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¿Qué pasa con la cultura capitalina en tiempos de pandemia?

La inminencia del cierre de bares y espacios culturales a raíz del coronavirus nos obliga a preguntarnos ¿qué va a pasar con los artistas que tenían una agenda programada? ¿Cuál va a ser el sustento de los empleados de los establecimientos? ¿Qué hacer para no dejar caer la movida cultural? Hablamos con algunos gestores para intentar responder estos cuestionamientos.

Redacción Cartel Urbano

Desde que se conocieron los primeros casos de infectados en el país, se supo que el Coronavirus o COVID-19  se expandiría tal y como había sucedido en Europa y Estados Unidos. El crecimiento desmedido del número de personas contagiadas hace pensar que aún está lejana una verdadera solución a esta crisis y no salir de casa es la mejor opción para evitar la propagación. 

En Colombia, el presidente Iván Duque anunció la emergencia sanitaria por coronavirus el pasado jueves 12 de marzo. Entre las medidas que dio a conocer en su rueda de prensa, estuvo la prohibición de los eventos cuyo aforo superara las 500 personas, como competiciones deportivas, conciertos y actividades culturales, con el fin de evitar que la pandemia creciera en el país. 

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Con estos decretos vino también una avalancha de malas noticias, pues grandes y esperados festivales como el Estereo Picnic o el Jamming se vieron obligados a cancelar o a cambiar sus fechas para este año. Si bien estos festivales cuentan con pólizas de seguro que cubren este tipo de sucesos inesperados, la situación es más compleja para los espacios culturales pequeños y autogestionados, pues su sustento y el de quienes camellan ahí depende ineludiblemente de los eventos que realizan y del consumo de los clientes durante estos. 

De ahí que muchos de estos espacios hayan desatendido el llamado del gobierno nacional de cerrar para prevenir el esparcimiento de la epidemia y no lo hayan hecho hasta verse forzados por las medidas recientes. Esto sumado a la actitud de muchas personas que, pudiendo hacerlo, también se quedaron en las calles. Sin duda la pandemia es un golpe duro no solo para la movida cultural de la capital, sino de todo el país y produce preguntas urgentes. ¿Qué impacto tiene esto para la cultura? ¿Qué va a pasar con las agendas programadas? ¿Cuál va a ser el sustento de los empleados de los establecimientos? 

Alix Lesmes, fundadora de Latino Power y quien en su momento hizo parte del equipo que gestionó Piso 3, un histórico recinto en el que las iniciativas culturales eran el combustible, cuenta que este tipo de espacios no pueden cerrar durante muchos días porque sin duda el desenlace sería quedar quebrados. “Tuvimos un aforo de 40 personas el viernes más el equipo, es decir como 80 personas, y el sábado en total fuimos como 100 personas. Nos dio el dinero casi exacto para pagar los turnos de los músicos y del equipo. Decidimos correr el riesgo porque vimos que en general no se estaba tomando ninguna precaución: Transmilenio funciona, las iglesias funcionan y el aeropuerto también”, dice.

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Latino Power decidió cerrar sus puertas esta semana y hasta nuevo aviso teniendo en cuenta cómo se están dando las cosas. Cancelaron varios eventos que ya tenían programados como el de la banda suiza Steamboat Switzerland, programado para el 20 de marzo. “Queremos ver el panorama para entender de cuánto tiempo va a ser la crisis. Tenemos unos empleados de planta a los cuales les vamos a pagar normal pero también tenemos unos trabajadores de turno a los que no podemos pagarles porque si lo hiciéramos tendríamos que cerrar Latino”, señala Alix.

Matik-Matik es otro de estos espacios que también ha decidido tomar cartas en el asunto. En medio de un panorama incierto en el que los medios no han manejado con el tacto adecuado la información y el pánico se evidencia a diario, Benjamin Calais, que encabeza el equipo de Matik, asegura que la postura contracultural para afrontar la crisis es aprovechar este silencio impuesto por las circunstancias y reflexionar sobre el valor de la música en vivo y sobre el sentido que le damos. 

