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La experiencia audiovisual de los grupos étnicos del país

Más que contar historias, el reto de los realizadores audiovisuales afro e indígena es crearlas a través de la búsqueda de narrativas propias y del color inherente a cada territorio. Apostándole al documental étnico y trabajando de la mano de pueblos como los Awá o los raizales de San Andrés, algunos de estos colectivos de producción llegaron al Bogotá Audiovisual Market para contar los detalles detrás de su labor exponiendo la memoria, cultura y lengua ancestral.

Julián Guerrero

Una barcaza navega sobre la Laguna de la Cocha en medio de las altas montañas del departamento de Nariño. El viento frio, el aleteo de los patos y el ruido de la madera que cruza sobre el agua hacen parte de los sonidos que acompañan esta imagen, habitual en un territorio que comparten distintas comunidades indígenas. Allí, en uno de los departamentos más olvidados por el Estado, se gestan proyectos como la Escuela de Música Ancestral Guaguas Quilla, que tiene lugar en el corregimiento del Encano y está a cargo del resguardo indígena Refugio del Sol. Estas escenas, y las historias de los niños que asisten a dicha escuela, se observan y cuentan en un documental de 2016, realizado por los miembros del resguardo, y que se suma a una lista de proyectos que buscan organizar y divulgar la memoria de las comunidades étnicas. 

Como el caso de Guaguas Quilla, el trabajo audiovisual en las comunidades afro e indígena del país ha ganado importancia como una herramienta de conservación de la memoria y como espacio que, además de servir para dar a conocer y construir sus propias historias, se ha convertido en un apoyo para los procesos comunitarios. Para socializar estos asuntos, además de otros propios de su trabajo audiovisual, como lo son las dificultades de financiación y los tiempos de producción, diferentes realizadores audiovisuales de los grupos étnicos afro e indígena se reunieron esta semana, del 9 al 13 de julio, en el Bogotá Audiovisual Market (BAM), organizado por la Cámara de Comercio de Bogotá y Proimágenes Colombia con el apoyo del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico (FDC) y que tuvo lugar en el Gimnasio Moderno, la Cámara de Comercio y el Centro Comercial Avenida Chile. 

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Algunos de los miembros de los colectivos asistentes al evento.

 

 

En el marco de un mercado internacional que busca ampliar las relaciones del medio audiovisual entre Colombia y cadenas como Fox, Cartoon Network, Discovery o el Festival de Cine de Sundance, la participación de estos colectivos, que corrió por cuenta de una invitación de la Autoridad Nacional de Televisión (ANTV), representó un punto clave en la realización cinematográfica del país y un llamado para hacer un trabajo más consciente sobre los procesos que tienen lugar por fuera de los círculos comerciales. 

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Lizeth Rodriguez de Kunturi: Memorias y Teritorios en Movimiento.

 

Lizeth Rodríguez, quien trabaja con las comunidades indígenas de Nariño desde 2013 con la productora Kunturi: Memorias y Territorios en Movimiento, comentó que el trabajo con comunidades es bastante enriquecedor pues, a través de lo audiovisual, se han logrado fortalecer procesos y visibilizar realidades, así como comunicar los problemas locales de las comunidades. “Es importante que las productoras entiendan que se trata más de ir a apoyar procesos que de ir a extraer historias. Esto va más allá de entregar un producto audiovisual; es un pretexto para fortalecer procesos y ese ha sido nuestro trabajo siempre. No vinimos a contar historias, sino a construir historias de la mano de los pueblos”, dice.

 

Con un equipo interdisciplinario, conformado por sociólogos, profesionales en cine y diseñadores gráficos, Kunturi comenzó a trabajar procesos de educación y comunicación y a conocer así las historias de las comunidades, a través de la confianza adquirida con los miembros de esta. En esta edición del BAM, Kunturi participó con su documental Kamashik: el camino del bastón, ganador de la convocatoria ANTV 2017 y que trata sobre el bastón que cargan los mayores y el ejercicio de autoridad y memoria ancestral que existe alrededor de aquel elemento. 

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Pablo Trejo del cabildo indígena Quillasinga.

 

La importancia de lo audiovisual en los procesos de las comunidades es una opinión que comparte Pablo Vladimir Trejo Obando, del cabildo indígena Quisallinga, resguardo Refugio del Sol,y quien además de haber colaborado con Kunturi, lleva más de ocho años de trabajo con plataformas radiales y audiovisuales. Como lo ve Pablo, el trabajo de comunicación tanto con los niños como con los mayores y las autoridades comunitarias, los llevó a la creación de una emisora radial y una escuela de comunicación desde la cual se vinculan a todos los procesos del territorio y los niños aprenden de su tradición y fortalecen su comunicación. “Cada resguardo tiene su particularidad. Con nuestro trabajo estamos encontrando ese color del territorio, esos sonidos y esas imágenes que nos permiten crear desde lo audiovisual”, comenta.

 

Sociólogos, filósofos y realizadores conformaron el equipo audiovisual de esta comunidad, siempre inmersa en una dinámica de aprendizaje mutuo y que ha ganado cuatro veces la convocatoria ANTV. A propósito del documental Guaguas Quilla Niños de Luna, rodado en 2016 y con el que participaron en el Festival Internacional de Cine de Ipiales, Pablo contó que la reacción tanto de los niños que participaron como del público fue de nostalgia. “Que se generaran este tipo de reacciones quiere decir que se están contando bien esas historias en la pantalla. Lo peor que puede pasar es que uno tenga que explicar el documental cuando se termina; si genera sensaciones y toca fibras, es diferente. Yo creo que es importante reconocer que nos estamos convirtiendo en una escuela de procesos de conciencia y ese el mayor aporte que uno puede hacer”, dice.

