por lo tanto, su objetivo central es “proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales de los territorios".

En el papel, Colombia tiene una Constitución que protege la libertad de expresión artística, sin embargo, del dicho al hecho hay mucho trecho. 

La Corte Constitucional, para ahondar en el artículo 20 de la Constitución del 91 que habla de la libertad de expresión, en la sentencia U056/95 señala que “la libertad de expresión tiene una concreción y manifestación efectivas en el derecho que tiene toda persona de plasmar la narración de sus experiencias, concepciones intelectuales y creaciones espirituales que pueden asumir la forma de obras literarias, artísticas, científicas y técnicas, y difundirlos o darlos a la publicidad”

Según dicha sentencia, la libertad de expresión artística es un derecho fundamental de aplicación inmediata, “susceptible de ser amparado mediante la acción de tutela. Y es razonable que así sea, pues la expresión artística constituye el medio por excelencia para la realización del potencial creador de todo ser humano (…) Por esta vía se hace efectivo el deber impuesto al Estado, de promover y fomentar la creación de la identidad nacional a través de la cultura”

De acuerdo a esta normativa, las autoridades no pueden imponer restricciones en la elección que el artista haga de la técnica a través de la cual pretende expresar su arte, ni pueden legítimamente determinar el contenido de una obra, pues cualquier limitación en estas materias vulneraría la esencia misma del derecho, no obstante, todo queda allí, en el papel.

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Las acciones callejeras que tuvieron lugar durante las más recientes manifestaciones involucran pintura de lado y lado. Por una parte, están las que sustentan problemáticas y por otra, las que buscan ocultar esos malestares. Este tira y afloja es coherente con los códigos que tiene la calle en relación a la intervención del espacio público. La calle es de todos y todos pueden apropiarse del espacio e intervenirlo como quieran. 

Sin embargo, en este contexto la discusión va más allá de los códigos. En un escenario social en el que muchas de las personas que manifestaron están presas o fueron asesinadas por pensar diferente y por demostrar inconformidad frente al establecimiento, es más que válido repensar esas dinámicas de la calle.  

 

 

 

 

 

 

En Medellín, así como se vio a integrantes del Ejército Nacional pintando de gris un muro que decía ESTADO ASESINO también se vio una horda de personas que vestidas de blanco y con baldes de pintura llegaron a tapar una pintada que tenía el mensaje CONVIVIR CON EL ESTADO que se realizó en El Poblado, una de las zonas más prestantes de la capital antioqueña.

(Lea también: ‘¿De quién es la calle?: pintura callejera y censura en el Paro Nacional’)

Detrás de estas dos acciones artísticas estaba involucrado un ejercicio colectivo que surgió en Medellín con la intención de tomar acción directa desde el arte, Fuerza y Graffiti

“No esperábamos ese impacto y esa fuerza que nos dieron las personas por expresar lo que la mayoría del pueblo sentíamos. De ahí surge el nombre Fuerza y Graffiti, la fuerza por el poder de la juntanza y la organización colectiva, y graffiti por ser la técnica principalmente usada y lo que llevamos en las venas”, cuentan algunos integrantes de este parche.

En el video en el que tapan el muro que decía CONVIVIR CON EL ESTADO se escucha a la “gente de bien” decir: “aquí estamos los paisas defendiendo lo nuestro, defendiendo al departamento y la ciudad de Medellín con paz, con amor pero con determinación porque no nos podemos dejar de estos violentos. Tenemos que salir de las burbujas en las que estamos, porque este país lo tenemos que defender, hay que rodear a Iván Duque, a la Policía”, y así, coartando la libertad de expresión artística.  

Por medio de estas pintadas Fuerza y Graffiti quería generar un fuerte impacto. Eran bloques de un tamaño muy grande, algo que la gente se cruzaba y sí o sí veía. A quien le molestara, le iba a molestar.  “Queríamos que no pasara desapercibido en la cotidianidad de quienes habitan la ciudad y recorren sus calles, queríamos despertar curiosidad con un ejercicio de arte contestatario como otra forma de llevar contrainformación a nuestros vecinos del pueblo. Queríamos y logramos pintarlo todo, un grito de dignidad lleno de color que buscábamos no fuera ocultado, que no fuera posible hacerse el de la vista gorda”. 

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Muro y foto del Colectivo Nadie en Cúcuta

“La censura se presentó en varias intervenciones. El Metro nos tapó NO NOS CALLARÁN el cual se pintó en un tramo de un muro del metro, también NI DIOS NI PATRIA y el que se tapó en el poblado uno de los barrios que más agrupa a la mal llamada “gente de bien”. Allí queríamos gritar la inconformidad de las relaciones del Estado con grupos paramilitares con licencia para matar autorizada, patrocinada y promovida por el gobierno y el aparato estatal en general”, afirman.

