Hace casi 20 años, Catalina, la hermana mayor de Mario Arroyave, desertó de un curso de fotografía y le regaló la cámara que usaba. En ese momento, con solo 15 años, empezó a experimentar la magia de los diafragmas y las velocidades fotográficas. Hoy, con 32 años, su trabajo, que parte de la cuidadosa observación del humano, se ha expuesto en Lima, Sao Paulo y Tokio, entre otras ciudades.