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Cuando Los Simpson era chévere

Yo me acuerdo de cuando Los Simpson era chévere. Cuando las situaciones y sus personajes representaban todas las inquietudes de la familia clase media estadounidense, desde los problemas escolares (Bart reprueba o La rival de Lisa), hasta los devenires en el trabajo (Burns y los alemanes o La última Salida a Springfield).

Art Vandelay

Me acuerdo de cuando tenían reflexiones sumamente interesantes de temas como la religión (Homero hereje, cómo olvidar la frase "Antes dudaba de la existencia de un Dios, ahora sé que existe... ¡Soy Yo!"), la homosexualidad (La fobia de Homero), o la corrupción (Marge contra el monorriel).

Cuando los personajes secundarios de Springfield como Flanders, Skinner, Apu, el Señor Burns o Moe tenían historias interesantes  (inolvidables capítulos como Llamarada Moe o Huracán Neddy). Y claro, son extraordinarias las increíbles parodias de  películas y series  como X-Files, El Mago de Oz, Odisea del Espacio, El Resplandor, Poltergeist, Thelma y Louise, entre muchas otras (Aquí algunas de ellas ).Y qué tal los excelentes especiales de Halloween. Mis favoritos son La Casita del Horror cinco y siete.

"Antes dudaba de la existencia de un Dios, ahora sé que existe... ¡Soy Yo!"

Pero esa época ya pasó y desde hace unos diez años para acá, es claro que Los Simpson dejó de ser lo que era. Lejos de las situaciones divertidas, la serie se llenó de tramas absurdas que poco se relacionan con lo que alguna vez fue. 

Prueba de esto son capítulos como Jinetes galácticos (donde la familia adopta a un caballo y lo pone a competir, generando envidia entre los jinetes que resultan ser duendes), o Amenaza informática, donde Homero es drogado y llevado a una isla por publicar un rumor en su página web, que operaba con el seudónimo de Señor X.

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Precisamente, es esa la causa del declive de Los Simpson, pues cada vez parece haber menos respeto por la idea original de la serie. La Lisa que conocíamos con sólidos principios morales se resquebraja en Con N de Nerd, donde quiere evitar que Bart confiese su supuesto asesinato a Martin Prince. Y Marge, la mamá perfecta, deja de serlo en Marge está loca, loca, loca, dónde pierde la cordura cuando la novia de Otto se va a vivir a la casa de la familia.

Ahora, cada capítulo de Los Simpson es una sucesión de situaciones absurdas, chistes no tan divertidos y un excesivo número de celebridades invitadas (síntoma obvio de declive en cualquier programa de televisión). Para resumir, me remito a palabras del crítico Chris Suellentrop, “Los episodios que antes se habrían terminado con Homer y Marge montando en bicicleta hacia la puesta del sol ahora se terminan con Homer disparando un dardo tranquilizante al cuello de Marge. La serie todavía es graciosa, pero ha dejado de ser conmovedora desde hace años”.

A pesar de la evidente pérdida de humor, sigo siendo fanático de Los Simpson. Es finalmente, uno de los mejores programas en la historia de la televisión y es difícil pedir más de 400 episodios excelentes. Sigo viendo los nuevos capítulos cada domingo, con la esperanza de que vuelvan a ser el programa con el que muchos crecimos. 

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