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El rescate de la identidad latinoamericana en el muralismo de Entes

Lleva más de media vida pintando muros en Latinoamérica, Estados Unidos y Europa. Sin duda hoy es una de las figuras más destacadas del grafiti peruano. Junto a Pésimo creó el festival Latidoamericano, que ya traspasó fronteras incas y llegó a Paraguay. Ahora, Colombia está en la ruta de este valioso evento itinerante.

Andrés J, López / @vicclon

Lima se ha consolidado como una de las ciudades insignia del grafiti latino y uno de los responsables es el peruano Joan Jiménez Suero, mejor conocido como Entes. A sus 35 años —de los cuales lleva 19 pintando— ya ha intervenido muros en Brasil, México, Dinamarca, Estados Unidos, República Dominicana y, por supuesto, Colombia. “Tengo un fuerte lazo con Colombia: amigos y familiares viven allá. Me gustó tanto que incluso consideré mudarme”, asegura.

Pero no todo se ha llevado a cabo en solitario. Durante 17 años, Entes ha trabajado en asocio con Pésimo, otro de los pesos pesados de los aerosoles en Perú. Este par, además de recorrer el mundo con su arte, ha impulsado los nuevos talentos del arte urbano peruano. En 2012 crearon el festival de grafiti más importante del país inca: Latir Latino, el cual después pasó a llamarse Latidoamericano, un evento que rápidamente se internacionalizó y ya tuvo su primera edición en Paraguay, demostrando la fortaleza actual del grafiti en Suramérica. “Nosotros no habíamos sentido el impacto del arte urbano hasta que, en 2015, el alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio, borró los murales por considerarlos inadecuados. La gente salió a protestar y ahí nos dimos cuenta de que nuestro trabajo había calado en las personas”.

 

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Foto de Daniela Sanches

 

 

En su obra predominan los indígenas…

Somos una generación [que viene] del concreto, de la capital, que ha perdido contacto con sus raíces y olvida rápidamente las apropiaciones de terrenos sagrados. Los indígenas ahora viven en territorios cada vez más pequeños o son excluidos y convertidos en parte del sistema.

El muralismo latinoamericano siempre ha tenido ese corte: plantea situaciones, se queja. No puede ser algo puramente estético porque se convierte en diseño. Nosotros no pensamos solo en el arte sino en la realidad que nos afecta: el consumismo tan voraz nos ha tapado los ojos con su venda y a causa de esto perdimos la conexión con nuestra tierra, nuestras costumbres y la vida pasada.

 

¿Hay muchos artistas urbanos que se limiten a lo estético?

En Perú he visto artistas preocupados por decir cosas. Pero hay otra preocupación estética a nivel latinoamericano por el grafiti vacío y sin contenido, hecho por estudiantes de diseño, como si esto fuera solo una moda.

 

Usted ha dicho que los murales van de la mano de la ciudadanía.

Creo que cuando vas a pintar un mural, debes hacer un análisis de ti y del lugar donde estás: qué haces, por qué y para quién. Todo es cuestión de observar y darse cuenta de la necesidad del espacio y la comunidad. Nosotros, como Entes y Pésimo, hemos aprendido a desarrollar ese olfato por la calle, y aunque en algunos momentos nos gana el ego y pintamos lo que queremos, en otros hacemos freestyle para mantener la cabeza pendiente de lo que ocurre a nuestro alrededor. Ahí vemos una filosofía entre nosotros y el muro, por eso involucramos al espectador, para crear una apropiación.

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Mural hecho en Linz, Austria

 

 

A veces parece que el muro, por inmenso que sea, se les quedara pequeño y por lo tanto los personajes se contorsionan. ¿Por qué sucede?

Nos adaptamos al formato y nos quitarnos esa cruz del boceto. Es algo flexible donde todo se transforma y genera algo nuevo según lo que nos transmita el entorno. Por lo general, vamos antes y observamos el muro, conversamos, dibujamos y miramos el entorno. Esto hace más fluido nuestro trabajo, más versátil. Desde antes de trabajar con Pésimo hacía esto, luego ambos lo potenciamos y ahora todo es como una conversación entre nosotros y entre la pared y el transeúnte. Para mí, es como si los personajes hablaran y tuvieran cierto nivel de comunicación.

 

¿Cómo ayudan ustedes, artistas posicionados, a promover el trabajo de los grafiteros emergentes de su país?

Pésimo y yo siempre intentamos incluir en el line-up del Latidoamericano a personas que estén empezando a pintar. Ahora, por ejemplo, tenemos a Óxido y Sipion, quienes son más chicos pero igualmente importantes que los demás. De hecho, es más chévere encontrar gente nueva, con propuestas distintas y frescas.

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Murales de Entes y Pésimo en México

 

En Bogotá existen espacios como Visaje Graffiti, que dinamizan el sector del arte urbano. ¿Hay en Perú esta clase de vitrinas?

Sí, hace año y medio fundé con Pésimo 93 Galería, un espacio donde hacemos exposiciones de artistas nuevos de Perú, también de latinoamericanos reconocidos y de la movida en general. Ahora estamos exponiendo obras de los colombianos Dj Lu, Toxicómano, Erre y Lesivo. También han estado Ledania y Skore. Desde el punto de vista de las galerías, nos convertimos en generadores e impulsadores del grafiti.

 

¿Cuál es el estado actual del arte urbano en su país?

Cuando el Alcalde borró los murales, le dio un duro golpe a la escena, pero gracias a esto salieron nuevos artistas como Faber y Ruta Mare, con trabajos interesantes que vale la pena observar. Por otro lado, a Lima todavía le falta tiempo para aprender y entender nuestra labor y la pasión que le metemos a esto. Pero seguro todo eso cambiará.

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Mural hecho en Lima, Perú

 

 

Hablemos sobre la última edición de Latidoamericano.

Hace cinco años hubo más apoyo por parte de la municipalidad de Miraflores —un barrio exclusivo del centro de Lima—. Este año nos ayudaron pero no como antes, porque el fenómeno del Niño Costero causó inundaciones que arrasaron con viviendas del norte y sur del país, entonces muchos de los recursos para arte y cultura se destinaron a atender esta catástrofe. Al final se cambió radicalmente lo planeado y, aunque vino la misma gente, no se hizo con la misma envergadura del evento en Paraguay, que se celebró en 2016.

 

¿Planes a futuro para este importante festival?

El 6 de agosto comenzará la otra edición en Paraguay. En Colombia estamos trabajando de la mano de Dexs, José Sarralde —Director de la Fundación Cartel Urbano— y Juan David Quintero —curador del Museo de Arte Contemporáneo— para hacerlo. Solo nos falta confirmar una fecha. También hay fuertes posibilidades de realizarlo en Puerto Rico, Chile y Argentina. No descartamos llevarlo a Estados Unidos o Europa; la prensa internacional y la especializada tienen los ojos puestos en el evento, que sigue creciendo y ya se internacionalizó.

 

¿Para qué hacer este evento? 

Siento que todavía seguimos patrones del exterior, exactamente de Estados Unidos y Europa, y dejamos de lado nuestra identidad. Cuando creamos Latidoamericano lo hicimos con el objetivo de apropiarnos de lo nuestro y recordar nuestras raíces, lo que somos y de dónde venimos. Es una labor de nosotros como ciudadanos. La idea es cumplir ese sueño bolivariano sin tanta política, por medio de una unión real, sin limites ni problemáticas entre países.

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Mural hecho en Linz, Austria

 

 

 

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