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Fotos cortesía N.Hardem // Realizadas por @ortizarenas

“Yo siempre he tenido el libro abierto”: N. Hardem lanza Verdor

Entre improvisación, innovación y magnetismo, el creador bogotano se ha convertido en una figura clave para el rap colombiano. Hablamos con él a propósito de su último lanzamiento.

Nicolás Gómez Ospina / @ngospina14

En el teatro Charlot de la calle 73 en Bogotá estamos reunidos menos de 23 espectadores. Los que hemos podido venir a este espacio que en los días sin pandemia alcanzaba a albergar a cien personas, estamos a punto de ver la sesión completa grabada por High Republic y el documental que expande el universo teórico y visual de Verdor, el último lanzamiento de N. Hardem. En la pantalla un Hardem firme y dispuesto a mostrar los secretos de su arte nos espera vestido de blanco. Sin embargo, el Hardem de carne y hueso está afuera de la sala vendiendo algunos discos y se le nota inquieto. Más tarde él mismo contaría que no sabía que después de la función audiovisual iba a tirarse algunos de los temas del álbum en vivo y en compañía de Mismo Perro, quien hace parte de ese grupo de amigos-familiares que le ayudan a gestionar esta empresa llamada Verdor.

Nelson Martinez, N. Hardem, nació en 1993 y es uno de los raperos bogotanos más prolíficos y certeros de los últimos años. Los seis discos que ha sacado hasta hoy nos han permitido conocerlo montado sobre diferentes colores de rap y tirando barras que parecen más poesía en prosa que los punches tradicionales. Con estos discos nosotros también hemos crecido junto a Hardem, con él hemos compartido momentos inolvidables y lo hemos visto convertirse en el centro gravitacional de la escena capitalina.

Verdor es un álbum de trece canciones en el que Hardem invitó a participar a artistas, aunque disímiles, muy conectadas con la música. Pablo Watusi (su hermano mayor y de quién heredó el gusto por los sonidos tropicales), Edson Velandia, Briela Ojeda y Lianna fueron sus acompañantes en este camino ambientado por los beats de reconocidos productores como El Arkeologo, Alma, Ruzto y AvenRec.

Pese a las restricciones del coronavirus, el álbum ha tenido una forma acertada de anticiparse a su propio lanzamiento. Con sesiones de escucha en Medellín y Bogotá, la proyección de dos producciones audiovisuales y uno que otro concierto clandestino e íntimo, ha buscado hacerle el quite a las regulaciones pandémicas y a las limitaciones para encontrar una forma de conectarse y sobrevivir.

Lejos de vivir o contar vidas prestadas, Hardem refleja en su disco el nivel que ha agarrado con los años y que trabaja a diario. Innumerables noches caminando por las calles de la capital han forjado en él un carácter particular que se ve más que reflejado en este nuevo disco. Esas noches, la calle y el trajinar de los días han hecho de él un tipo que puede pasar toda la noche callado en una esquina para luego iluminar la habitación donde se encuentra con un par de frases lúcidas. Sino júzguenlo ustedes en esta entrevista breve, pero compuesta por frases certeras que le hicimos a propósito de Verdor.

 

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Usted ha encontrado formas de mover Verdor haciéndole el quite a las restricciones sanitarias, por ejemplo, con las sesiones de escucha o las proyecciones de los apoyos audiovisuales del disco ¿Cómo ha sido promocionar el disco en medio de la pandemia?

No sé si sean anti-covid. No sé si esto que diga sea una idea prestada, pero son acciones mitad sanación, mitad supervivencia. Me funciona porque tengo que hacerlo para no fritarme y también me ayuda y espero que ayude. Que esos momentos de conexión con la gente sirvan de escape no solo para mí presión si no para la presión que hay alrededor. Eso es lo que he hecho siempre, pero de pronto ahora uno lo percibe y se lo toma más personal. Es un poco más evidente por más que sea más pequeño.

 

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En Verdor parece haber más intimidad ¿Siente que se ha expuesto más en este disco?

No, yo siempre he tenido el libro abierto. Mis vueltas no se alejan de lo que soy como persona. Nunca el performance engaña o es una pantomima de lo que hay en la sustancia. Obviamente varía, tiene sus formas, pero no sé si realmente sea más íntimo. Capaz que la coyuntura exige que todo esté un poco más cerca, paradójicamente. Digo paradójicamente porque pareciera todo lo contrario, que todo tiene que limitarse a lo virtual, como si nada existiera o como si aquí nada hubiera pasado.

 

Aunque hay colaboraciones poderosas, en este disco usted parece ser el centro de atención ¿Qué piensa de eso?

Puede ser. Hay más confianza. Cuando uno deja de detenerse y empieza a entregarse, comprometerse a raíz de eso, el magnetismo sucede y el trabajo habla por sí solo. Es como cuando usted va a una tienda de barrio; la tienda está abierta y la gente la empieza a conocer y de repente todos los días está acá la gente que viene a parcharse. Por algo será, siente la confianza y siente que es un lugar ameno para habitar, siente que ahí encuentra lo que necesita así sea algo muy parecido a lo que encuentra en cualquier otra tienda. Pero esta está y no está otra.

