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'Sound of Freedom' es todo, menos una película censurada

¿Será verdad que los hijos de Dios no están a la venta? me pregunté mientras veía "Sound of Freedom” el pasado 11 de agosto en la premiere para prensa. Desde hace meses las redes sociales han estado inundadas de opiniones conspirativas sobre el lanzamiento de la película, lo que ha servido, planeado o no, como un marketing agresivo que ha llevado a la película a ser una de las más taquilleras de 2023 con un recaudo inesperado de más de  $180 millones de dólares en todo el mundo. Entonces, ¿realmente será esta una película censurada?

Eliana González Torres

 

No estamos frente a un despertar colectivo de consciencia en torno a la trata infantil en el mundo, es un acercamiento cinematográfico a la vida del ex agente Tim Ballard, un acercamiento que nos muestra de forma subjetiva la relación entre su historia personal como agente y un delito que cobra la vida de millones de niños y mujeres en el mundo.

La trata de personas es el tercer negocio ilícito más rentable para el crimen organizado después del tráfico de estupefacientes y el tráfico de armas según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito UNODC y se estima que el valor del mercado ilícito que se mueve detrás de la trata de personas asciende a los 32.000 millones de dólares al año.Pero este, sin duda, no es un despertar colectivo frente a la trata infantil en el mundo, es un acercamiento cinematográfico a la vida del ex agente Tim Ballard, un acercamiento que nos muestra de forma subjetiva la relación entre su historia personal como agente y un delito que cobra la vida de millones de niños y mujeres en el mundo.
 
Así que sí, es un tema que merece la atención del mundo, porque los hilos que mueven a este mercado están en las esferas de poder más inesperadas, entre políticos, artistas y grandes empresarios. 
 
Sin embargo, la película en sí misma carece de una narrativa que aleje al personaje del complejo de salvador blanco, salvo por las primeras escenas en las que la historia se centra en el secuestro de los niños, el resto de la película está pensada para que el agente se lleve el 100% de la atención de los espectadores. Y no me malinterpreten, sí, a mí también me parece increíble que una persona haya destinado su vida a desmantelar organizaciones que delinquen bajo la trata de menores, me parece increíble que haya puesto todo en riesgo; su trabajo, su familia y hasta su vida por ir a encontrar a cientos de niños, pero si se trata de hacer una crítica cinematográfica, esta película pudo llegar a brindar mucha más información relevante sobre cómo operan estas organizaciones, sobre cuál es el panorama actual de este delito en el mundo, pudo darnos escenas desde la perspectiva de la familia de las víctimas y el suplicio de tener hijos desaparecidos que están siendo vendidos, pudo haber integrado la perspectiva de sobrevivientes, pero prefirió quedarse en la receta del éxito al contar historias basadas en el marketing, la historia del héroe.
 
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Entonces, ¿será verdad que esta película no es sobre Tim Ballard, sino sobre las infancias que caen en la trata? Es una pregunta que vale la pena hacernos, porque la mayoría de las escenas de la películas están ligadas a la búsqueda incansable que emprende Tim. 
 
Tim enfrentado un trabajo que lo limita en la búsqueda de niños víctimas de tráfico infantil, Tim enfrentado la decisión de dejar a su familia por un tiempo para ir a contribuir en esta búsqueda, Tim aliándose con un ex criminal colombiano de apellido “Juárez” para infiltrarse, Tim abandonando todos sus miedos para entrar a la selva colombiana, Tim liderando un rescate en una zona guerrillera prácticamente solo, Tim es el héroe y a todos nos quedó claro.
 
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En repetidas ocasiones durante la película escuchamos la frase: “los hijos de Dios no están a la venta”, ¿A caso hay hijos que sí lo están? 
 
Como es de conocimiento público esta frase es usada por el ex agente en su vida cotidiana y esto llevó a que la frase se incluyera en la película y se le diera un tono cristiano, sin embargo, es difícil no pensar en ella de forma segregada, sobre todo, cuando se nota que la película está atravesada por la fé, pero en ningún momento hace una crítica sobre los casos de pederastia que ocurren en manos de curas de diferentes religiones.
 
