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“Tu parcero el que pega severas empanadas”: ocho ilustraciones para los colinos

Juan y Felipe son dos hermanos que entre plon y plon decidieron dar luz a un proyecto gráfico experimental en el que a través de la ilustración digital evidencian esos momentos elementales de cualquier usuario recreativo de cannabis.

Daniel Fandiño / @sinsecuencia

El conocimiento empírico y la realización de bosquejos en cuadernos impulsó a este par de hermanos a llevar a cabo una propuesta en la cual exponer las situaciones que vivían cotidianamente como usuarios recreativos de marihuana. Juan (20 años) y Felipe (24 años), en julio de este año decidieron por medio de dibujos algo macheteados pero con buenas dosis de humor, ilustrar esas situaciones comunes que se dan entre la bareta y quien la consume. De allí nace la idea del proyecto No hay Trabajo. “La idea era comunicar de una manera muy sencilla, con una gráfica muy rudimentaria. Esas ilustraciones tienen todos los errores del mundo pero la idea era esa, plasmar las ideas y que la gente se sintiera identificada con la vuelta”, cuenta Felipe.

Actualmente Felipe camella en un banco y Juan le jala al grafiti bajo la chapa de Texas. Aunque en este momento sus oficios no se asemejan en nada, tienen algo claro y es que gracias a los plones han vivido un sinnúmero de situaciones que los inspiraron para ponerle ruedas a esta idea, más ahora con el reciente decreto firmado por el Presidente Iván Duque en el que se autoriza a la Policía a decomisar incluso la dosis mínima. “Eso es una jartera, igual antes si a usted le encontraban yerba también se la quitaban. Eso siempre ha sido un negocio”, asegura Juan, quien además espera pronto plasmar estas ilustraciones en calcomanías para así generar un impacto más grande y a su vez llegar a las calles.

Acá le rotamos ocho ilustraciones con las que se va a sentir identificado si en su parche la weed es pan de cada día:

 

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En algún momento hemos sido víctimas de las babas. Claro, esta ilustración también aplica para fumadores de tabaco.

Y, ojo, si usted no tiene o cree no tener ese amigo que se rumbea los porros, probablemente es usted.

 

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Las gotas o ‘los pines’, como se les conoce coloquialmente, son esa agua bendita (y maldita, médicamente hablando) que ha salvado a todos los fumones en algún momento determinado, ya sea de los cuchos o de algún profesor bien cuchilla. Eso sí, la calidad de las gotas y el daño a largo plazo varían de acuerdo al bolsillo del marihuanero.

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Ante todo siempre debe estar de por medio la cortesía, y más si se trata de darle fuego a un buen leño. Esta ley es inamovible y se debe respetar.

 

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Torcido, de mala carburación, rajado y barrigón. ¿Alguien trajo ají?

 

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En la billetera nunca va a faltar una ziploc de sobra, ya sea por el roco que algún parcero le va a regalar o simplemente porque el dealer es un líchigo y le llevó el moño en un paquete de MiniChips. O, peor, en la mano.

 

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Amurado y sin desmoñador, toca aplicar la de las tijeras retráctiles. Aunque si el presupuesto no alcanza, alguien tiene que sacar los dotes de ‘manos de tijera’.

 

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No falta el o la que por ocultar su propia verdad se baña en splash. Lo problemático viene cuando no se sabe a ciencia cierta qué es lo que se está fumando: el moño del vecino o un joint 212.

 

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En algún momento llegan las vacas flacas. Sin embargo comerse la pega del arroz tiene su gracia.

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