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Los rostros futuristas de Hopare

A pesar de tener obras en el mismísimo Museo de Louvre, en París, este joven artista prefiere las calles, “liberar a los muros de su camisa de fuerza gris”. De sus lienzos y retratos llenos de color y figuras geométricas han sido víctimas paredes de Los Ángeles, París y, claro, Bogotá, donde recientemente vino a exponer su trabajo en la Alianza Francesa.

Andrés J. López / @vicclon

“Empecé con las letras como cualquier grafitero, pero luego vi que era muy complicado para mí y por eso me fui por los retratos”. Así explica el francés Hopare el porqué terminó pintando rostros en cualquier pared que se le cruce, en las tantas ciudades que ha visitado, pintura en mano, en países como Marruecos, China, España, Noruega, Portugal, Canadá o Estados Unidos. Y claro, Colombia también ha estado en la mira de este artista urbano, quizás uno de los más reconocidos a nivel internacional por sus obras llenas de futurismo. A inicios de este año, visitó el país por primera vez, pintando en el Killart de Barranquilla y en el Capfest de Armenia (lea también Un repaso al estado del arte urbano que decora al Eje Cafetero y Cali).

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Arriba: murales hechos en la Alianza Francesa y en la carrera 7 con calle 51. Abajo: mural hecho este año en el Killart.

 

 

Por estos días, el turno le tocó a Bogotá, donde se encuentra para la exposición Piel de concreto, en la Alianza Francesa, y en la que expondrá junto a Ospen, Dexs, el paraguayo Oz Montanía y la también francesa Caroline Karenine. Durante esta visita también hizo un mural en la Carrera 7 con Calle 51, en el que también participaron Ospen, Dexs, Oz y Dj Lu.

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Alexandre Monteiro, como es su nombre real, es un economista de 27 años que no heredó el arte de su familia sino que lo encontró por casualidad: ocurrió a los 12 años, pasando por viejas fábricas y viendo a la gente trabajar con aerosoles. Al imitar las pintadas de los demás, y practicar por su cuenta, fue que aprendió a dominar la lata. Su tag, Hopare, a diferencia del de la mayoría de artistas, no encierra un significado profundo y tampoco es un homenaje a algún conocido; surgió porque le gustaba como se veían estas letras juntas. “No dicen nada, solo encajaban unas a otras cuando hacía lettering en la calle y eso es lo único que piensas cuando buscas un nombre: que suene y se vea bien”, explica.

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En su portafolio de retratos hay íconos del arte como el español Salvador Dalí, el estadounidense Jean-Michel Basquiat o el músico francés Dj Mehdi, pero la mayoría de veces trabaja con rostros de personas del común. Algunos son bajados de internet, otros son tomados por el fotógrafo Nicolas Giquel, quien ha viajado con Hopare por todo el mundo durante los últimos años, y ha aprovechado para recopilar los muros hechos en este tiempo. El plan de ambos es publicar un libro de estos viajes, con paisajes, lugares y pintadas.

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La piel de sus personajes está llena de trazos que se asimilan a figuras geométricas. Lo hace, en parte, para conservar el viejo estilo del lettering y para que su obra sea fácilmente identificable. Hopare también los ve como si fueran las líneas de un tatuaje, aunque toda esta geometría parte de su admiración por la arquitectura, una rama en la que se fijó cuando estuvo en el colegio y trabajó en una compañía de arquitectura de espacios interiores. Al observar su obra, se pueden notar triángulos y circunferencias perfectas dividiendo la piel, dándose una mayor libertad para el uso de colores. De una figura geométrica a otra se pueden ver distintos tonos de colores, sin necesidad de seguir el patrón monocromático del color piel.

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A la influencia del lettering y la arquitectura se les une el futurismo italiano, un movimiento vanguardista de inicios del siglo XX que consistió en obras con detalles como colores vivos y diversas formas y líneas. “Durante mi último año de colegio vi un curso de arte y uno de los temas era el grafiti italiano y el futurismo. Sobre esto fue el examen final y desde entonces me inspiré en este movimiento y empecé a entrenarme y a adoptarlo como estilo”, recuerda.

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En junio de este año, Hopare hizo su mural más grande hasta la fecha, en la inauguración de la galería Avenue des Arts, en Los Ángeles, California. Además de exhibir cuadros suyos, también intervino la fachada, de siete pisos de alto, con un retrato de una madre y su hijo. 

 

 

Además de muros y lienzos, Hopare ha dejado su wild style futurista en ropa, relojes, antigüedades, tablas de skate, muebles, forros de teléfono y hasta motos. El artista confiesa que son colaboraciones únicas para eventos especiales, de pocos tirajes y sin trabajar con marcas en particular, aunque no descarta en un futuro incursionar en este mercado. En sus murales también ha incorporado otros materiales y para uno de sus primeros trabajos de 2014, que hizo en Paris, pintó el rostro de una mujer y lo mezcló con plumas reales que pegó en la boca de la mujer y las regó por todo el callejón donde se encontraba dicho trabajo.

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A pesar de su corta edad, Hopare ya ha logrado exponer su trabajo en espacios artísticos de distintas ciudades. El año pasado, en Madrid, España, expuso en el Road to Mukono, un evento en el cual artistas intervinieron tablas de skate para recolectar fondos en pro de la fundación Roule petit Ougandais, una iniciativa que busca recolectar fondos para darles ropa, tablas y demás elementos de skate a los niños pobres de Uganda. También hizo parte del Art for autism, en la pequeña población francesa de Saint-Jean-de-Beauregard, en la cual participó en una venta caritativa para ayudar a niños autistas y en la que estuvieron un total de 94 artistas.

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Tablas hechas por Hopare para el Road to Mukono

 

 

Ya a nivel puramente artístico, este tipo tiene obras en galerías como el Liang Yi Museum, en Hong Kong, y el propio Museo del Louvre, en Paris, en donde en 2013 expuso varios de sus retratos junto a otros 18 artistas como Noe2, Suby One, Babs, Brok y Alex Mac en una exposición llamada Nomad Utopia. A pesar de esto, él prefiere las calles a los espacios cerrados porque el street art “es una herramienta que le da libertad al artista para liberar a los muros de su camisa de fuerza gris”.

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De su paso por Colombia le quedó una reflexión: “En Francia se ven el grafiti y el street art, pero ambos están separados. Acá, en cambio, se mezclan y por todo lado puedes ver murales con letras adentro. El arte urbano en Colombia y Suramérica, en general, es bastante colorido y sus rostros son bellos e ingenuos —concluye Hopare—. En verdad prefiero verlo todo mezclado”.

 

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