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Oscuridad y sintetizadores en Berlín

Un hombre obsesionado con la escena under ochentera de Berlín cambió la ebullición creativa del punk y el postpunk. Hablamos con Mark Reeder, protagonista del documental Lust and Sound in West-Berlin (1979-1989), cinta que se estrenará en Colombia este viernes 28 de agosto en la segunda edición de Ambulante 2015. “Yo le presenté sonidos a Bernard Sumner (New Order) que él luego incorporó en la banda. Sin esa electrónica que conoció y que le envié a través de casetes, no existiría Blue Monday”.


(Arranque la lectura con esta playlist de la época)

Jose E. Plata M.*

La historia de la música en las últimas cuatro décadas nos ha enseñado la importancia de algunas ciudades que se convierten en íconos de la creatividad y en puntos de referencia. Ya conocemos historias y momentos importantes de ciudades como Nueva York, París, Madrid, Detroit, Los Ángeles, Manchester, Chicago y Seattle; no podemos negar que hay también momentos claves en otros sitios que comparten nuestra lengua, como Madrid, México D.F., La Habana, Lima, Santiago y Buenos Aires.

Pero hay una ciudad que ha demostrado ser un imán para la música, la cual ha logrado reunir artistas en diferentes momentos para así dejar una huella imborrable: Berlín, el lugar donde se mezclan historias y gratos recuerdos que atraviesan el mundo del jazz, el cabaret, el rock, el pop, la electrónica y más. Algunas de estas historias ya han sido documentadas y referidas, como las de Iggy Pop y David Bowie en los setenta, Nick Cave en los ochenta, U2 en los noventa, y Liars y The Field en este milenio. 

Sin embargo, hay anécdotas que no se pueden rastrear en Google, como la de Mark Reeder y el documental Lust and Sound in West-Berlin (1979-1989), el cual será presentado por Ambulante el viernes 28 de agosto en Bogotá y el sábado 5 de septiembre en Medellín (vea aquí toda la programación de Ambulante).

Esta pieza audiovisual combina lo excepcional y lo anormal de una época creativa de la que poco se supo en nuestro continente. Es una recopilación de recuerdos (imágenes y música) hecha por Mark Reeder, un británico nacido en Manchester en 1958 que cambió la ebullición creativa del punk y el postpunk de la divida Berlín de aquella época.

Desde su apartamento en la capital alemana, Reeder habla sobre aquellos recuerdos y momentos que ayudaron a configurar el valor de la historia del arte y la música de la ciudad.

Donde lo sintético y oscuro atrae

“Trabajé en una pequeña tienda de discos —cuenta Mark Reeder— y uno de los clientes a los que solía atender era Ian Curtis, vocalista de Joy Division. Buscaba reggae, sonidos electrónicos y sintetizados. Era un buen tipo y tenía grandes expectativas con su banda, pero sabía que era complicado vivir de la música cuando se tiene que atender un matrimonio”. 

Corrían los años setenta y el panorama era sombrío en la ciudad. Al escuchar los discos de algunos proyectos de rock y electrónica de la época (Neu!, Tangerine Dream, Kraftwerk) decidió dejar su ciudad y desplazarse a aquella donde lo oscuro y sintético era lo que atraía. Llegar era complicado, porque había que atravesar el mar y adentrarse en Alemania Oriental, pero como todo viaje, la llegada a Berlín fue gratificante. 

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Con la misión de ser el representante del sello Factory Records, se estableció en un lugar atravesado por un muro de 45 kilómetros y vigilancia constante por parte de Estados Unidos, Inglaterra, la antigua Unión Soviética y Francia.

Pero la ciudad se le abrió en pleno.

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Reeder recuerda la decadencia y posterior renacimiento que vivió la ciudad. Las bandas buscaban su propio camino y no querían imitar sonidos londinenses ni neoyorquinos. Así hubo punk, new wave y pop sintético con letras en alemán; algunas de ellas tuvieron trascendencia y dejaron grabaciones que se siguen escuchando con gusto actualmente. Desde lo más temprano de la década de 1980, Reeder adquirió una obsesión: guardar y registrar; es esa la base del documental que se presentará en Colombia.

Gran parte del proyecto son archivos que filmó y grabó entre 1979 y 1989 con cámaras caseras, en formatos que ya no se usan y con personajes que han envejecido o que ya murieron. En esos 92 minutos, es posible ver artistas y grupos como Malaria!, Nick Cave, Einstürzende Neubauten, Die Tödliche Doris, Die Toten Hosen, Abwärts, entre otros, y también registros de conciertos y clubes donde se vivió la movida independiente y alternativa de aquella época en Berlín, como Risiko o SO36. 


