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Callejón Verset: una mixtura que suena a inconformidad y revolución

Este trío musical conformado por dos rolos y un pastuso le apuesta a la mezcla de sonidos como el jazz, el soul y el rap, mientras imprimen su sello personal en rimas cargadas de realidad y crítica social.

Daniela Pomés Trujillo / @danipomes

“En el listado llamo a Dilan, no está

Si llamo a Lucas Villa no está

Ya no hay respuesta 

Y aún así la forma en la que vivimos desigual 

es más violenta que cualquier protesta”. 

 

“PARA”, así se titula esta canción inédita de Callejón Verset en la que abordan a través de rimas algunas reflexiones surgidas desde las entrañas del estallido social social en Colombia, que, según cifras de Temblores ONG, entre el 28 de abril de 2021 y el 26 de junio del mismo año, había dejado al menos 4687 casos de violencia policial, 44 homicidios cometidos presuntamente por agentes de la fuerza pública y 28 víctimas de violencia sexual, entre otras vejaciones. Allí, en medio de abusos, corrupción, asesinatos de líderes sociales, hambre, pobreza y un sinfín de situaciones de violencia y abandono estatal que son el pan de cada día en este país, este trío de raperos ha encontrado un banco de inspiración para hacer música.

El hip hop se ha convertido en su manera de expresar el sentir que les produce la realidad de un país roto en el que día a día se pintan de rojo las aceras de los barrios. Sus letras son “Las palabras en on de una generación /que pide menos armas y más versos /Grita revolución pidiendo educación /A un gobierno dominado por perversos”, como dicen ellos en “Menos Armas y Más Versos”. 

Y es que Colombia es casi por definición un país de grandes problemáticas sociales, un país más que nada desigual, sin oportunidades, marcado por la violencia, la corrupción, el narcotráfico; una tierra bajo la cual yacen ríos de sangre y fosas comunes atiborradas de cuerpos de campesinos, líderes sociales, mujeres, indígenas, personas racializadas, niños y niñas, opositores del gobierno de turno, 6402 mal llamados Falsos Positivos reportados por la JEP y un largo etcétera. Solamente durante 2021 Indepaz ha reportado 88 masacres que han dejado al menos 313 víctimas fatales hasta el 15 de noviembre, 152 líderes sociales defensores de DDHH asesinados hasta la misma fecha y 1267 desde la firma de los acuerdos de paz en 2016. 

Frente a este panorama, desde sus inicios, el hip hop y el rap han servido de vehículo para la expresión de inconformidades, rabia y dolor para muchos jóvenes colombianos. Sólo hace falta mirar hacia atrás en la historia del rap nacional y ojear las letras de agrupaciones como La Etnia o Gotas de Rap, por mencionar algunos.  

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Callejón Verset se conforma por dos bogotanos y un pastuso que llevan más de siete años camellando en torno a la música, logrando una mixtura única entre los sonidos del jazz, el beat callejero del rap y las rimas de un MC que canta sobre eso que se vive a diario en estas tierras. Sergio aka “El Checho” el MC y bajista, Jaime aka “El Zarama” el baterista y Dj (según el formato en el que toquen) y Néstor aka “T-Chord” el arreglista, productor y pianista.

Jaime recuerda que desde hace muchos años ha sido seguidor del rap y que siempre quiso hacer música con un rapero. Néstor o T-Chord, el último en unirse, llegó a través de El Checho. La academia fue el puente que los relacionó y desde entonces producen música juntos en un estudio casero ubicado en uno de los cuartos de la casa de Sergio, en el barrio El Polo en Bogotá. Aquiles, un pitbull negro con blanco más dulce que el azúcar y Cripy, un gatito más bien tímido son los espectadores habituales de los ensayos. 

Sobre la fusión que caracteriza su música, dice Jaime que “Callejón Verset es una mezcla de jazz moderno y hip hop. Nuestras influencias son del rap de gente como Nas… rap de los gringos. Allá es muy normal que jazzeros toquen con raperos, eso siempre ha crecido muy entre ellos, entre los barrios, entre el Bronxs que es un barrio súper importante en esta música y en sus orígenes…”.

 

 

 

Es bien sabido que la cultura hip hop, el rap en particular y el jazz están estrechamente relacionados en sus orígenes, sus historias, sus intérpretes y sus luchas. El trasfondo social desde donde emerge el hip hop: el rap, el graffiti, el breakdance y el Djing, son expresiones que se dieron a conocer en el Bronx, New York; y que provenían de círculos sociales racializados, excluidos y discriminados. Así mismo, el jazz nació a partir de tradiciones africanas llevadas por esclavos africanos principalmente en la ciudad de New Orleans. 

Racismo, pobreza y discrimación, son entonces tres de las características que desde lo social empatan estos estilos. En cuanto a los sonidos, las músicas negras y los ritmos africanos hermanan ambos géneros musicales. Así pues, no es raro encontrarse con propuestas que le apuesta a la fusión del rap con el jazz, el soul o el new soul, géneros que definen la apuesta musical de Callejón Verset. 