Por eso mismo no es extraño que la productora Angel Studios comprara la película. Esta productora está ligada a un nicho cercano a la fé, la moral, la religiosidad y la extrema derecha. La película fue filmada en 2018 y luego fue comprada por 21st Century Fox, pero tiempo después, Disney compró este estudio lo que hizo que la película pasara por un limbo en el que no se sabía cuál sería su futuro, hasta que finalmente fue adquirida por Angel Studios. Su camino fue largo para llegar a los cines, pero no necesariamente este camino está ligado a la censura. 
 
Como puntos a favor del film rescato que en varios momentos cúspides de la película logra conmover a los espectadores sin ser explícitos, dado el trasfondo del delito, no cae en la morbosidad para tratar el tema y esto es un acierto significativo que vale la pena mencionar, Así mismo, hace un excelente manejo de los silencios para darle tiempo al espectador de completar la información con el uso de metáforas visuales, como la escena en las que vemos con terror la puerta por la que ingresan los niños al casting que los llevará a ser secuestrados.
 
A través de la música conectan el sonido de los tambores con el significado de la libertad. La música, es ese encuentro cinematográfico que nos dice que la niña ha regresado a casa y que han vuelto a sonar los tambores, que existe una nueva oportunidad para los hermanos rescatados del flagelo de la trata.
 
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La película fue producida a lo largo de 66 días en 2018 en Bogotá, Cartagena, Barú y Santa Marta, dirigida por Alejandro Monteverde y protagonizada por Jim Caviezel, Mira Sorvino, Bill Camp y los actores infantiles colombianos, Cristal Aparicio y Lucas Ávila.
 
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En lo personal creo que los mejores momentos de la película son aquellos en los que vemos la actuación de Cristal Aparicio y Lucas Ávila, sus personajes, su conexión como hermanos, la inocencia de creer en una promesa que los lleva al infierno, el momento de su separación, la esperanza de volver a verse, sus miradas llenas de temor y el reencuentro con su papá como resolución de la misma, hace que todos los que vimos la película hayamos llorado frente a la pantalla. Es por esta misma razón que me habría gustado verlos más en escena y que la película se centrara en mostrar la perspectiva de los niños, más que en el rescate milagroso al mejor estilo de ‘Búsqueda Implacable’ pero con connotaciones cristianas y bajo presupuesto.
 
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Para finalizar es innegable el éxito de la película y al César lo que es del César: nos puso a hablar de un tema que nos duele profundamente como sociedad, frente al cual la mayoría de las veces nos sentimos maniatados y no sabemos cómo resolverlo. Para 2019 hubo 2.392 menores desaparecidos en Colombia. En lo que va corrido de 2023 se reportaron 319 desapariciones de niños, niñas y adolescentes en tan solo la capital del país. 
 
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Este tema requiere de todos los focos, las cámaras y voces para atacarlo, que este interés colectivo que surgió de la película nos ayude a conocer voces como la de la periodista y activista mexicana Lydia Cacho, quien ha dedicado su carrera a escribir e investigar sobre este tema y quien ha sufrido intimidaciones, amenazas, torturas, exilio y múltiples formas de censura. Si realmente le interesa este tema lea el libro ‘Los demonios del Edén’ en el que la periodista denuncia a la mafia de la pederastia en México y la explotación comercial de niños, libro en el que salieron a relucir varios nombres de la clase política y personajes públicos. 
 
En conclusión, no se quede solo con la historia de Tim Ballard, quien merece todo el reconocimiento por su trabajo y por el momento glorioso que está viviendo después de todo el sufrimiento que tuvo que ver durante sus años como agente, pero recuerde que la visibilidad de este delito no puede quedarse en la historia del héroe, al contrario, debe ser la invitación para ir más allá, para fijarnos en los hallazgos, en las técnicas que usan para cometer el delito y estar mejor preparados para proteger a las infancias. “Sound of Freedom” es la oportunidad para aprender y para ser parte de acciones colectivas que vayan mucho más allá de una película.
 
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