“De fanzines no se vive acá”: Luto, el papá de Carefukyou
Después de casi dos décadas en la movida fanzinera caleña, después de hacer parte de la emblemática tradición cinematográfica de Cali dirigiendo el Videódromo, después de dar a luz personajes inolvidables como Carefukyou, Luto recibió el reconocimiento a ‘Mejor artista completo’ en la cuarta edición de los premios Cómic Sin Frontera. Hablamos con este hombre de pelo rizado y humor fino en su paso por Entreviñetas 2018.
Las producciones de Luis Tobón (1987) tienen un estilo particular que es fácil de reconocer no solo en lo formal sino también en su contenido, que usualmente va de la mano del punk. Letras de La Polla Records y Eskorbuto son incluidas en sus cómics e ilustraciones que no le temen a adoptar una postura política contestataria.
Fuzil, Satélite Sursystem y Sudaca han sido algunas de sus influencias locales. El festival CaliComix (un evento que lleva unas dos décadas reuniendo y compartiendo obras de artistas locales e internacionales) fue el espacio en el cual Luto debutó en una exposición colectiva.
Por su terquedad, su disciplina, su irreverencia y por su obra que goza de una finura inocultable, Luto es uno de los historietistas más sobresalientes de la historia reciente del cómic en nuestro país.
¿Existe algo particular en la movida del fanzine y el cómic caleños que no se vea en otra parte del país?
Creo que cuando se empieza a hablar de la historia del fanzine o de la auto-publicación en Colombia, siempre se tiene que referir a lo que fue el grupo de Fuzil, la revista Musa Enferma, el parche de Sudaca y Satélite Sursystem. Fue un movimiento muy unido, todos eran por lo general universitarios que querían hacer agitación gráfica.
Creo que cuando ustedes ven esas publicaciones es muy fácil notar que hay como cierto color o cierta calentura caleña y creo que eso es algo que aún se encuentra dentro de distintos autores. Siempre está esa picardía o esa vaina de la que tanto se habla del buziraco, que es aquel demonio que dentro del mito urbano de Cali se dice que está atrapado en la ciudad. Es una especie de demonio que está maldiciendo o bendiciendo las publicaciones de la ciudad caleña.
Entonces hay artistas caleños que sirvieron de referencia en tu obra…
Me pasó con Calicomix, con una de esas muestras que hacían de autores que convocaban. Calicomix es un evento que se hace desde hace unos 20 años. Hay un par de personajes que hasta el día de hoy recuerdo, uno era Ricardo García, un estudiante de bellas artes en ese tiempo. Él se desentendió [del cómic] y se ha dedicado a otras cosas, como su banda de punk o de thrash. Ricardo hizo una historieta que era un cover de una canción de 2 Minutos. Vi esa historieta cuando tenía 14 o 15 años y me encantó. Creo que todos los demás personajes que vi en esa exposición me animaron. Dije “acá hay historieta y yo también quiero hacer”.
También tienes cómics sobre canciones.
Uno de mis sueños frustrados es tener una banda de punk o de rock. No toco nada y mi voz es una belleza (risas). Pero lléveme pa’ un karaoke y verá. Me gustan mucho esas bandas que ilustro, bandas como La Polla o Eskorbuto que tienen canciones cargadas de mensajes que hasta el día de hoy son muy vigentes. Sobre todo las veo relacionadas con muchas cosas que pasan actualmente en el país. Lo que trato es de hacer el cover de la canción pero cantársela al público de Colombia desde las historietas. Mi dibujo se convierte en mi voz
¿Cuáles son los elementos que han hecho de Cali una ciudad prolífica en cuanto a producción artística?
Pues mirá, eso se debe mucho a la historia que ha tenido Cali desde por allá los sesenta, los setenta. Lo que fueron Los Juegos Panamericanos, el nacimiento de la tertulia, las bienales de arte gráfico, sobre todo el movimiento de Ciudad Solar, que fue un movimiento, un colectivo, una casa… mejor dicho, en donde se albergaron todos estos personajes del arte que siguen siendo hasta el día de hoy legado en Colombia: Andrés Caicedo, Carlos Mayolo, Luis Ospina.
