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‘Pintemos por el páramo’: muros para respetar nuestras fuentes de agua

La mitad de los páramos que hay en el mundo están en Colombia. Y eso, que debería ser motivo de orgullo, muchas veces se convierte en una problemática por cuenta de la explotación no controlada de recursos, la minería y los cultivos ilícitos. Para evitar esto, un grafitero del Norte de Santander se propuso liderar una campaña de pintadas que celebran la fauna y la flora que habita en estos ecosistemas y recorrió varias ciudades del país.

Andrés J. López / @vicclon

Colombia tiene el privilegio de acoger la mayor cantidad de páramos en el mundo, 36, el equivalente al 50% de estos ecosistemas en el mundo. Los restantes se encuentran repartidos entre Ecuador, Venezuela y Costa Rica. Según World Wildlife Fund (WWF), de estas fuentes hídricas proviene el 70% del agua que se consume en el país, sea directamente de ellos o por los ríos que nacen como el Sinú (desde Paramillo, Córdoba) o el Atrato (desde Las Alegrías, en el Chocó). También son fuente de electricidad y un destino turístico muy apetecido por locales y extranjeros.

Además, son zonas ricas en fauna y flora, habitadas por venados colorados, dantas de páramo, osos de anteojos y cóndores de los Andes, nuestra ave emblemática, y más de 4.700 especies de plantas. También han servido de hogar para diferentes comunidades indígenas como los Arhuacos, Koguis, Kankuamos y Wiwas (en la Sierra Nevada de Santa Marta), los Paeces (en el Complejo Nevado del Huila – Las Moras, entre Tolima, Cauca y Huila), los Pastos (en el Complejo Chiles-Cumbal, en Nariño) y los Ingas y Kamsas (en el Complejo Doña Juana – Chimayoy, en Nariño), por mencionar algunos.

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Imagen cortesía de Cest.

 

Solo por dar un ejemplo de la importancia de los páramos, basta decir que Bogotá depende enormemente del páramo de Chingaza, pues el 70% del agua que abastece la capital del país proviene de ahí. Sin embargo, organizaciones como Greenpeace han estado alerta sobre la situación de estos espacios, pues para ellos el aumento de gases de efecto invernadero como el CO2 podría presentar un cambio brusco en las lluvias, provocando la desaparición del 75% de los páramos. En su informe de 2009 Cambio climático: futuro negro para los páramos, esta ONG agrega otras dos problemáticas: la siembra y la ganadería; con la primera se desmonta y se quema la vegetación natural para después fertilizarla y ararla, mientras que con la segunda se siembran pastos para las vacas. “La función de esponja retenedora del páramo desaparece porque no hay vegetación que capte el agua y el suelo es pisoteado por las vacas y maltratado por el hombre”, menciona el documento. Agregan que por esta explotación, en temporadas de fuertes lluvias el suelo se erosiona y los ríos se desbordan y causan inundaciones.

(Conozca más sobre Muralismo y resistencia campesina juvenil para frenar el ‘fracking’ en el Páramo de Chingaza)

En 2015, la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales (UDCA) publicó un informe en el que le dan alerta roja a los páramos en caso de que la temperatura del planeta aumente cuatro grados centígrados. Según le dijo Hernando Estupiñán, uno de los profesores involucrados en este trabajo, al diario El Universal, la deforestación es el otro gran culpable del daño a los páramos, pues muchos se ven afectados por la explotación de madera, la minería y el establecimiento de cultivos ilícitos.

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Mural de Lab-20.

 

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​Mural de Jaime Rodrigo.

