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Los Pangurbes: una cartografía musical del pueblo colombiano

El objetivo como banda es hacer un ensamble entre la raíz musical propia del Cauca y ritmos como el son, el funk, el rock y el hip-hop, entre otros. Desde 2011 exploran, sin un género definido, el amplio universo de nuestra identidad cultural. El próximo 15 de septiembre lanzan ‘El Ciudeblo’ en el Festival Yavería. 

María Alejandra Fajardo

Cantan sobre el cacique Payán, las procesiones de semana santa, el viaje de un hombre que renunció a su familia por trabajar en una chiva y terminó en “El Transmilindio”. Hablan, especialmente, sobre nuestro territorio, uno muy variado en todos los ámbitos, tanto geográfica como culturalmente, donde los opuestos conviven casi todo el tiempo. Para Nicolás Peláez, bajista y director de Los Pangurbes, “el mundo se constituye de esa forma: no son las diferencias las que nos alejan sino las que nos unen”. 

La historia de Los Pangurbes empezó cuando Nicolás dio con la palabra “panguano”, durante un viaje que realizó a la vereda La Dominga, ubicada al sur del Cauca. El término le abrió un horizonte de preguntas sobre la identidad y la cultura de su tierra natal y terminó por empujarlo a formar en 2011 la banda, en Popayán. En 2013 la agrupación se separó y Nicolás viajó a Bogotá para estudiar Música. Un año después David Jaramillo ‘El Jara’ aterrizó en la capital y juntos decidieron armar de nuevo este proyecto musical que tiene raíz en la música propia del Cauca.

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El objetivo como agrupación es hacer un ensamble entre esta raíz musical y ritmos como el son, la timba, el funk, el rock, el hip-hop, entre otros. Los Pangurbes no se encasillan dentro de ningún género puesto que su interés es explorar todas las posibilidades que existen dentro del universo sonoro y pluricultural de un país como éste. 

Hacen todo lo posible para que su música sea incluyente, para tener una historia que contarle al vecino, así este hable o se vista diferente. Saben que tratar de llegar a todos los públicos es algo pretencioso, les basta con que las personas que los escuchan se pregunten de dónde proviene la banda y por qué ve el mundo que nos rodea de la forma en que lo hace. 

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La multiculturalidad predomina incluso en la alineación de la banda, en cuya formación hay jóvenes entre los 22 y los 29 años. Están los hermanos Hernández, que crecieron entre Montería y Bogotá: Juan “Taz” en el piano y Julián “El Ira” en la percusión. El baterista es Esteban Aldana “El Culebrero”, de Marinilla, Antioquia. Los rolos de la banda son Juan Daniel Vargas “Tom Sawyer”, que toca la guitarra eléctrica, y Juan Pacheco “El Gavilán”, en el saxofón. David Jaramillo es el flautista, y aunque nació en Manizales, vivió toda su vida en Popayán, de donde es también la voz principal, Ángela Muñoz “La India”, y el bajista, voz secundaria y director.

Como banda creen fundamental que como colombianos busquemos nuestra identidad. Consideran, además, que es bueno entenderse y conocerse, ya que sin duda hay personas que prefieren sentirse de otra parte o de otra clase. 

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“Somos una generación diferente: nuestros viejos tuvieron que ver un panorama más violento que los arraigó al miedo —asegura Nicolás—. Muchas personas han encontrado la confianza para poder viajar y observar el país. Muchos de esta generación tratamos de resignificar este lugar y tener una visión diferente”. 

Además, es necesario romper las brechas que existen entre el campo y la ciudad en un país que ha sido testigo de cómo la problemática de los regionalismos genera violencia. Romper estas brechas, al menos, musicalmente. La música no debería seguir legitimando las separaciones de los pueblos. Después de escuchar las letras de Los Pangurbes, de bailar sus ritmos, queda flotando en la cabeza la idea de que es fundamental conocer la historia y la cultura típicas de nuestro país para poder hablar y debatir con propiedad. 

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La participación en festivales como el Petronio Álvarez y el Festival Centro les ha permitido llevar esta experiencia de “Ciudeblo” (que según ellos significa la igualdad entre la ciudad y el pueblo) a las tarimas y la gente. Sin duda han sido puertas que se han abierto y han dejado entrar nuevas preguntas y nuevas ideas para alimentar el contenido del grupo.

Lo que se viene para ellos es el Festival Yavería, un proyecto que pretende ser una red de creación colectiva, donde talentos emergentes, tanto nacionales como internacionales, se reúnen en torno a sus propuestas y encuentran un canal de difusión. Con esta edición, Yavería espera abrir un espacio para que existan diálogos entre todo tipo de propuestas artísticas —conciertos, exposiciones, instalaciones interactivas, teatro, entre otras— y promotores, managers, productores, gestores y curadores. La idea es hacer circular estas propuestas para fortalecerlas y así seguir sentando las bases de una oferta culturar de calidad en la ciudad de Bogotá.

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