Creo que eso fue un momento que marcó toda una historia dentro de la ciudad, ahí se formó el cuento de Caliwood. Eso es una herencia, siempre que se tiende hablar de la historia del arte de Cali es necesario referirse a ellos porque son una influencia y referentes para muchos a la hora de hablar de su obra propia o de explicar de dónde se han inspirado para crear.
¿Qué significaría la desaparición de Carteles La Linterna, ese emblemático punto de producción gráfica caleña, para la movida de la ciudad?
Lo que hace Carteles La Linterna es como un viejo arte, por decirlo así: es un viejo arte que siempre se encargó de ilustrar una parte muy importante de la ciudad, como lo es la fiesta. Carteles La Linterna, junto con otras litografías y empresas de carteles que ya desaparecieron, se encargó de ilustrar y sacar los carteles de las presentaciones de cantantes de salsa y otros conciertos. Creo que de cierta manera eso era una parte visible de la cultura de la salsa.
Una de las cosas que tal vez se pueden perder con la desaparición de La Linterna es la tradición de crear carteles a mano. Ellos hacen los carteles de manera artesanal, utilizan linóleo, usan unas máquinas que ya son leyendas, antiquísimas. Perder eso es como perder la tradición gráfica que tiene la ciudad, es perder una parte de la historia.
Muchos artistas caleños, paisas, búcaros, etcétera, viven en Bogotá y es acá donde proyectan sus obras. ¿Nunca has considerado mudarte a la nevera?
Ahora no. La verdad de Cali no me salgo. Estoy muy bien instalado allá, es un buen vividero. Alguna vez lo pensé, para qué lo voy a negar. También consideré irme a Medellín, pero eso fue hace un tiempo, cuando no tenía claro un rumbo. Ahora estoy más que instalado en Cali, siempre he vivido allá y es muy difícil encontrar un hogar en otro sitio.
¿Qué tanto hay de Carefukyou en ti? ¿Qué tanto hay de Luis en Carefukyou?
Él nace gracias a que mi hermana me decía que yo tenía mucha cara de fuck you, entonces lo que hice fue dibujar eso y con el tiempo mis amigos que veían mi cuaderno de dibujo me decían que tan chistoso ese personaje. “Hacele algo”. Con el tiempo el Carefukyou se convirtió en una especie de alterego por medio del cual expreso muchas ideas u ocurrencias que tengo momentáneamente. Es una parte de mí que solamente exteriorizo con él porque, en comparación, yo soy una güeva al lado de Carefukyou. Lo único que tengo es la cara, pero creo que soy una persona mucho más dulce.
¿De qué vives?
Vivo de fanzines, de cómics y camisetas. Me va bien. Obviamente también hago trabajos freelance si necesitan un diseño de tal cosa o me dicen “necesito que me ilustrés esto”. Son trabajos que aparecen de momento. Hace muy poco me salió un trabajo de medio tiempo, que es una cosa que se hace re botada desde el computador y desde la casa, y eso me ayuda con mis gastos mensuales. A pagar el arriendo y toda esa cosa. Pero de mi arte también vivo.
Este mes ganaste el galardón a Mejor artista completo, en los premios Cómic Sin Frontera…
Fue una sorpresa, un gesto muy lindo, muy hermoso. Me alegró, no lo esperaba. Sé que ellos lo hacen también para homenajear al cómic local, es un modo de rescatar todo este potencial y arte que se puede encontrar en el país. Para mí es muy importante que estén en esa labor, creo que es de los pocos premios que se encuentran en Colombia sobre la historieta. Fue una experiencia de primeras veces: la primera vez en Pereira, la primera vez que voy a Cómic Sin Frontera y la primera vez que salgo premiado.