"Esta pieza audiovisual combina lo excepcional y lo anormal de una época creativa de la que poco se supo en nuestro continente. Es una recopilación de recuerdos (imágenes y música) hecha por Mark Reeder, un británico nacido en Manchester en 1958 que cambió la ebullición creativa del punk y el postpunk de la divida Berlín de aquella época"


Abundaban las drogas y las noches resultaban cortas para todo lo que había por hacer. Los días eran tiempos de creación en tiendas de moda y galerías de arte, o para protestar contra las políticas represivas aplicadas a punks y okupas. Siendo Berlín una ciudad barata, conseguir un sitio para vivir no era complicado y mantenerse a punta del arte o la creatividad tampoco resultaba descabellado. 

“Existía el marco alemán (moneda) y con pocos marcos uno se movía. El dinero alcanzaba para la renta, la fiesta, los discos o para producir cosas. Jamás sería esta una ciudad tan costosa como Londres”, comenta Mark.

Detrás de la cinta​

Mientras Mark registraba las escenas musicales y culturales de la ciudad, trabajó en tiendas de discos y fundó su propio sello discográfico, MFS Berlin. También tuvo varios proyectos musicales como Die Unbekanten y Shark Vegas. 

El documental se hizo sin ayuda gubernamental, porque la comisión fílmica de Berlín decía que no era una película para el cine y que necesitaba una historia de amor para ser convincente. Se estrenó en febrero, en la Berlinale 2015, y ha estado rodando por varios festivales.

Sin ese tipo de ayuda, el documental ya ha sido visto por más de 65 mil personas en Alemania y Austria, desde mayo pasado. Reeder ha sido invitado a diferentes proyecciones alrededor del mundo; la primera presentación en Suramérica se hace en Bogotá. Sin embargo, no podrá ser presentado en circuitos comerciales por un buen tiempo, ya que muchos de los relacionados con Lust and Sound in West-Berlin (1979-1989) no cedieron derechos de sonidos e imágenes. Bueno, tampoco hay intención de hacer plata con la cinta. 

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“Me llamaron para asesorarlos en materia de sonido y terminaron revisando el material de mis archivos, que al juntarlo con otros recuerdos hizo que esto saliera”, puntualiza Mark.

Evaluar el impacto de aquella década es clave, artistas que todavía están creando comenzaron en esos días. Fue el tiempo del grafiti, de la ciudad con un muro que caería en cualquier momento, de la llegada de la música disco y electro a las discotecas, de la tolerancia y el respeto por la comunidad homosexual, y también de la Perestroika, la amenaza nuclear y el Sida.

Hace un tiempo Reeder acompañó a varios Djs en sus giras por Colombia. Ahora vuelve al país y aprovechará la ocasión para comprar la ropa que más le gusta: uniformes o prendas militares de viejas épocas (no en vano tiene un chaleco de la guardia antinarcótica colombiana). 

Un sumario de recuerdos de Mark Reeder

Nick Cave: “Cuando llegó, supe que iba a ser un gran talento. Vivió unos días en mi apartamento, en ese momento escribía un guión que tres décadas después conocimos como ‘The Proposition’”.

Anthony Wilson (Factory Records): “Un tipo inteligente, que creía más en el arte que en los negocios. Cuando veía que había oficinas de Factory en Manchester, Nueva York y Berlín, sentía orgullo. Pero Factory en Berlín no duró mucho y era más mi disculpa para estar en esta ciudad”.

Bernard Sumner (New Order): “Luego de la muerte de Ian Curtis, Bernard estuvo en Berlín un tiempo. Yo le presenté sonidos que él luego tomó e incorporó en la banda. Sin esa electrónica que conoció y que le envié a través de casetes, no existiría Blue Monday”.

Westbam: “Recuerdo su interés por la música electrónica y ver cómo iba a las discotecas a escuchar y buscar la música que no sonaba en la radio. Lo apoyé mucho en esos años. Luego, fue uno de los primeros del Love Parade en 1989”.

Gudrun Gut: “Esta mujer de verdad es un pilar fundamental de la independencia. Trabajó en una tienda de discos, fue baterista de la banda Malaria y todavía me hablo con ella”.

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Berlín oriental: “Nadie quería ir a ese lugar pero yo sentía que había cosas por hacer. Llevé a Die Toten Hosen a hacer dos conciertos y grabé varias bandas. Incluso estuve una semana antes de que cayera el muro”.

Berlín en los noventa: “Esa historia también la conozco y la puedo contar. Tengo más de seis mil cintas de archivo de audio y video que un día podrán ser el recuento de esa época de anarquía, amor, música y confusión”.

¿Y la Berlín de ahora?: “Sigo disfrutando de esta ciudad y nutriéndome de ella. Todavía es barata y es bueno ver la gran cantidad de personas que la acogen como lugar de vida y trabajo”.

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