Del teatro social y la lentejuela: Juan del Toro
Juan avanza encorvado. Cuida la amplitud de sus movimientos. Lo cubre una túnica negra. Lleva entre las manos un micrófono que apenas si se ve. La capota que esconde su cabeza es dorada, amplia. Una vez llega al centro del escenario, deambula. Canta en un tono sombrío. Sigue encorvado hasta que pronuncia, mientras levanta poco a poco la cabeza: «soñaaaaaabaaaaas». Sube el micrófono y con un movimiento rápido de hombros se descubre. Cae la túnica. Juan, ahora vestido de blanco, con una malla tejida de hombro caído sobre una camisa manga larga, anillos, pañuelo rojo en la cabeza, candongas doradas y el pelo crespo sobre la frente, mira a la cámara.
«Oye mi son, mi viejo son
tiene la clave de cualquier generación
en el alma de mi gente, en el cuero del tambor
en las manos del conguero, en los pies del bailador».
Desde épocas estudiantiles, a Juan del Toro le ha gustado ser visto. «Todos los años, en la semana cultural del colegio», recuerda, «yo me metía en poesía, mimos, danza contemporánea, danza folclórica. Todo me lo ganaba. Si yo estoy en canto a mí me gusta ser el mejor del canto, estar en el foco para que la gente sepa que yo estoy trabajando las cosas bien». Y allí, sobre el escenario que instalaron en un centro comercial de Villavicencio para realizar una competencia a la que llamaron La voz Meta 2020, interpretando un cover de Celia Cruz, él quiere ganar.
Se autodenomina una persona no binaria y ha sido importante para Juan que su documento de identidad lo confirme, aunque al mismo tiempo le provoque dudas sobre lo que significa esta validación. «Cuando la Corte Constitucional falló a favor de Dani García, reconociendo los derechos de la población no binaria, yo dije: mejor dicho, estamos en Suiza, esto es un bombazo a los antiderechos. Pero, el hecho de que tenga un documento que me reconoce esa perspectiva de vida, ¿hace que el Estado colombiano esté preparado para eso: el sistema de salud, de pensión, el sistema militarista, el sistema de contrataciones?» La respuesta: no. No existe ni una vía clara ni una manera de transitar desde lo público lo que significa ser una persona no binaria. Juan se ha tenido que enfrentar a muchos embrollos burocráticos. «La Plataforma de Juventudes delega, por municipio, un hombre y una mujer. ¿Yo dónde estoy? Yo les dije a la Gobernación y a la Procuraduría: hay una sentencia en la Corte que avala la existencia de las personas LGBTI. Ellos dijeron: eso puede decir la Corte pero, si la ley estatutaria no lo reconoce, no lo podemos hacer. Vaya usted y cámbielo».
«Yo viviré, allí estaré
mientras pase una comparsa con mi rumba cantaré
seré siempre lo que fui, con mi azúcar para ti
yo viviré, yo viviré».
Juan gana el tercer puesto de La voz Meta 2020, el cual le supone cierta visibilidad que lo conduce al trabajo comunitario. «Era pandemia. Llamaron a algunos artistas para que fuéramos a cantar en los conjuntos, a los barrios bien de acá de Villavo» y en compensación por el trabajo les daban mercado o dinero, con los que decidieron sostener 30 fogones comunitarios en épocas de crisis. A partir de ahí, Juan empezó a moverse entre plataformas artísticas con la Corporación cultural municipal de Villavicencio. De la mano de CORCUMVI, y junto a Nelson Torres y una veintena de personas LGBTI, presentó en 2021 Utopía, el primer musical transmedia con perspectiva de género de Villavicencio, inspirado en Isabel Niño. «Mostramos la historia de vida de una mujer trans que era artista porque no había memoria de eso. La única persona que sabíamos que movilizaba un tema de travestismo acá en Villavicencio desde el arte era Madorilyn Crawford, y ella se fue a Bogotá hace mucho tiempo».
El 66% de los homicidios registrados durante 2023 en Colombia lo concentran los hombres homosexuales y las mujeres trans, estas últimas con 45 hechos en total, un número que aumentó en 10 casos con respecto a 2022. El departamento del Meta, particularmente, ha presentado un incremento paulatino y constante: 3 hechos en 2021, 5 en 2022 y 8 homicidios en 2023. A pesar del riesgo que representan estas cifras Juan, hoy con apenas 23 años, fue nombrado en junio de 2023 representante de las personas trans, incluidas las personas no binarias, de la Mesa Participativa LGBTIQ+ 2023-2025 en Villavicencio.
Aunque Juan ha desarrollado toda su vida y su activismo en Villavicencio, él nació en Bogotá. Su madre se vio obligada a volver al Meta después de que su esposo fuera asesinado y para ella resultara urgente salvaguardar su seguridad y la de su hijo: volver al barrio donde se conoció con el padre de Juan, ahora con un hijo de 4 años. Juan del Toro recibió una herencia violenta del país: se reconoce como víctima del conflicto armado.