Este aspecto musical y sonoro tan potente que los caracteriza complementa la columna vertebral de Callejón Verset: la palabra. La escritura, la rima y el mensaje son tan importantes para ellos como la identidad musical de la banda. El Checho es el MC y el escritor, el encargado de traducir en palabras todos esos sentires que quieren transmitir y que la mayoría de veces transitan entre temas políticos y sociales de la actualidad colombiana. 

“Eso es lo que nos gusta a nosotros, estamos muy marcados en la parte de la escritura, por la parte social, por la parte de la revolución. Buscamos apelar a la consciencia de las personas… Pensamos que sí hay un gran problema por parte de los gobiernos, de los dirigentes, pero también nuestra música apela mucho al llamado de la conciencia de la gente, a construir también desde nosotros, desde nuestro papel en la sociedad”, dice El Zarama con respecto a la escritura.

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Además del caldo de cultivo que es para ellos el contexto nacional a la hora de buscar temas para las composiciones, los entornos en los que crecieron El Zarama y El Checho también conforman el acervo cultural del cuál echan mano para crear, en especial Sergio, que es el encargado de las rimas. Él nació en el sur de Bogotá y vivió su infancia entre Las Cruces y El Sanber, dos barrios en los que, en sus palabras, “se vive en carne propia la falta de oportunidades y las consecuencias que eso trae a la vida de un ser humano”. 

De hecho, Sergio llegó al rap “por el barrio, porque era lo que sonaba 24/7”, cuenta, y recuerda que las letras de artistas como Asilo 38, Engendros del Pantano, Todo Copas o Alí a.k.a Mind lo hacían sentir identificado con su propia realidad. De allí, dice, vino la influencia que lo llevó a volcarse hacia el camino de MC. Por su parte, El Zarama proviene de Pasto, Nariño, una ciudad que, considera, ha permanecido en la penumbra del abandono y el olvido estatal y que “vivió o vive en carne propia la guerra que se desató en Colombia durante los últimos 60 años o más”. 

El rap, la música y la escritura se han convertido para ellos en una suerte de refugio, en un lugar seguro donde la catarsis es posible. “Hacer música genera un estado del arte puro, allí se deja atrás cualquier problema o situación por la que se esté pasando. También permite reflexionar sobre los contextos que se están atravesando. Al terminar de tocar, componer o producir, el músico sale con una visión más clara de sus problemas. El rap nos acogió a todos, nos salvó la vida a todos y le dió a la misma una dirección, un norte claro y un rumbo fijo”, dice El Checho.

Siendo Sergio el encargado de traducir en palabras lo que Jaime y Néstor expresan en los instrumentales, reconoce en cada una de sus canciones una parte de su alma, de su memoria y de su propia vida. “Mis creencias y mi historia, mi actualidad, así como la del país, están plasmadas en mis letras –cuenta–. Callejón verset es parte fundamental de mi vida y como familia que somos mi realidad es la misma que la de los otros. La inspiración puede venir de mi situación amorosa, la situación sociocultural del país, la situación económica precaria en la que vivimos, la sensación de esclavitud en pleno siglo XXI o el irrespeto por la diferencia, ya sea sexual, política o cultural”. 

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Sin embargo, más allá de sus procesos personales, la escritura se centra en la búsqueda de reivindicaciones mucho más amplias que las propias. Es por eso que sus letras son enfáticas en la búsqueda de paz, la denuncia de la desigualdad social y la corrupción política. Además, para él es fundamental abogar por el respeto del arte y la igualdad de géneros. También manifiesta profundo cariño hacia la diversidad en todos sus matices.

“El rap nos salvó la vida”, repite Sergio. Bien sea por el país en el que nacimos, el contexto que nos tocó, por la situación sociocultural que tenemos alrededor. “Era esto o era un camino oscuro y difícil. Finalmente esto es una cultura que ahora, a gran escala, está dando trabajo, está generando espacios de comunicación, espacios de creación. El arte es lo más hermoso que existe. Por eso, el mensaje social en Callejón Verset está en todo; siempre estamos tratando de incluir la parte social porque es la que construye el contexto que nosotros estamos describiendo con lo que hacemos”.  

Ese camino oscuro al que se refiere tiene varias vertientes. “Aquel que empuñe un micro o un instrumento, jamás empuñará un arma”, es la frase que usa para explicarlo. Para Sergio, la falta de educación digna, el hambre, la pobreza y la violencia pueden conducir a los jóvenes por las vías del “dinero rápido”: entiéndase microtráfico o delincuencia común, por mencionar un par de realidades a las que se encuentran miles de colombianos en situaciones marginales. 

“El rap me abrió el camino hacia la literatura y la música. Fue para mejorar en estas disciplinas que decidí convertirme en un profesional. Hoy por hoy sigo dedicado a este género porque se lo debo y siento que aportar a esta cultura con mi arte es la forma más digna de demostrarle mi gratitud”, dice enfático sobre esa decisión de vida que lo condujo a expresarse desde el arte. 