 

En su tema Inmune dice "no quiero ver el bodegón si tengo que ver el grupo reducido" ¿Cómo es la relación de camello en la gente que lo rodea y que lo acompaña a todos lados?

Es algo completamente colaborativo, cooperativista y colectivo. Uno solo puede hacer muchas cosas, pero cuando encuentra con quién camellar y esa afinidad, encuentra el valor en el trabajo de uno y en el de los panas, la familia o los demás. Eso no hay vuelta atrás.

 

¿Cómo fue la creación de Inmune, la canción que hace con Edson Velandia donde él se la juega por hacer casi que un spoken word?

Como todas las demás colaboraciones del disco, casi que completamente natural. Todo apareció, todo fue llegando y nos fuimos manifestando ante la madre. Con Edson en específico le pasé el beat y mi parte ya armada y él regresó con la maravilla que hizo.

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Me tramó mucho una cosa que usted dice en el documental hecho por High Republic durante su conversación con Mismo Perro y es que encontró mucha inspiración en las cordilleras. ¿Por qué?

Es una inspiración en el terreno accidentado en todo sentido. No necesariamente siempre frías, no necesariamente siempre torpes. Creo que la belleza demuestra el orden perfecto y natural de las cosas. Eso de la cordillera es una pequeña parte del todo, pero en este sí ya hubo como un posicionamiento o localización geográfica un poco más seria. No de intentar parecerse al referente gringo, al referente europeo o al referente que esté tramando en el momento sino de ya meterle un poco de cojón y pies a esto. Aquí desde aquí.

 

Si tuviera que describir el sonido de Verdor ¿Lo metería en algún cajón como boom bap, drumless, funk o preferiría dejarlo fuera de esos cajones?

No, hay de todo, pero también hay otras cosas. Es rap; espero que rap colombiano.

 

Algunos piensan en usted como un tipo muy experimentado, un maestro. ¿Cree que tiene cosas por enseñar?

Está bueno compartir lo que uno tenga y está bueno compartirlo con más de uno y de repente empieza a copiar gente para compartir con más gente. Por eso me doy por bien servido, además eso me sirve a sobrevivir, entonces hay un buen ciclo.

 

En la estructura de sus canciones se nota una cercanía con la poesía porque parecen más estrofas que punches de rap, ¿Cómo se tienden esos puentes entre rap y poesía?

En el uso de la palabra, eso está ahí a la orden. De pronto no es de todo el tiempo, pero es un recurso. A mí me gusta leer, escuchar, ver y hay cosas que se quedan ahí. Reposan. De repente salen también y puede que tengan esa cara u otra.

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Dice en otro pedazo de Free Play aka Orbe, "el tiempo con los viejos de Lourdes". ¿Qué le han enseñado esas noches bogotanas en la calle?

Todos los días se aprende con el oído en la calle, con las manos en la calle. A buscarla. La calle es dura, pero es para ganar. La calle, la selva y el campo son jodidos, pero se ofrecen y hay que encontrarles el modo de a pocos.

 

Hablemos un poco del proceso de composición detrás de Free Play a.k.a Orbe ¿Cómo funciona ese juego de improvisar?

Hay que entregarse. Dejándola toda. Obviamente el Free Play también es como tocar un instrumento de oído o también es hacer 21 por memoria muscular o saber desde donde se puede hacer un triple o saber cómo funciona la bici. Hay un dominio técnico de alguna vaina, de lo que sea, hasta de pronto de uno mismo, de cómo uno manipula sus emociones y sus sensaciones para convertirlas en algo útil para uno mismo. Se trata de entregarse sin timidez y con confianza aceptando que uno es un canal de algo. Yo, por ejemplo, he tratado de tener ese canal o túnel cada vez más cuidado. Así que cuando llegue lo que tenga que pasar, pase cómodamente y con gracia.

 

¿Usted cómo cuida ese canal?

Manteniéndome firme en el ejercicio, escuchando, agradeciendo y dándole a la técnica. No hay forma de aprender a hacer rap. Hay que escuchar mucho, con humildad y arriesgando mucho también. Seguramente esto es una idea prestada, pero "Copiando, emulando y proponiendo".

 

En los últimos años usted ha trabajado mucho la improvisación. Lo hecho con Las Hermanas en Rhodesia y con United Fruit Company, donde se mezclaba jazz y rap ¿Qué tan cómodo se siente improvisando en su vida cotidiana?

Bastante. Yo vivo improvisando. No como se entiende occidental o coloquialmente que es por el lado negativo de la palabra, sino estando atento y resolviendo. Eso es lo que me ha enseñado joder con músicos de jazz o improvisar con las panas e improvisar en el día a día. Cuando uno es un rebuscador la vida dispone todos los días recursos distintos y uno tiene que aprender a pilotear.


Sígale la pista a N. Hardem en sus redes y escuche el disco completo aquí:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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