El objetivo sigue siendo el mismo: consolidarse como el espacio en el que los emergentes pueden dar a conocer su trabajo,  brindándoles una alternativa para entrar en el mercado del arte y se encuentren con nuevos coleccionistas.  Esta es nuestra selección de la nueva sangre.

Puede que muchos lo consideren un fetiche barriobajero, pero un coleccionista es capaz de pagar grandes sumas por una gorra de, por ejemplo, Mickey Mouse. “Por esta que tengo puesta pagué 250 dólares y pagaría lo que la gorra valga. Aprecio mucho el arte de las gorras: lo que transmiten y comunican para nuestra cultura”.

Está tan deprimido que sus reflexiones resultan bastante ocurrentes y divertidas. Les presentamos a un ser empalagosamente melancólico que aún no sale del clóset y que desde hace cuatro años cuenta su vida en Bogotá a través del cómic.