Editorial: la cuarentena es una oportunidad para cultivar nuestra huerta cultural nacional
Es este un buen momento para revisar nuestro jardín de expresiones artísticas, nuestra huerta cultural local y nacional.
Cuando el pasado mes de marzo los festivales y las ferias que esperábamos con emoción empezaron a anunciar sus cancelaciones o aplazamientos, hubo un suspiro masivo causado por la tristeza. Ahora, con el aviso de los 18 meses —el tiempo que puede tardar el retorno de los eventos y las reuniones públicas—, la tristeza pasó a ser un panorama de incertidumbre: el sector de la cultura, a pesar de haber sido enarbolado con orgullo en años pasados por aportar el 1.8 al PIB nacional y generar una cifra importante de empleos formales, es hoy uno de los protagonistas de ese panorama, de ese “no-saber-qué-pasará”.
No obstante la firma del decreto 475 el pasado 25 de marzo, según el cual se destinaron más de $120.000 millones para la mitigación del impacto del coronavirus en el sector cultural, se han instalado dudas entre la exministra de cultura Mariana Garcés Córdoba, la Sociedad Colombiana de Actores y la Mesa Amplia por el Arte y la Cultura, pues perciben como insuficiente dicho rubro para que los artistas afronten la emergencia generada por la pandemia.
¿En realidad estamos frente a una novedad? ¿Acaso antes de la pandemia la creadora y el creador de a pie en Colombia gozaban de garantías y podían llegar siempre a final de mes con tranquilidad? Si bien la importación ha sido un potente dinamizador económico dentro de ciertos sectores de la cultura, vale la pena recordar asuntos como el decreto 516, con el que se pasa de 70 a 20 por ciento la obligación de contenidos nacionales en los canales abiertos y que ha generado muchas dudas sobre la importancia que se le está dando al talento local y la soberanía cultural.
La Economía Naranja que un principio prometió grandes ventajas para la cultura nacional, hoy brilla por su ausencia y los creadores han tenido que arreglársela –como han venido haciéndolo durante años y sin una economía colorida– para buscar nuevas estrategias que les permitan seguir llevando a cabo la diversidad de proyectos que han construido. Justamente la crisis ha revelado la pluralidad de propuestas con las que se forja día a día la riqueza de nuestra industria cultura nacional; esa no que no es de un solo color, sino de muchos.
De ahí que este sea un buen momento para revisar nuestro jardín de expresiones artísticas, nuestra huerta cultural local y nacional. Vale la pena escuchar los álbumes que con muchos esfuerzos se están produciendo en Colombia, las canciones que nos están narrando como sociedad y que construyen eso que llamamos “escena local”; los libros que editoriales nacionales imprimen con una fe gigante en las plumas colombianas. No es esta la solución a la crisis ni una fórmula contra el “no-saber-qué-pasará”, es una postura que quizás nos ayude a construir desde adentro. No se trata de patriotismo sino de la necesidad de abrazar lo que creamos: el teatro, las artes vivas, el cine, las artes gráficas, la música, el cómic, la televisión y los procesos artesanales, entre tantas otras manifestaciones. Y esto, por supuesto, siempre con ojo crítico.
En tiempos extraños como los que vivimos, y en los que muchas personas nos hemos aferrado con dientes y uñas al arte para ayudar a mantener nuestro cuerpo y mente equilibrados, estaría bien preguntarnos por qué son las expresiones culturales las primeras que se sacan de los rubros familiares necesarios. Quizá se trata de cierta tendencia a la sobrevivencia, algo a lo que muchas familias en Colombia —en Latinoamérica— se han visto sometidas por causa de los márgenes sociales.
Es posible que desde Europa, justo ahora, lo que más valga la pena importar sean las miradas que se están teniendo frente al ecosistema de la cultura en tiempos de pandemia, en donde algunos países están reconociendo —o han reconocido desde antes— las manifestaciones culturales como bienes de primera necesidad. Como lo dice Silvie Ojeda, cofundadora de la emisora online Radio Mixticius, en una columna que publicamos hace unos días: <<toda la sociedad debe hacer un aporte para que el arte y la cultura existan y estén ahí para acompañar la vida, para hacernos sublimar ante la belleza, tranquilizarnos con la música o hacernos bailar de alegría>>. Y una buena contribución hoy es convencernos de la importancia que tiene lo que se crea aquí.