Dirigías un cineclub que proyectaba películas serie b. También te encargabas de la parte gráfica. Hacías fanzines con la programación e ilustrabas los carteles de los ciclos que presentaban. ¿Cómo fue esta experiencia tan involucrada con el cine?
Les decíamos “películas para gallinazos”, porque al gallinazo le gusta la basura. Creo que como autor o dibujante de historietas uno no se puede nutrir sólo del cómic. Uno debe ponerle atención a otras cosas, al cine, a la literatura, a las series, a los videojuegos. Todo tiene algo de dónde uno puede arrancar, todo puede ser un punto para referirse e inspirarse.
El caso del Videódromo fue más que todo una gestión entre amigos, 3 amigos a quienes nos gustaba esa clase de películas y conocíamos el Cinema Zombie de Medellín y decidimos hacer lo mismo pero en Cali. Ahí nació el Videódromo.
(No deje de leer esta entrevista con Édgar Jiménez, el artista adoptado por la movida caleña que fundamenta su obra en el cine de serie b)
¿Por qué este año te animaste a publicar tu opinión sobre diferentes películas en ‘Peli-culas y peliculonas’, en tu FB?
No es crítica de cine, no quiero que crean que es que yo me creo crítico de cine. Me pasa como a cualquiera que puede salir feliz o molesto del cine. Lo único que le agradezco a Guillermo del Toro fue que me impulsó a hacer esta serie de cómics porque cuando salí de ver La forma del agua dije “ya no más, la chimba, tengo que hacer algo al respecto”.
Tal vez con el Videódromo hubo algunas ideas pero fueron ocurrencias en su momento. Antes de ver La forma del agua (que es una porquería de película, siempre tengo que reafirmarlo) había visto otras películas con las que dije “esto es una basura”, pero hasta que ocurrió este detonante horrible, finalmente me animé a hacer ‘Peli-culas y peliculonas’.
¿Cuáles crees que son las mejores películas basadas en cómics?
Virus tropical me parece que es una muy buena adaptación porque además de coger la historieta y volverla a contar, complementa la historia. La novela gráfica es buena pero uno nota que hubo ciertas fallas en la parte del argumento, unas cosas muy puntuales y en la película se resuelven. Es una buena adaptación. Ghost World es otra que me parece bien. También Akira. Lo que hacen con Akira no es una adaptación, vuelven a contar la historia para verla en otro formato.
Hay directores que creen que todo está hecho para sacarle película y muchas veces no es así. Por ejemplo, lo que pasa con la película de Watchmen (que me parece una mierda): es una muy mala adaptación porque el cómic es una cosa muy compleja. Se intenta buscar la gallina de los huevos de oro en cualquier cosa. Estéticamente la de Sin City es muy buena adaptación. El tratamiento que hacen de la imagen para que se parezca al cómic es muy lindo. Eso funcionó porque Frank Miller, el autor, estuvo involucrado.
Hace un tiempo el historietista Truchafrita publicó en su blog un texto llamado ‘El cómic en Colombia no existe’, en el que se argumenta que no se puede hablar con propiedad sobre cómic en el país ya que este no tiene un impacto significativo en la sociedad. ¿Estás de acuerdo?
Estoy de acuerdo con muchas cosas que manifiesta allí. Creo que tal vez lo que le chocó a mucha gente fue ese título. Pero cuando lees los argumentos que él tiene, son unos argumentos bastante acertados. Él es un tanto pesimista pero creo que también tiene en cuenta que están pasando más cosas que en comparación a otros tiempos. Ahora es muy distinto hablar de cómic nacional, podemos encontrar más autores, más títulos y hay más editoriales interesadas, pero sigue siendo una cosa mínima. Y es cierto, vos andá y preguntale a cualquiera en la calle quién es Powerpaola. Matador es más fácil de reconocer pero no es una cultura establecida, como sí pasa en Argentina o Francia. Esto no quiere decir que en esos países no hayan dificultades pero en Colombia sí es como hablar de una cosa que ocurre en, digámoslo así: una inmensa minoría.
