
Marcela Bolívar, el fotomontaje y el simbolismo
Es caleña, tiene 30 años y aunque estudió Diseño Gráfico no es diseñadora. Su obra, que ha rodado más en Europa y Estados Unidos que en su país natal, es una consistente amalgama artística en la que se han fijado bandas como Darkflight y Amethystium.
Marcela asegura que sus fotoilustraciones surgieron de ir entrelazando gustos que descubrió con el paso del tiempo y que fue incorporando a sus habilidades durante el colegio y su paso por el Instituto Bellas Artes, en Cali, donde estudió Diseño Gráfico. Sin embargo, nunca se ha considerado diseñadora gráfica, siempre ha sido una ilustradora que mira a través de la fotografía.
“En medio del estudio me gustaba hacer otras cosas que no tenían nada que ver con el diseño: dibujaba y hacía bocetos de personajes que se me aparecían en la cabeza”, dice Marcela.
Su tesis de grado, tal vez el trabajo más completo de esta caleña, fue el punto de partida para saber cómo quería abordar el arte digital y así empezar a trabajar en lo que realmente quería.
Desde pequeña le gustó el trajín de la composición: juguetear con distintos elementos gráficos y fotografías. Compró su primera cámara en 2002 para hacer fotografías casuales, de aprendiz, pero cuando empezó a entender mejor la herramienta se fue acercando también a la ilustración, a la manipulación fotográfica y al fotomontaje.
Aunque nunca ha tenido referentes de artistas actuales, una de sus inspiraciones ha sido la técnica de pintura claroscuro, que consiste en destacar elementos desde un juego de luces, iluminación y volumen. “Me encantan las atmósferas que transmiten esas pinturas, eso me dio un empujón hacia lo que quería seguir haciendo con mi forma particular de ver el dibujo y la fotografía”.
Empezó a crear obras a partir de los libros que leía —otra de sus pasiones: la lectura— y la música que escuchaba. Precisamente la industria musical es ahora uno de sus campos de acción laborales, ya que muchos de sus clientes son agrupaciones que le encargan portadas de discos. Varias bandas estadounidenses y europeas han sido clientes suyas, entre las que están los búlgaros Darkflight, el músico sueco Christian Engquist y los noruegos Amethystium.
Marcela se interna en una búsqueda de sueños, reinterpretaciones y nuevas dimensiones. “Acá no me he dedicado a las galerías ni a las exposiciones de mi trabajo. Este tipo de arte, que habla del pop surreal y el simbolismo, se ve más en países como Australia, Estados Unidos y en muchos de Europa. Allá he expuesto más mi trabajo por medio de mis clientes y sus proyectos”. Una de sus pocas muestras en nuestro país fue Frontera Sur, una exposición en Cali para la que solo convocaron mujeres y con la que pretendían mostrar el lado femenino del arte digital.
Esta mujer tiene “horario de lechuza”: permanece despierta por las noches y duerme en las madrugadas y durante el día. “Es difícil manejar el tiempo porque casi todos son trabajos comerciales y me toca organizarme con una zona horaria muy distinta a la de mis clientes”.
Casi todas las fotografías de sus trabajos son tomadas por ella misma en lugares que reflejan el espíritu de lo que quiere mostrar. Los personajes —la mayoría mujeres— los manipula en Photoshop para que se muestren como híbridos que son parte de la naturaleza. No son del todo humanos ni totalmente animales.
Su serie White Crown, por ejemplo, es una pintura digital con foto manipulación. “Vi una flor que me encantó, entonces hice una corona con porcelanicrón y alambre y empecé a dibujar. Tomé una foto en medio de un bosque en Cali y mezclé a mi personaje (una mujer) con la naturaleza que tenía alrededor y procuré que la corona también fuera parte de su cara y su cuerpo”.
Según esta artista de 30 años, los temas oscuros y metafísicos son una posibilidad de acercarse al auto conocimiento. “Quiero mostrar la naturaleza en fricción y conflicto con la realidad de las mujeres que retrato. La parte salvaje y la instintiva, como la de los sueños, se puede mezclar con la parte racional y la del mundo despierto, esa es la idea que quiero imprimir en mi obra”.