
La transformación artística de Jorge Lewis
Lewis es conocido entre parches de punkeros, fanzineros, diseñadores, grupos musicales, escritores, editores e, incluso, abogados. Con todos ha trabajado y con cada uno ha encontrado una nueva forma de creación artística. Esta es su evolución en sus propias palabras.
Jorge Lewis es un bogotano que lleva la mitad de su vida haciendo arte gráfico, plástico e ilustración. En su historial figuran cursos de Diseño Industrial en la Universidad Nacional, de ilustración con Édgar Rodez, una maestría en Artes Plásticas en la Academia Superior de Arte de Bogotá y un curso de Ilustración en La Scuola, un centro de formación de artes y arquitectura. Pero además es licenciado en Artes Plásticas de la Universidad de La Sabana y autodidacta gracias a los libros de historia y arte de su mamá.
Por esta diversa formación ha hecho trabajos de todo tipo y, parece, que aún le queda mucho camino por recorrer.
Cds y trabajos musicales
Revistas y periódicos con temas distintos. (Ámbito Jurídico -revista de derecho-, Revista Médica Sánitas)
Literatura
Cerámica
Historietas y cómic
Todo a lápiz (Blanco y negro)
Dioses, chamanes y tótems
Temas místicos y pinturas rituales
Animales
Crítica social, cultural y política
Murales (A lo que le está apuntando ahora)
Esta es la historia de Jorge Lewis narrada desde su propia perspectiva; un recuento de viajes y parches con los que ha descubierto nuevas formas artísticas que han hecho evolucionar su obra. Si quiere darle una mirada a lo más reciente de su producción, aproveche porque va a estar expuesta el 28 de julio vía streaming en Visaje Graffiti.
“El trabajo del dibujante es solitario, sin embargo, hay sitios en los que uno ve que hay más movimiento y es allá a donde me dirijo. Por eso mis viajes y la gente que he conocido me han transformado artísticamente.
“A los 17 años, mientras estudiaba, hice un taller en la casa de mi abuela. Cogí un cuartico chiquito y lo adecué para lo que quería. Puse pliegos de papel, libros, mucha música y desde ahí empecé a dibujar y no he parado. Mientras hacía un curso de historieta en, alrededor de los 20 años, Édgar Rodez me dio el espacio para trabajar por ganarme un concurso entre todos los estudiantes de mi curso. Me invitaron a la Filbo y ahí me presenté por muchos años.
“En 2000 fui invitado a La Cafetería, un encuentro nacional de caricatura en Armenia, ese año había exposición de ilustraciones como homenaje a Jaime Garzón. Por esa época también fui al VII Salón de Historieta, Caricatura y Cómics en Cali. Después de estos encuentros me invitaron a exponer en Bogotá en algunas galerías y en el Parque Nacional.
“Los viajes que he hecho han sido puntos de partida en cuanto a los combos de personas con los que he resultado ilustrando; todos los cambios por los que ha pasado mi obra se deben, en gran parte, a eso. Cada viaje, parche de amigos y encargos de trabajo me van abriendo nuevas puertas. Así, cada día se vuelve parte de un círculo sin fin lleno de experiencias y aprendizajes que me hacen crecer como artista y como persona.
“En Bogotá me empezaron a llamar para ilustrar portadas de discos, hacer carteles y carátulas de libros. También estuve a cargo de la sección de historietas del periódico de derecho Ámbito Jurídico por 10 años… Después de empezar a dictar clases de expresión de dibujo en la Academia Superior de Artes de Bogotá e ilustrar libros para distintas editoriales en Colombia, viajé a Buenos Aires a buscar nuevos rumbos. Ya era el 2008.
“Allá me hice amigo de un parche con espíritu punkero emergente, tenían un blog que se llamaba Historietas Reales y así empecé con la narración gráfica. Entré a hacer una especialización en arte y con mis compañeros aprendí a ilustrar temas urbanos y de identidad. El argentino Hernán Ciriano me presentó con el grupo de Viñetas Sueltas, un festival de historietas en Buenos Aires, donde terminé haciendo dibujo improvisado en septiembre de 2010. Ese mismo año expuse en el Centro de Expresiones Contemporáneas de Rosario y en el evento ‘Los Historietistas con más futuro que nunca llegarán a nada, llegan a La Plata’, de esa ciudad.
“En 2011 volví a Colombia para partir casi de inmediato a España, porque sabía que lo que estaba haciendo también pegaba duro allá. Llegué a Valencia y entré a hacer un máster en diseño de ilustración en la Universidad Politécnica de Valencia, entonces me junté con unos duros en gráfica independiente, con ellos participé en números de fanzines increíbles como Arròs Negre, para el que ilustré en dos ocasiones. Salíamos a jugar fútbol y dibujábamos, con ellos me fue cambiando la paleta de color y el diseño de mis dibujos. Allá viví dos años.
“Volví a Colombia y viajé al Amazonas. Desarrollé un bestiario, me fui por los temas étnicos y rituales, me volví más simétrico y adopté una onda más espiritual. Llegué a Bogotá y me llamó Héctor Buitrago para hacer las imágenes del Canto al Agua. Me conecté con un nuevo parche de gente, empecé a ver lo sagrado y abordé técnicas más tradicionales como el scratch y la cerámica. Hice las ilustraciones de Canto al Agua y otros eventos de ConEctor (la Fundación de Héctor Buitrago).
“Empecé a dibujar para bandas, a ilustrarles sus carátulas y apoyarlos para sus eventos, todo con las técnicas que estoy utilizando ahora. Quiero mantenerme vivo desde la energía de la gente, me gusta relacionarme con otras disciplinas como la música y el video. No quiero vivir tan encerrado en un estudio y por eso también quiero salir a pintar en las calles.
“Ahora estoy trabajando con Juan Pablo Báez, un amigo chileno que hace cine en Berlín. El proyecto es un documental donde mostramos algunos procesos creativos de arte en murales que hice en la capital alemana el año pasado. Llevé una agenda y la llené de ilustraciones, entonces Juan Pablo las convirtió en secuencias en la ciudad y las acopló a los lugares de Berlín donde mejor se veían.
“Lo vamos a presentar vía streaming en mi exposición en Visaje Graffiti. También voy a hacer el lanzamiento de mi libro –publicado como autoedición- En los tiempos del jaguar y la serpiente, y por último pintaré un mural con un tema acorde a la publicación, retratando los tiempos en los que había armonía entre el hombre y la naturaleza, contrastado con la era industrializada de horas, naciones y límites.
“Todas las técnicas que he utilizado me han hecho crecer como artista. Una de mis favoritas es el lápiz. Tiene un encanto desde su precariedad. La huella directa que deja lo hace sublime y ese carbón vegetal que representa es mágico”.