
La sangre nueva del videoarte colombiano
¿Cómo resumir la historia del videoarte en Colombia? Se resume desde unos orígenes inciertos, equipos técnicos impagables, pocos incentivos y una comunidad artística conservadora, hasta una suerte de renacimiento y de voluntades renovadas de experimentación. Desde los años 90 esta disciplina del arte conceptual no ha dejado de tomar fuerza y de recibir apoyo. El interés por elevar el nivel comienza a ser una constante, y estos cinco videoartistas lo demuestran.
Hace 20 años, un vigilante de la Biblioteca Luís Ángel Arango creyó haber visto en un monitor de video el “fantasma” de una de las pinturas de una exposición que ya había sido retirada y trasladada al Museo de Arte Colonial. “¡La obra sigue ahí, la seguimos viendo!”, dijo el guarda.
Sin embargo, la explicación de un especialista calmó los ánimos de los funcionarios de la biblioteca. La excesiva luz a la que estuvo expuesta la obra durante meses quemó el tubo de rayos catódicos del monitor de video, lo cual llevó a que la imagen de la obra de arte permaneciera fija en la pantalla del celador.
Aunque finalmente no se trató de un suceso artístico-espectral, esta anécdota, relatada por el videoartista francés Gilles Charalambos el año pasado en una conferencia sobre la historia del videoarte en Colombia, organizada precisamente por la Biblioteca Luís Ángel Arango, es un acontecimiento de suma importancia para el campo del videoarte nacional.
“Los orígenes del videoarte en Colombia no son tan claros como lo podrían ser en Alemania, y por eso me remito a este tipo de ‘mitos’”, sostuvo Charalambos, quien además agregó: “Insisto en que son ‘mitos’, pero para mí el gran poeta y creador del radioarte, León de Greiff, también fue el creador del videoarte en 1954, luego de que la crítica de arte colombo argentina Marta Traba, en una entrevista en vivo y en directo al gran maestro, le dijera que tenía la bragueta abierta y él, en lugar de cerrársela, hiciera caso omiso. Eso fue un acto artístico en televisión, lo cual equivale a videoarte”.
La televisión, según Charalambos, quien llegó a Colombia en 1973, fue un medio que en sus primeros años, exactamente entre 1954 y 1957, tuvo “cierta calidad” cultural, más allá de que su principal objetivo era enaltecer la dictadura de Rojas Pinilla.
Algo del trabajo de Gilles Charalambos como videoartista.
Si bien muchos de esos esfuerzos culturales no son considerados piezas de videoarte, por el hecho de haber sido televisados se acercaron mucho más a esta disciplina que los ‘bodrios’ publicitarios de los años siguientes.
Esta ‘prehistoria del videoarte’, como la llama Charalambos, se perdió casi en su totalidad, sin que hubiera procesos de restauración que intentaran recuperarla.
Si excluimos de la historia ‘oficial’ el incidente filmado de la bragueta de León de Greiff, tendríamos que rastrear el surgimiento de los primeros videoartistas locales hacia finales de los años setenta. Rodrigo Castaño, quien falleció el año pasado, y Sandra Isabel Llano, fueron los primeros representantes de esta rama del arte conceptual. Autorretrato e In-pulso fueron, respectivamente, las obras debut de estos dos realizadores.
Creditos: En Órbita. En In-pulso, Sandra Isabel Llano mostraba el registro de sus propios electrocardiogramas.
El arte conceptual, sin embargo, no era visto por la crítica con buenos ojos. En su conferencia, Charalambos fue reiterativo en señalar que la crítica Marta Traba no concebía el videoarte como una forma de arte, e incluso ironizaba sobre lo que llamaba despectivamente “videoart”.
En esos primeros años del videoarte colombiano eran muy pocos los artistas que tenían equipos portátiles de video, y el hecho de que un segundo de animación llegara a costar hasta $500.000 limitaba las posibilidades creativas. Una de las primeras exposiciones dedicadas al videoarte, que se llevó a cabo en el Centro Colombo Americano en 1976 y que tuvo como principal atractivo una video instalación del videoartista surcoreano Nam June Paik, no tuvo ninguna incidencia en la escena cultural bogotana.
Fue a mediados de los años noventa cuando el videoarte tomó fuerza. De hecho, “fue recientemente que se despertó entre los videoartistas un especial interés por mejorar el nivel”, dijo Charalambos en la conferencia (disponible en la sección audiovisual de la Luís Ángel Arango).
"León de Greiff fue el creador del videoarte en 1954, luego de que la crítica de arte colombo argentina Marta Traba, en una entrevista en vivo y en directo al gran maestro, le dijera que tenía la bragueta abierta y él, en lugar de cerrársela, hiciera caso omiso. Eso fue un acto artístico en televisión, lo cual equivale a videoarte": Charalambos
Pero esto no significa que no haya nada rescatable en el videoarte de esa época. El mismo Charalambos se ha encargado de reunir piezas de videoarte local. No obstante, su recopilación, que empieza desde los años setenta y concluye a principios del siglo XXI, deja en manos de futuras investigaciones el análisis sobre los aportes de la generación más reciente de videoartistas colombianos.
Estos son algunos de los nombres que se están destacado en este campo.
Iván Argote y su videoarte anárquico
Está radicado en Francia desde 2005 y su campo de acción es amplio: pintura, escultura, fotografía, performace y video. Su trabajo visual Altruism, de 2011, muestra bien de lo que está impregnada la obra de este artista.
