Las modificaciones de un sadomasoquista
Este hombre ha invertido una pequeña fortuna en su peculiar pasión por el sadismo y el masoquismo. En su caso, la devoción por los azotes es de carácter sexual y consensuado (valga la aclaración). En las siguientes páginas les presentamos algunas de las modificaciones y marcas en la piel con las que War Dog se ha intervenido el cuerpo.
El personaje tras la máscara de War Dog estudió Diseño Industrial con énfasis en Moda y Mercadeo. Tiene 40 años y trabaja como profesor y tatuador. Desde su más tierna pubertad comenzó a asociar el dolor físico con el placer, luego de que su mamá le quemara las manos con la parafina de un velón encendido al descubrirlo masturbándose.
Protagonista habitual de la escena bogotana del BDSM (bondage, dominación, sumisión y sadomasoquismo), e invitado frecuente a festivales sobre el tema, prefiere mantener en reserva el nombre con el que lo bautizaron sus padres católicos.
Monstreñor, Ángel de la Muerte y Vampiro son sus otros alter ego. Por intermedio de ellos expresa el lado perverso, lujurioso y fetichista de su personalidad, en encuentros privados de BDSM en los que se le da rienda suelta al placer de azotar y ser azotado.
En vestuario, accesorios, modificaciones y tatuajes ha invertido no menos de 35 millones de pesos. Por su piel hay regadas huellas de cadenas y puñales, imágenes de corazones, así como otros símbolos y seres extraños tatuados en espalda, pecho, brazos y piernas.
“La práctica sadomasoquista es respetuosa y la norma básica es que haya consenso entre las partes, aunque para muchas personas mis gustos y perversiones rayen en lo ilegal”, afirma War Dog.
Tetilla
Tiene trece perforaciones en todo el cuerpo: tres en el glande, dos en las tetillas, un puente en la nariz (septum), uno en el labio inferior y seis en las orejas (cuatro son expansiones). Las tetillas se las perforó en el 2004, y cada una ha soportado un peso de hasta tres kilos.
Quemaduras
“Empecé a quemarme los brazos en prácticas BDSM: lo hago mientras tengo sexo. Eso aumenta el placer. También me quemo cuando me siento emocionalmente inestable porque el dolor físico me vuelve a enfocar... Prefiero hacerlo acompañado, aunque solo también funciona… Me he quemado en el pecho, el vientre y el área genital”.
Cicatrices por suspensión
War Dog no tiene claro el dato exacto, pero cree que ha realizado entre 15 y 20 shows de suspensión. Cada acto requiere nuevas perforaciones para permitir que de dos a cuatro ganchos atraviesen la piel de su espalda, con el fin de que soporte el peso de sus 70 kilos y sus 1,80 metros meciéndose en el aire.
Expansione
Se las hizo en 2002 por razones estéticas, pero en la construcción de sus personajes se dio cuenta de que funcionaban también como argollas para atravesar cadenas y colgar pesos. Cada oreja ha llegado a soportar hasta ocho kilos.
Lengua bífida
“Me la corté en el 2012. Siempre quise tenerla así, pero también había escuchado hablar de sus beneficios para el sexo oral. El procedimiento lo hizo Pablo Perelmuter, argentino, considerado uno de los mejores modificadores de Latinoamérica… La intervención me dolió mucho; no tanto el corte como los puntos de sutura y el hecho de tener la lengua afuera durante las dos horas que duró el trabajo”.
Perforaciones genitales
(les quedamos debiendo la foto)
Para no herir susceptibilidades, preferimos dejar a la imaginación de nuestros lectores la imagen del glande de War Dog atravesado por tres piercings. “Este es el procedimiento más doloroso que me he hecho”, dice. Tanto, que se desmayó durante la intervención y tuvo que superar tres dolorosas semanas de recuperación en las que, incluso, debió utilizar pañales por la sensibilidad en el pene. “Luego de una tusa, decidí castigarme y fortalecerme emocionalmente. La idea era volverme más duro mediante el dolor físico y qué mejor que hacerlo en la ‘herramienta’ que genera estos conflictos”.