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Haz participado varias veces en Entreviñetas. ¿Cuál crees que es el aporte de un festival con esas características al cómic colombiano?
Entreviñetas ofrece un espacio para conocer la historieta, que creo que es algo muy importante porque si vamos a exigirle al público que sepa de cómic hay que mostrarle de qué queremos hablar, que es mucho mas de lo que popularmente se conoce como cómic. Usted dice cómic y la gente lo asocia con las películas de Marvel, la película de Superman, etcétera.
Creo que lo que ha hecho el festival es darle visibilidad a los autores internacionales y nacionales que hay. Les otorga un espacio para dialogar sobre su oficio, sobre lo que hacen, para presentar las cosas que tienen. Es un festival que de a poco ha ido creciendo, pero tiene sus dificultades. Esto de armar un evento en Colombia es una cosa muy difícil, sobre todo si es algo que no atrae gente. Obviamente una cosa es el súper concierto de la feria y otra es Entreviñetas. Las cosas se miden con estadísticas para las instituciones que patrocinan los eventos. Es una cosa que siempre estará afectada por la indiferencia por parte de ciertas instituciones o personajes que están al frente de los apoyos que pueden existir.
Tu obra ha sido crítica con respecto al uribismo y su legado. ¿Qué le espera al país después de su regreso al poder?
Uribe es un hijueputa, hay que decirlo.
Yo no sé, esto es muy incierto. La verdad uno siempre ve a la gente haciendo sus predicciones y todo este cuento, pero si algo he aprendido de Colombia es que es un país donde ocurre lo inesperado. La gente dice que va volver la dictadura pero puede ocurrir de todo. Lo que puede pasar es que los grupos de extrema derecha y toda esa parte mala de los paisas se alborote y se manifieste de una manera mucho más nefasta. Ojalá que no ocurra lo que pasó en tiempos de Uribe, ojalá no sea el regreso de las masacres paramilitares y la cosa horrible que fueron los años en los que él estuvo en la cabeza. Volver a Uribe es una manera de reafirmar la patria boba, Colombia no ha salido de eso lastimosamente.
Una lección valiosa en estas dos décadas de oficio.
Ayer me estaba acordando de la frase “le hubieras hecho caso a tu papá”. Es como el memento mori que uno tiene. Cuando uno ve que la cosa es muy difícil, uno piensa: le hubiera hecho caso a mi papá. Mi papá me apoya y sabe que tengo un talento, pero yo creo que él quisiera que hiciera otras cosas. Para él yo tengo el potencial para estar en Disney… tiene una vara muy alta pero siempre ha sido un apoyo importante para mí.
Creo que la lección es: primero las cosas dan fruto gracias a la terquedad que uno puede tener. Creo que lo más importante además del talento o del juicio o la disciplina, es la insistencia. La insistencia de presentar proyectos, de buscar publicar, de buscar convocatorias y aplicar, de tratar de publicar en otros lados.
A estas alturas uno deja de ser tan ingenuo como podría ser en un principio. De fanzines no se vive acá, uno tiene que ser mucho más versátil con su oficio. Yo hago fanzines y puedo tener un buen ingreso mensual o anual con lo que vendo en camisetas, pinturas, etcétera. Pero si encontrás otros modos de trabajo, eso te va a ayudar mucho y te hará la vida más fácil y más tranquila para que vos podás crear en tu casa. Lo más importante es el tiempo, si vos tenés bien distribuido el tiempo y tenés muy cuidado ese aspecto, vas a estar un poco más tranquilo a la hora de crear. Por ejemplo, si uno encuentra el modo de equilibrar las responsabilidades, el modo en el que vos podás trabajar en algo de medio tiempo que te dé un buen ingreso o un ingreso suficiente, el resto del tiempo se lo dedicás a tu arte. Con eso hay que ser juicioso, uno tiene que procurar dedicarle un momento diario al dibujo, a la pintura o al arte que esté haciendo, porque son cosas que muchas veces resultan de un proceso de mucho tiempo: un proceso que puede llevar semanas, meses o hasta años.