De acuerdo con Argote, la barra metálica que besa lascivamente en el video (en el que Iván se encuentra al interior del vagón de un metro) es un “símbolo de la repulsión”, ya que contiene una cantidad inimaginable de gérmenes y bacterias. Aunque este artista de 31 años asegura sentir la misma repulsión, entiende el beso como “un gesto de amor, que se vuelve sexual y que en últimas pretende frustrar el disgusto de quienes van dentro del vagón”.
En su edición impresa, El Cultural destacó la obra de diez artistas locales que apenas sobrepasan los 30 años y que participaron en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (ARCO) del año pasado. “Para [Argote] —señala el suplemento de El Mundo de España— el arte se convierte en un mecanismo de búsqueda: pesquisa constante para modificar el presente y afectarlo en un balanceo que va desde lo privado hasta lo colectivo”.
Otras de las producciones de videoarte de Iván Argote son: The Messengers (2014), Moving Ashes (2014) y Barcelona (2014).
El videoarte mudo de Sandra Marcela Pulido
Palabras como “crujido” y “fisura” evocan sonidos ásperos que podrían provocar que el cuerpo se destemple. Lo interesante del video de Sandra, Movimiento y Reposo (2014), es que solo con textos e imágenes, y en un silencio absoluto, puede emular dichos sonidos incómodos.
En algunos segmentos, el contenido del video hace honor al título del mismo, pero a medida que avanza la pieza tanto el “movimiento” como el “reposo” causan desesperación, tal vez por la sencilla razón de que el ser humano no está habituado al silencio total, idea que encaja con una de las reflexiones principales de la obra: “Solo adquirimos conciencia de un cuerpo en la enfermedad”.
En 2015, Sandra expuso en Artecámara, uno de los segmentos de la Feria Internacional de Arte de Bogotá (ARTBO). Sobre su trabajo, la feria señaló que “propone reflexiones sobre el cuerpo y la transformación de la materia, haciendo uso de recursos ópticos cercanos a la ciencia y la medicina, tales como cámaras térmicas, microscopios y rayos x”. La reseña agrega además que en la obra de Sandra “se abre la posibilidad de realizar una disección a través de la imagen”.
Con Movimiento y Reposo Sandra fue una de las tres ganadoras del Premio para la Circulación de Videoarte de la edición de 2014, organizado por IDARTES.
Alejandra Rincón Navarro: reflexiones a partir de sucesos triviales
Para esta videoartista, su obra cuenta con “imágenes de gran potencia poética”. Eso es cierto. Según ella, lo logra a través del registro de acciones y sucesos “triviales” y “sin importancia”. Eso también es cierto. La prueba de fuego es Caer (2014), uno de sus últimos trabajos de videoarte.
En este, la artista reflexiona sobre las diferencias de significado de las palabras “caer” y fallar”, valiéndose de la imagen de una niña que juega ‘piedra, papel o tijera’ y pierde varias veces hasta que por fin gana una ronda, o de la “simple” panorámica de un grupo de esquiadores que se deslizan por la nieve, resistiendo los golpes de cada caída.
Alejandra obtuvo con esta pieza el Premio para la Circulación de Videoarte de la edición de 2014, organizado por IDARTES.
“Para Argote el arte se convierte en un mecanismo de búsqueda: pesquisa constante para modificar el presente y afectarlo en un balanceo que va desde lo privado hasta lo colectivo”: El Cultural
Más experimental que el videoarte es el videoarte de Miguel Canal
Es el menor de este grupo de videoartistas. Con 27 años, divide su trabajo videográfico entre una sección “Experimental” y otra titulada “Esta es mi vereda”. En lo que respecta a los videos del primer grupo, Miguel prueba con distintos planos y secuencias, a tal punto que las piezas parecieran no tener un objetivo claro. Sin embargo, en Aturetrato, una de sus primeras propuestas, basada en El lobo estepario, de Hermann Hesse, Canal quizás pretende mostrar la dualidad que afecta al protagonista de dicha novela.
“Esta es mi vereda”, en cambio, da cuenta de un trabajo más técnico, en el que Miguel se propuso recuperar el material cinematográfico de su abuelo, Gonzalo Canal Ramírez, quien en los años cincuenta realizó un extenso registro del campo colombiano.
Natalia Behaine: videos hechos “artesanalmente”
José es el título de un video de esta literata, comunicadora social y fotógrafa. En él narra la vida de Jusef Behaine Gataz, uno de sus abuelos, antes de que muriera a causa de un Alzhéimer que lo aquejó durante 20 años. La pieza la componen un videoarte y una serie de 27 imágenes que son el resultado de un collage conformado por más de 2.000 capas de fotografías impresas unas sobre otras.
Con este experimento Natalia consiguió lo que esperaba tanto técnica como estéticamente: producir un video por medio de la sensación de movimiento del collage, el cual, acompañado de una pista de acordeón y una voz en off que relata la historia, también sugiere una inmersión de Natalia, no precisamente en su rol de artista, sino como nieta de José.
Este trabajo de videoarte ganó en septiembre de 2015 el Premio para la Circulación de Videoarte, organizado por IDARTES.
José no es el único ejemplo del portafolio de Natalia que denota ese deseo de proceder “artesanalmente”. Fotomeraki, medio especializado en fotografía, resalta el trabajo de Behaine en 3.000 Días, un proyecto que realizó durante dos años.