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‘Beats de Colombia’ y sus 23 cosmovisiones del rap nacional

Este compilado, gestado por Ruzto, es un resumen de las curiosidades de algunos beatmakers del país. El BPM al que avanzan, la forma en que bailan los bajos, el color de los samples, las baterías y la manera en que condimentan el paisaje sonoro nos dice mucho sobre cómo suena, hoy por hoy, nuestra idea de país.

Santiago Cembrano / @scembrano

Su bigote era tupido y llevaba un sombrero; a sus espaldas se erigía una montaña. En una edición dominical de 1960 del New York Times, apareció el rostro de un campesino que, junto con su mula, anunciaba la llegada del café de Colombia a Nueva York. Así, la figura de Juan Valdez no solo posicionó al colombiano como el mejor café, sino que fue el paraguas bajo el cual se agruparon más de medio millón de caficultores para exportar su producto y poder llegar a esquinas recónditas del planeta. Todo esto siempre con la premisa clara y orgullosa del origen del grano: de Colombia para el mundo.

Quita la mula y el café; dale al bigotón una MPC y samples por cortar. Boom: tienes Beats de Colombia. Liderada por Ruzto, MC y beatmaker bogotano quien participó en la reciente entrega de MELAH, esta movida empezó como una playlist que recopilaba instrumentales de rap de artistas colombianos. Conforme la iniciativa fue cogiendo fuerza, él pensó que podía ir más allá y hacer un lanzamiento oficial que compilara el trabajo de distintos beatmakers del país. Propuso la idea y tuvo buena acogida entre sus colegas. Así nació este primer compilado de Beats de Colombia, con la producción ejecutiva de Ruzto y Kick Botón, el mastering de Sebastián Lopera y los beats de veintitrés hacedores de ritmos: La BOA (Bogotá), Benny Bajo (Barranquilla/Bogotá), MAC (de Medellín, vive en Chile), J Beat (Bogotá), Barras de Reptil (Floridablanca, Santander), El Arkeólogo (Medellín), Skall (Bogotá), Güecha Bacatá (Bogotá), Granuja (Apartadó-Medellín), AvenRec (Medellín), Hico Da Funky Looper (Bogotá), The Equation Beats (Medellín), Boom Bap Beak (Bogotá), Eddy Mugre (Medellín), Boogaloop Boy (de Bogotá, vive en Luxemburgo), Soul AM (Medellín), West 910 (Cali), Alka (Bogotá), Bopscat (Medellín), Luku (Bogotá), Juan Sin Miedo (Pasto), Ok Reverie (de Bogotá, vive en Los Ángeles) y el mismo Ruzto. El compilado fue lanzado el pasado 27 de noviembre en Spotify, Apple Music, YouTube Tidal o Deezer.

 

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Ruzto durante el tercer día de MELAH 2020. Foto de Andrea Gamboa.

Ruzto organizó este beat-tape de manera energética, diseñando un flujo de vibraciones que acomodara a los beats en el camino, como el cauce de un río que por momentos se hace más caudaloso y por otros aminora su marcha. “Comienza con toda, con los taches, y va bajando el mood hasta llegar a esos beats más minimal y lo-fi. Se siente como un viaje”, confiesa Ruzto sobre su metodología, la misma con la cual organiza la playlist de la que surgió todo. Para los beatmakers de Bogotá y Medellín, el requisito para participar en Beats de Colombia fue tener un beat-tape publicado. Sin duda, estas dos ciudades siguen siendo las dos cabezas de una escena bicéfala. Para otras ciudades, Ruzto buscó a productores que cumplieran con su estándar de calidad y que estuvieran a la altura de los mejores beatmakers del proyecto. Como excepción, aclara, estuvo Benny Bajo, que sin tener un beat-tape es un OG de los beats en Colombia y marcó un precedente en el sonido del hip hop colombiano desde su sello Audio Lírica Entertainment.

(En contexto: “Sé lo que se siente fracasar, pero también cómo escalar y volver a subir”: una entrevista a Ruzto)

En esta faceta de curador y productor ejecutivo, Ruzto no tuvo que hacer más que invitar a los beatmakers a mandar un beat que representara su estilo y gusto. “Casualmente, la mayoría envió beats de hip hop tradicional, lo que marca una tendencia hacia la creación de este tipo de hip hop en el país. Es de lo que más se consume en Colombia”, señala. Escuchar Beats de Colombia es escuchar un resumen condensado de las curiosidades de algunos de los principales beatmakers del país: el BPM al que avanzan las pistas, la forma en que bailan los bajos, el color de los samples, cómo secuencian las baterías y la manera en que condimentan todo el paisaje sonoro. Cada beat comunica mucho sobre cómo cada persona entiende el rap, de dónde viene y hacia dónde apunta. Es un documento de estudio, sin duda, y su carácter compilatorio amplía el alcance: son veintitrés cosmovisiones de hip hop a lo largo de poco más de una hora de carretera.

 

 

¿Qué hace colombiano al rap colombiano en su sonido? ¿Hay alguna característica que lo diferencie del venezolano o del francés? Aparte de la afinidad por el rap tradicional ya mencionada, para Ruzto es difícil saber de qué lugar específicamente son los beats. Precisamente la gracia del sampleo es que permite extender el alcance a todo el mundo. “Un colombiano puede samplear soul; un gringo, música colombiana; un alemán, música africana. Es un lenguaje universal. Esto permite que los beats puedan competir a nivel mundial, porque no está la frontera del idioma que limita al rap en español. Los estándares profesionales con los que se están haciendo beats hoy en día en Colombia pueden llegar a esa nivel mundial”, plantea Ruzto.

