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No queremos rosas en el Día de la Mujer

Yo quisiera que el 8 de marzo fuera un día para reclamar por tantos derechos que le son negados a la mujer. Tomémonos en serio el Día de la Mujer. Estamos rodeadas de violencia de género y de esta no solo son responsables los hombres, así que no convirtamos esto en una simple batalla de sexos.

Otro 8 de marzo más. Por estos lados nos han venido acostumbrando a que el Día de la Mujer es una fecha para homenajear a las esposas por ser tan buenas, a las novias para sumar algunos puntos y a las madres porque “ser madre es la máxima expresión de ser mujer”. Entre las mujeres medimos el éxito de nuestro día en la cantidad de rosas que nos regalan. Desde las instituciones nos mandan ese mismo mensaje: el año pasado, para el 8 de marzo la Alcaldía de Bogotá decidió regalarles a las mujeres una entrada gratis al Jardín Botánico.

Pero la realidad es que el Día de la Mujer no es una fecha para congraciarse con las mujeres, tal vez ni siquiera para celebrar ser mujer. Este es un día para pedir por tantos derechos que todavía representan una gran deuda con la mujer. Son muchas las pancartas con mensajes que se repiten cada 8 de marzo. Una de las que más se ve por la católica Latinoamerica es aquella que dice: “Anticonceptivos gratis para no abortar, aborto legal y gratuito para no morir”. ¿Por qué se reclama esto? En Colombia se producen alrededor de 400.000 abortos al año, de los cuales solo el 1% se realiza de manera legal. Lo más aterrador de todo es que el 13% de las madres gestantes colombianas mueren al realizarse un aborto clandestino. Para personas como yo, y tal vez para quienes leen esta revista, no es tan dramático el acceso a un aborto. Seguramente todos conocemos alguna amiga o familiar que pudo abortar sin ningún problema. La cuestión es que el acceso a ese tipo de abortos de estratos altos es carísimo, algo imposible para una mujer pobre o de clase media. Pagar por un aborto ilegal pero seguro en Colombia cuesta alrededor de $600.000. Por eso es que las mujeres que no cuentan con este dinero y no pueden hacerse cargo de un embarazo, terminan accediendo a abortos inseguros, tomando cualquier clase de hierbas, inyectándose lo que le recomienda una vecina o metiéndose cualquier cosa dentro de la vagina para provocar una infección.

En Colombia se producen alrededor de 400.000 abortos al año, de los cuales solo el 1% se realiza de manera legal.

La cuestión del aborto no hay que verla desde la orilla moralista, o religiosa, ni siquiera desde la discusión sobre la humanidad del embrión. La cuestión del aborto hay que verla desde el aspecto de la igualdad. Es de hipócritas criticar el aborto legal universal y al mismo tiempo reconocer que solo muy pocas mujeres que tienen un embarazo no deseado pueden acercarse a cualquier médico que las ayude a abortar de manera segura. La mayoría de las mujeres colombianas no puede acceder a nada de eso, porque no tiene la información o porque no cuenta con el dinero necesario.

Toda mujer tiene derecho a decidir sobre su cuerpo, y tiene derecho a decidir querer ser madre o no. Acá les dejo un manual para abortar de manera segura con pastillas, realizado por una agrupación feminista argentina y publicado por la Universidad Madres de Plaza de Mayo.

No menos importante es la pancarta de “Erradicar la violencia contra la mujer”, y acá algunos datos para concientizarnos de la pertinencia de este mensaje: una de cada seis mujeres ha sido o será violada en algún momento de su vida; una de cada tres mujeres es violentada por su pareja; el 98% de las víctimas de la trata de personas son niñas y mujeres, y el 70% de las personas pobres en el mundo son mujeres.

Por todo esto es que es tan importante tomarse el 8 de marzo en serio, salir a reivindicar los derechos de todas y a responsabilizarnos como sociedad de las injusticias que se comenten contra nosotras solo por el hecho de ser mujeres. Estamos rodeados de violencia de género y de esta no solo son responsables los hombres, así que no convirtamos esto en una simple batalla de sexos.

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