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Mauricio Telpiz del cabildo indígena de Pastás-Aldana.

 

 

Por su parte, Mauricio Telpiz, realizador audiovisual desde hace ocho años y director en el cabildo indígena de Pastas - Aldana, recuerda que junto a otros compañeros comenzó un proceso de comunicación y una búsqueda de historias para fortalecer a la comunidad. Según cuenta, el reto ha sido buscar una narrativa propia, elemento que han fortalecido con apoyos de la ANTVC, Señal Colombia y el Ministerio de Cultura. Trabajando en conjunto con otros colectivos y resguardos indígenas del territorio de los Pastos, han logrado construir distintas historias en enfoques como el documental étnico.

 

Llevando a la pantalla rituales y manifestaciones culturales como el tejido, la siembra y conocimientos ancestrales, el trabajo del cabildo ha logrado fortalecer los lazos con otras comunidades y ha logrado comunicar sus prácticas y tradiciones con espectadores a nivel nacional. Pero, tal y como comenta Mauricio, aún existen problemas en la distribución. “Tenemos entre nuestras producciones aproximadamente 18 documentales, en cierta evolución cada uno, y muchas veces no encontramos los medios de distribución. Ahora podemos reproducirlos en redes, pero sí nos gustaría que lleguen a un espacio donde verdaderamente se analicen estos contenidos paso a paso: qué tienen, cómo se han generado y qué hay detrás de ellos”, dice. 

Aunque muchas veces estas producciones son reproducidas antes de las películas en salas de Cine Colombia, Amenovis Pino, perteneciente a la etnia raizal en San Andrés y profesional en dirección y producción de la Universidad Autónoma del Caribe, está de acuerdo con que uno de los problemas más graves que afrontan los grupos étnicos son los medios de difusión pues. para él, aunque existen varios realizadores y producciones, no se conocen ni se reproducen, y hace falta más apoyo de los canales regionales para la divulgación.

 

Trabajando con la Raizal Youth Organization, han realizado proyectos como Fruits from the Raizal Land, un documental sobre el Rondón, plato típico de la región que existe desde la época de la esclavitud. Así mismo, han desarrollado videos institucionales y documentales como Toponimia, que explora la relación del pueblo raizal con el territorio. “La importancia de lo audiovisual está en retomar y mostrar los temas étnicos, la cultura, la lengua. Ya la población raizal es sólo treinta y cinco mil de cien mil, ya somos minoría dentro de nuestro propio territorio. Por eso la idea es mostrar y darle vida a la cultura, darle vida a lo étnico dentro de nuestro territorio y mostrarlo a nivel nacional e internacional”, dice Amenovis.

Así mismo, la producción audiovisual ha ganado un lugar fundamental en los procesos de recuperación y recopilación de memoria de las comunidades. John Arley Agreda, miembro de la Fundación Alpasamay en Sibundoy, Putumayo, afirma que su trabajo ha consistido en construir una memoria audiovisual de los personas más mayores y de su información, ya que el interés por esto se ha perdido entre los jóvenes de su comunidad. Según cuenta John, lo audiovisual ha impactado más que otros proyectos con las comunidades que normalmente se quedan en el papel y no ayudan a concientizar, cosa que sí logran los documentales y otros formatos. Si bien considera que uno de los problemas más grandes está en lo económico y en la financiación de los proyectos, John considera que lo audiovisual es también una manera de dar a conocer su memoria en otros territorios.

 

Gabriel Dorado, quien viene en representación de la Unidad Indígena del Pueblo Awá y el colectivo La Voz de los Awá, afirma que lo audiovisual les ha servido para trabajar temas como la violencia y la tradición del pueblo. También se ha convertido en un arma para mantener la memoria histórica del de los Awá y retener el conocimiento de los mayores, de ahí que estos primero se presenten en escenarios educativos, congresos y festivales. Junto al problema de la financiación, que como cuenta Gabriel, no les deja hacer más de una o dos producciones al año, también establece que el conflicto armado es una gran problemática para lograr el desarrollo de sus procesos audiovisuales. “Siempre pasa algo: vuelan un tubo de petróleo, hay combates entre el ejército y los grupos armados ilegales; cosas que nos hacen cortar los procesos y esperar a que se calmen para poder retomar”, cuenta.

 

A pesar de que existen estímulos, estos no son suficientes para suplir las demandas de todos estos colectivos. Con todo, pese a problemas como la financiación, la distribución o el conflicto, estos realizadores trabajan con lo que pueden por una producción audiovisual responsable y consciente de los procesos propios de sus comunidades. Apostándole a productos que, aunque busquen dar a conocer en otros escenarios más grandes y ante un público diferente, se preocupan ante todo por la memoria de la comunidad, sus tradiciones y sus historias.


El BAM 2018 se llevó a cabo hasta el 13 de julio y en su catálogo participaron personalidades como Arantxa Echevarría, primera directora española seleccionada para la Quincena de Realizadores en Cannes o Hussain Currimbhoy, programador de documental y nuevos medios en Sundance. Proyecciones, charlas y encuentros empresariales hacen parte de estas jornadas que buscan impulsar la producción audiovisual del país. Pille más información en nuestra Agenda Cultural.

 

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