En ciudades como Popayán también se han censurado innumerables acciones artísticas. Allí fue asesinado el líder estudiantil Esteban Mosquera a quien a través de la pintura han querido homenajear en varias ocasiones, sin embargo, los muros, que contienen mensajes que condenan el hecho, incomodan y son censurados.

 En Cali la situación no es distinta. El rifirrafe entre distintos sectores ciudadanos fue una constante en las jornadas del paro nacional. Artistas de distintas zonas de la ciudad pintaron en varios lugares, como sucedió en la calle 5ta con carrera 5ta, un sector emblemático de la ciudad que se vio envuelta en una disputa territorial entre artistas y quienes tapaban las pintadas con color gris plomo. 

(Le puede interesar: ‘Del puente para allá hay censura: la lucha por las paredes en Cali’)

Recientemente otro caso de censura que se viralizó en redes sociales estuvo protagonizado por el controversial Representante electo a la Cámara por Bogotá J.J. Uscategui. Este personaje, en medio de su campaña, tapó junto a un grupo de gente el mural de ¿Quién dio la orden? ubicado en la calle 80, en la capital. Sus razones eran que lo consignado en el mural burlaba y calumniaba a las Fuerzas Militares, esas mismas a las que se les atribuyen las 6.402 ejecuciones extrajudiciales.   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lo cierto es que todo lo que ha pasado en materia de censura durante los últimos años ha dejado claro que es un arma de doble filo para el establecimiento. Las redes sociales, la inmediatez y el hecho de que todo el mundo tenga un dispositivo móvil con conexión a internet en su bolsillo, han facilitado que estos hechos de ocultamiento se viralicen y lleguen a la agenda mediática rápidamente, lo que permite una reacción de los artistas motivándolos a crear de forma masiva multiplicando así el mensaje por todos los canales posibles dando la discusión.

“Cuando veo una pintada mía en la calle que ha sido tapada me puede dar rabia pero siento que fue tan poderoso el mensaje que hizo efecto tanto que tuvieron que venir y alterarlo, taparlo. En primera instancia uno diría que está mal la censura pero cuando uno analiza más allá se da cuenta que la censura en primera medida pasa porque el arte está molestando y eso habla de un arte que tiene efecto. Por otro lado creo que esas pugnas entre ideales está mucho mejor que se den en la calle a nivel de censura pictórica que realmente silenciando vidas, que sabemos que sucede acá en Colombia mucho”, afirma DJLU.

Ante los casos enunciados y los que falta por enunciar, podría decirse entonces que los artistas, a partir de su rol, resultan siendo defensores de derechos humanos, líderes sociales y culturales que ante la expansión de los conflictos armados están parados en primera línea poniendo estos temas en discusión aún siendo objetivos para ser silenciados y evitar que propaguen sus ideas y mensajes.

Póngase usted a pensar y detalle cómo históricamente los artistas se han puesto en riesgo buscando por medio de su obra denunciar, exponer sucesos de los que pocos se atreven a hablar. Los artistas no han sido reconocidos como defensores de derechos humanos por lo que no han tenido la protección ideal para seguir expresándose sin temor a represalias por parte de quienes piensan distinto, entre ellos, sectores gubernamentales. 

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Muro realizado y censurado en Cali

Son muchos los artistas en el país que, si bien no ejercen su labor con esa intención, el mismo ejercicio los convierte en defensores de derechos culturales que velan por la libertad de expresión artística. Como sociedad es importante reconocer su valioso rol en medio del ecosistema artístico y como sector cultural es clave hacer lo posible por promover un ambiente más seguro para que puedan ejercer su labor.

Ante las acciones de censura que parecen no detenerse, los artistas siguen creando a pesar de no tener las garantías necesarias para hacerlo sin que su vida corra riesgo. Es por eso que desde Cartel Urbano ha surgido la #AlertaCensuraNaranja, una herramienta de contrapeso a la política económica del gobierno Duque a través de la cual se buscan documentar casos de censura contra artistas en el país.

Sumado a #AlertaCensuraNaranja, está #ArteEnResistencia, un observatorio de Derechos Humanos enfocado en la defensa de los derechos culturales y  la libertad de expresión artística bajo los principios de responsabilidad, participación, igualdad, no discriminación y diversidad cultural. A través de #ArteEnResistencia y #AlertaCensuraNaranja se han documentado violaciones a la libertad de expresión artística y a su vez, se fortalece la capacidad de nuestra red latinoamericana de organizaciones culturales para denunciar, monitorear y promover acciones para defender los derechos culturales en sus entornos.

Esta es la primera parte de un informe que pretende dar cuenta de datos y casos que evidencian la violación a la libertad de expresión artística en el país. 


Si a usted le han censurado o conoce algún caso que viole la libertad de expresión artística en Colombia, repórtelo en redes sociales bajo la etiqueta #AlertaCensuraNaranja, les leemos.

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