El rap en español es potente por su lengua. Los MCs latinos y españoles adaptan un género creado para el inglés a las particularidades de nuestra lengua: palabras más largas y menos flexibles, por ejemplo, así como menor margen de maniobra para estirar las palabras y crear rimas en principio inexistentes. Luego llega el factor de hacer rap, un género marginal, desde el sur global y desde una lengua masiva pero todavía estigmatizada en el norte. Sin embargo, a pesar de esa potencia discursiva, el rap en español se queda indefectiblemente corto a la hora de hablarle directamente a un oyente que a duras penas sabe que <<hola>> equivale al saludo. Ahí llegan entonces los beats. Ya es cliché decir que la música es el lenguaje universal, pero eso no hace que deje de ser verdad. Un buen escucha de rap identificará un buen beat venga de donde venga. En esa torre de babel entra Beats de Colombia. La caja cae y te hace mover la cabeza desde arriba: es un momento que no requiere traducción. Así, el estilo de rap colombiano puede permitirse ser universal sin necesariamente tener una distinción o una denominación de origen.

 

 

Pero en la historia del rap distintas regiones sí han tenido un estilo y un sonido distintivos. De eso no cabe duda. El G-Funk de California, el trap de Atlanta, el boom bap de Nueva York. Después de todo, esa es una parte del rap: un diálogo entre lo local y lo universal para aterrizar los códigos a una realidad específica. Ruzto sí cree que es importante que se desarrolle un sonido colombiano de rap, y además piensa que hacia allá avanza el panorama. “Muchos de los beatmakers han desarrollado ese sonido latino, que empezó a ser un referente para toda la escena del rap en español. Hoy en día la universalidad del sample permite no encasillarse en un sonido sino explorar muchísimos más. Está el compromiso de samplear lo de acá. Creo que la mayoría de los beatmakers nos hemos tomado esa molestia y ese valor agregado es valioso”.

Aún así, hay factores comunes que Ruzto identifica entre las veintitrés pistas de Beats de Colombia: la forma de usar las baterías, de cortar los samples, de diseñar el ritmo. Dice que siente una escuela común, aunque aclara que bien puede ser global, sin depender de fronteras. Y al analizar el estado del arte del beatmaking local, su análisis es que el nivel ya es muy bueno, pero falta que haya más impacto y repercusión, uno de los propósitos de este compilado. “Soul AM tiene tres o cuatro álbumes prensados por sellos europeos; Hico también ha prensado vinilos; AvenRec ha trabajado con muchos de los grandes del hip hop latinoamericano; Equation está trabajando con gente de Buffalo, de Miami; JBeat es uno de los beatmakers principales de las Batallas de Gallos de Red Bull. Son beatmakers que han marcado un precedente, como Granuja o El Arkeólogo. Hay una gran escena de beatmaking. Va a ir creciendo más, es uno de los objetivos del proyecto”, resalta. Incluso, cuenta, Crudo Means Raw iba a participar pero al final los cronogramas no cuadraron.

En todo caso, de nada serviría un nutrido compilado de beatmakers si en este se agotaran todas las posibilidades de que el proyecto continuara en el futuro, como un gran banquete seguido de un masivo ayuno. Pero, según Ruzto, no es el caso de los beats de Colombia. Describe este compilado y lo que escuchamos como la punta del iceberg. Bajo el agua, entonces, se extiende un gran cuerpo de gente que hace beats y que apuntan a sacar la cabeza. Por eso, la proyección de Beats de Colombia apunta hacia una serie que sirva de vitrina y exposición para nuevos talentos en las instrumentales.

 

 

“Que puedan mostrarse no solo los que siempre han estado, sino mucha gente nueva que viene haciendo cosas muy interesantes y que de pronto no ha tenido el nivel de exposición que se merece y que, realmente, por medio del proyecto pueda llegar a mejores cosas. Incluso poder tener una carrera como beatmaker y no depender de un MC para que sus beats sean reconocidos”. En forma de enciclopedia (Vol. 1, Vol. 2, Vol. 3, …), Beats de Colombia seguirá avanzando. Juan Valdez, además de una campaña publicitaria genial, se convirtió en el símbolo de cómo Colombia podía estar presente en hogares de todo el mundo con su esencia. ¿Qué impide que el producto que llegue a esas esquinas de Tokio, Bruselas o Sao Paulo sea guiado por un bombo y una caja y no por el aroma de los granos? Si la música es universal, entonces no hay fronteras para un proyecto como este.

Dentro de la diversidad regional que logra Beats de Colombia, es notable la falta de mujeres en el compilado. Ruzto responde que esto se debe a que no encontró mujeres beatmakers. Si bien sí había productoras, no encontró a ninguna dedicada al hip hop. “De pronto por medio de este artículo y del proyecto puedan aparecer y estar en el radar. Obviamente con gusto estaré dispuesto a recibir el camello y poder, con Beats de Colombia, exponer el trabajo de las mujeres haciendo instrumentales”. Esto no es un problema únicamente del panorama de los beats, se extiende mucho más, pues es estructural. En todo caso, sí funciona como recordatorio para tener en cuenta para trabajar por cambiarlo.

Una de las batallas de Ruzto en su paso por el rap ha sido por que los beats y los beatmakers tengan el respeto que se merecen. Con sus propios beat-tapes y con un proyecto así, exclama que las pistas no son un accesorio del rapeo sino una parte tan fundamental de la canción como la letra: sin cualquiera de las dos un track se desploma. Aunque, si somos precisos, un beat solo ya puede ser una canción, mientras que un rapeo solo se queda en a capela. ¿Por qué no les prestamos más atención entonces a los beatmakers? Que Beats de Colombia sea la excusa para hacerlo cada vez más.

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