 

 

Con la mente puesta en el desolador panorama que implicaría un mayor descuido de estos ecosistemas, el grafitero Showy, radicado en Cúcuta pero nacido en el La Playa de Belén, Norte de Santander, se lanzó a organizar Pintemos por el páramo, una serie de pintadas simultáneas en municipios y ciudades del país que se realizó el pasado 25 de febrero con el fin de fomentar el cuidado de estas fuentes hídricas. “En Norte de Santander y Santander compartimos el páramo de Santurbán [del cual se abastecen las capitales de ambos departamentos y otros 17 municipios]. Antes se fomentaba mucho su cuidado y del agua en general, pero luego se empezó a ver mucha minería y agricultura por el sector y las autoridades no decían nada —explica Showy—. Al notar este silencio, le comenté a conocidos si les interesaría participar y aceptaron, entonces hice el flyer y lo subí a internet para que cualquiera se uniera”.

Como Showy no invitó directamente a nadie a que participara, creó el hashtag #ParamosDeColor. Así, los interesados se unieron subiendo sus imágenes a Facebook o Instagram. Para sorpresa del organizador, varios murales se hicieron con esta temática en Bucaramanga, Chinacota, Cúcuta, Pamplona, Agualinda, Medellín y otras ciudades. Todo se hizo de manera autogestionada, y cada uno de los artistas urbanos puso sus propios materiales.

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Mural de Bemz y Seek.

 

Uno de los artistas que decidió unirse a esta convocatoria fue Diego Barajas, un muralista de Chinácota que ha pintado en Bogotá, Tunja, Medellín, Cúcuta, Pamplona y Villavicencio, pero también en eventos internacionales en Argentina, México y Bolivia. “Además de que ya conocía a Showy, he desarrollado talleres relacionados con la protección de páramos, fuentes hídricas y proyectos de ruta. También he recorrido lagunas, cascadas, reservas naturales y páramos de Norte de Santander, y me he encontrado osos de anteojos, una especie en vía de extinción —explica Diego—. En esas salidas he escuchado testimonios de campesinos que tratan de sacar a la fuerza a todos los que vienen a hacer estudios de explotación minera. Por eso quise que desde la estética del arte creáramos una reflexión y sirviéramos de voz para esta problemática”.

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​Mural hecho por Diego Barajas. Fotos cortesía de Diego.

 

Como representantes del arte urbano bogotano, estuvieron los manes del Colectivo Hoja Verde, un parche de Suba que desde sus inicios, en 2016, quiso unir el grafiti con las catástrofes ambientales para darles nuevos significados a los espacios. Actualmente lo conforman Lak, Cest, Mocs, Sketch y Mr. Jeres, quienes pintaron en el barrio Alcaparros como una excusa para colaborar con la junta de acción comunal del lugar y con el Instituto Distrital de la Participación y Acción Comunal (IDPAC). Antes de la pintada simultánea, los miembros de Hoja Verde ofrecieron talleres sobre la importancia de los páramos y las técnicas de muralismo.

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​Fragmento del mural hecho por el Colectivo Hoja Verde. Imagen cortesía de Cest.

 

“Tenemos contacto con el Colectivo Avestamiento de la Universidad Distrital, quienes nos han ayudado con nuestros procesos. Ellos, como yo, somos biólogos de esa universidad y hemos recorrido humedales y organizado talleres de ilustración en Suba relacionados a esto —comenta Cest—. También hemos visitado el páramo El Verjón, vía Choachí, para avistar aves y hacer caminatas ecológicas. Todos esos elementos los intentamos trasladar al muro para mostrarle a los habitantes de la ciudad la importancia de los páramos, que están tan cerca de nosotros y no los cuidamos”. Cest agrega que el grafiti ha tendido a volverse una práctica egoísta y que es una responsabilidad social de todo grafitero usar este canal para crear una pieza contestataria. “No todas las problemáticas deben ser de la calle, también podemos hacerlo con asuntos más generales, como la política y, en este caso, con el medio ambiente”.

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Fragmentos del mural del Colectivo Hoja Verde.

 

El plan de Showy a futuro es hacer otra pintada pero relacionada a los enfrentamientos en Catatumbo y cómo los civiles se ven afectados por las luchas entre los distintos grupos armados.

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