La madre de Juan era ama de casa en Bogotá y una vez regresó a Villavicencio tuvo que emplearse, asumiendo el nuevo rol de madre soltera que huye. «Entonces eso también fue un tema: mi mamá ya no estaba 100% a mi cuidado, tenía otras responsabilidades». Por lo tanto, de frente a este vacío existencial, Juan encontró refugio en una de sus tías, de quien él terminó convirtiéndose en confidente y absorbiendo buena parte de su personalidad. «Ella me regalaba ropa o yo conseguía algún collar y nos lo turnábamos. Cuando salió este libro Las ventajas de ser invisible, mi tía me lo compró. Leyendo el libro yo me identificaba». No obstante, a causa de la falta de comunicación que trajo consigo el distanciamiento, la aceptación de su sexualidad por parte de la madre no fue nada fácil en ese momento: «Hizo el drama del mundo, llegó de la oficina llorando a moco tendido. Yo le decía: pero, a ver, esto no es un secreto. Yo no supe tramitarlo con ella. No lo hablé nunca con ella. Mi mamá pensaba que yo estaba triste porque era gay».
La exploración de su deseo en el colegio también le trajo problemas. El hecho de tener un novio lo puso de frente a la normatividad heterosexual dominante en cualquier ámbito escolar. «Hugo y Pilar se la pasaban dándose besos por todo el colegio y el coordinador no les decía nada. Pero cuando yo me conseguí un novio y andábamos de la mano, él se indignó». Juan empezó a activar ciertas políticas estudiantiles en su colegio, antes de él no se había visto un representante LGBTI: era una novedad que «una marica se estuviera convirtiendo en la voz de los estudiantes».
Quimeras cabaret, una obra de teatro que recogía la historia de seis mujeres trans y que tenía un pie en el arte y otro en la pedagogía, se convirtió en la primera obra de la Orinoquía en la que todas las personas que participaron, desde la maquilladora hasta las intérpretes, se reconocían como LGBTI. «En Villavicencio hubo un auge de estudios webcam, muchos jóvenes se metían en eso y no sabían cómo salir o cómo sostenerse dentro; sufrían mucho por asuntos psicológicos. La obra fue una herramienta para hablar de la trata de personas, del trabajo sexual o de las actividades sexuales pagas, de las relaciones de poder que hay en el trabajo. Fue una obra de teatro musical que se salió de los estándares que había acá en el departamento donde solo se presentaban obras llaneras».
Ese nodo cultural en el que venía trabajando dejó de recibir apoyo financiero y entonces se creó Tejido Nacional de Juventudes, en el que Juan del Toro se desempeña como Alto delegado. Se montaron las obras Stonewall en nuestra memoria y Máscaras de vida, esta última diseñada a partir de la lectura de publicaciones de la Comisión de la Verdad. «Ahí fue cuando ingresé al teatro foro, al teatro del oprimido, con La vida de las ausencias, apoyada por la GIZ (Cooperación Técnica Alemana)», una creación colectiva desde la experiencia teatral, sensorial y poética hecha con las vivencias de las madres buscadoras de Villavicencio y Mesetas. Amparo Buzato, madre buscadora víctima de la violencia, dice que el espacio en el Centro Nacional de las Artes significó mucho y es, de alguna manera, la muestra de «que lo que hemos logrado haciendo visibilizar, con la memoria de nuestros desaparecidos, se está viendo reflejado». Transparencias es, por su parte, una obra que involucra al público y echa mano del lenguaje coreográfico. «Antes del teatro foro», recuerda Juan, «yo tenía una visión muy espectacular de lo que era el teatro, de que se trataba de la lentejuela y del maquillaje y la luz y el efecto del humo. Cuando entré a algo tan crudo como el teatro del oprimido, el teatro imagen, fue como: agarre todo, déjelo en otra carpeta y vuelva a empezar desde cero».
Su meta es ser canciller. Hace poco le ofrecieron participar en las elecciones dentro del territorio. Pero la diana a la que apunta está más arriba. A él, como se ha visto, le gusta ganar. No obstante ahora se pregunta: ¿ganar qué? «Hay mucha gente que llega por agendas económicas, que se hacen elegir senadores o representantes a la Cámara por sectores empresariales. Eso pasa mucho en el Meta, la mayoría han salido por los arroceros, los ganaderos. Nunca ha habido una perspectiva social». De nuevo lo resalta: «nunca me ha llamado la atención la política local: a la primera elección a la que me voy a meter es a la Cámara de representantes, pero todavía no puedo porque es hasta los 28 años. Y cuando lo haga, si no lo logro, ahí voy a estar otra vez hasta que lo logre». Él, como cantó Celia Cruz, aspira caminar por los caminos más lejanos:
«por los sueños que soñé
será el reflejo del amor de lo que me tocó vivir
será la música de fondo de lo mucho que sentí».
Este contenido se realiza en alianza entre la Fundación Cartel Urbano y Colombia Diversa para su proyecto un viaje de paz.