Sin embargo, El Checho aclara que lo anterior no significa que sea un camino fácil. “Elegir contar lo que nos está pasando tiene un precio. Para nadie es un secreto que vivimos en un régimen que ha demostrado crueldad en su accionar para los que piensan distinto o los que luchan por un cambio. Hemos sido testigos de cómo nuestros colegas han resultado amenazados e incluso exiliados del país por denunciar en sus temas lo que se vive en Colombia. Censuras, amenazas e incluso la muerte, son el precio que se paga por escupir la verdad en un micro”. 

Además, considera que vivir de la música trae consigo sus propios retos y obstáculos. El trabajo informal, la falta de recursos, la dificultad de lograr estabilidad económica, el prejuicio que tiene la sociedad hacia los artistas emergentes son algunos de los problemas con los que se ha topado hasta ahora. 

Para la banda, el rap ha sido su bandera de resistencia. Dice Jaime, remontándose a los orígenes de este género que  “esta es una música que nació de contextos difíciles, contextos de revolución donde se vulneran los derechos, donde ha habido injusticia, se ha tratado de pasar por encima de la gente, ha habido discriminación, y eso no es ajeno a lo que está pasando en Latinoamérica y en los barrios en general. Hay gente que la está pasando duro y últimamente la cosa se ha puesto más difícil”.

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“Mi parcero rapea y a mi otro parcero que le gusta el skate… el contexto de los barrios, de ir al parque a parchar y verse con el parcerito que le está dando a la farra duro escuchando los beats del que rapea o que está freestaliando... Sin lugar a dudas creo que el rap está salvando vidas, está dando un rumbo a muchos por ahí que están buscando a ver qué hacen. Qué bueno que podamos mostrar ese tipo de cosas, inspirar ese tipo de cosas para que otra gente diga chimba eso y no se dedique a otras vueltas. Construimos a partir de eso”, agrega Jaime.

Para él resistir también es apoyar esos intentos por buscarse la vida en el arte o en una industria tan compleja como la musical y más aún en un país como Colombia, donde poco se destina para la cultura y mucho para la guerra. Por eso resalta la importancia del apoyo entre amigos, entre familia y entre la escena en general, incluyendo todas las diferentes representaciones en las que puede hacer presencia la cultura hip hop, desde barberías, pasando por estudios de tatuaje o serigrafía hasta proyectos musicales, entre muchas otras opciones. 

“Nosotros queremos aportar algo a la cultura hip hop y dejar precedente o un camino para que los que vienen detrás puedan acogerse a eso y entender que podemos ser una industria muy grande; más que barrios y localidades que se pelean entre sí o que se disputan las tarimas, podemos ser una cultura gigante y eso es resistir también”, agrega Sergio. 

Por lo pronto, Callejón Verset está preparando un disco para el próximo año cargado de colaboraciones que, cuentan, habrían sido impensables para ellos hace unos años. El disco se va a llamar Nos Cayeron, haciendo referencia precisamente a todas las colaboraciones que lo completan. Aunque los temas son inciertos aún, pueden adelantar que va a tratar sobre la historia de un personaje que representa todo lo que –para ellos– está mal en un ciudadano.

Además, cuentan que las canciones que ya están creadas transitan por diferentes temas que van desde el paramilitarismo, el conflicto armado, la pobreza, la riqueza, y también la fortuna de haber nacido en Colombia (por paradójico o contradictorio que pueda sonar), hasta la bienvenida a una nueva integrante de la familia: Abril, la sobrina de Checho a quién le dedica un tema completo del disco. 

Así mismo, su apuesta está enfocada en seguir aportando a la construcción de una escena más sólida, colaborativa y comprometida no sólo con la música sino con el contexto de este país herido que clama a gritos por contar su historia. 

Antes de que su tema “PARA”, vea la luz, la banda deja un  abrebocas de todo lo que viene por delante:

“A parar para respirar ¡Para! /Para para los paras ¡Para! /Para de piedras tirar ¡Para! /que ellos apuntan y disparan /¡Para! compi que tu vida es cara.  Máscaras apuntan tu cara /En la lista de los muertos más caras /Más balas más dramas más dolor en las mamás /Y además, más revolucionarios golpeando damas. El mundo está de locos, poco a poco /Degenerado por algunos pocos /Aquí es lo típico verlos en motos /Es un estado crítico que apunta de sicarios y contratos dirige su pueblo roto”. 

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Rexistencia Hip Hop es un laboratorio de formación y creación artística para el fortalecimiento de proyectos musicales con incidencia social y comunitaria. Es una iniciativa creada en conjunto entre la Fundación Cartel Urbano y el ICTJ para visibilizar los procesos y proyectos musicales que encuentran en el Hip Hop una herramienta de cambio para sus comunidades y una oportunidad para seguir promoviendo el pensamiento crítico y la libertad de expresión.

 

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