“Voy a intentar encontrar algo para ganar un poco de plata, pero es muy incierto. Me da tristeza infinita tener que poner a cuatro empleados en desempleo forzado, pero es lo mejor que podemos hacer para el bien común. –explica Benjamin– Hemos mantenido la actividad del viernes porque aún no había estallado del todo el pánico colectivo, porque los artistas querían tocar y porque el público quiso venir. Como sabíamos que todo iba a ir peor decidimos aprovechar este último concierto como una despedida del festival de cumple de Matik. Pasar un último rato agradable juntos”.

Para Benjamin no es viable hacer streamings, que ha sido una de las alternativas que han surgido entre los artistas y gestores ante la crisis. Si bien desde Matik se están pensando alternativas desde ésta línea, para él esta es una experiencia muy mediocre de la música en vivo. “El silencio me parece igual de importante que la música. Nos tocó callarnos durante un tiempito. Este silencio será un tiempo que tendremos que aprovechar para reflexionar sobre lo que nos mueve realmente”, comenta.

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El bajista bogotano Santiago Botero, quien se presentó el pasado viernes en Matik y quien se unió al parón musical por parte de artistas como resultado del virus, cuenta que la emergencia por propagación del COVID-19 se veía muy lejana hasta que se empezaron a cancelar los eventos grandes en los que iba a participar. “Continué por 3 días más con los eventos pequeños. Creo que fue algo irresponsable por un lado, pero por otro había otras urgencias que esos conciertos podían solucionar, como el pago a músicos, sostenibilidad de un sitio de conciertos, etcétera. La verdad es un tema complejo porque nuestra economía es frágil”, dice. 

Por ahora, el rebusque artístico de este bajista estará en los Conciertos Telemáticos que se tiene pensados con Matik. Cuenta que la parte técnica de estos ejercicios musicales será experimental, por lo que la prueba y el error harán parte de la muestra. El primero de estos conciertos está programado para el 19 de marzo y lo llevará a cabo bajo la batuta de Matik-Matik acompañado por Juan David Rubio y Juliana Gaona, que desde San Diego en Estados Unidos se encargarán de la percusión y el oboe, respectivamente. El concierto será gratuito y se podrá apoyar con donaciones en distintas plataformas.

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El pasado lunes, el Minsalud sacó un comunicado en el que se reducían los eventos masivos públicos y privados de 500 a 50 personas, además de restringir los bares, las discotecas y centros nocturnos argumentando que son los sitios donde más cercanía se da por tiempo prolongado. Esa es la razón principal por la que La Valija de Fuego, una librería tradicional en la capital, ha decidido no cerrar sus puertas. Cuenta Marco Sosa, fundador de este espacio, que, a pesar de que la Valija es un espacio comercial, también tienen un carácter social y así como hacen un llamado al cuidado, pues se trata de un asunto de salud pública, señala que hay una guerra encubierta detrás del coronavirus. “No nos vamos a morir todos, en verdad lo que hay es un problema de precarización de la salud, del bienestar económico”.

Para Marco en medio de esta crisis lo más importante son sus tres compañeras de trabajo y que no les falte un solo día de salario, de ahí que se vean obligados a abrir, sustentando que viven de lo que hacen diariamente en la librería. “La movida cultural debe unificarse y tratar de crear frentes de lucha común, para eso estamos haciendo una iniciativa a puerta cerrada con varios nodos culturales con los que tenemos relación desde hace tiempo, para ver características comunes y ver estrategias desde lo social hasta lo económico de nuestros espacios. Somos ejercicios de difusión y si un espacio de estos se cierra sería una falta de oxigenación en cuanto a información, contracultura y verlo todo desde otra óptica”, asegura este gestor y librero.

Los escenarios culturales independientes necesitan mantenerse de algún modo para hacerle contrapié a la crisis, de ahí que sus gestores y creadores estén ideando campañas de recolección de fondos y transmisiones en vivo para sobrellevar estos días difíciles que apenas comienzan. Apoyar a los artistas y gestores locales en medio de la situación actual, en la que debe primar el bienestar común y la conciencia colectiva, es una de las mejores maneras de apoyar la escena a la que volveremos cuando podamos volver de nuevo a las calles.

 

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