‘Los niños no están bien’, el relato íntimo de un parche skater manizalita
Este proyecto del fotógrafo Rafael Cárdenas retrata la pasión que se vive entre amigos por el skate como forma de vida. La calle, la intimidad de un hogar y la pérdida de un ser querido le dan vida a este proyecto.
Cuando Rafael Cárdenas era un pelado y vivía en Salamina, en el departamento de Caldas, acostumbraba a visitar las casas de sus tías y sus abuelos. Lo primero que hacía al llegar allá era buscar algún álbum fotográfico, pues le llamaba la atención cómo detrás de cada una de aquellas imágenes siempre había una historia por contar.
En el 2000 los papás de Rafael se separaron, razón por la cual se fue a vivir a Manizales junto a su madre y sus dos hermanos. Allí, con el cambio de colegio y de gente, empezó a presentar cuadros de ansiedad y ataques de pánico. “Se estaba presentando en ese momento un duelo en mi vida, una separación, un destierro; pasar de pertenecer a algo, a llegar a un nuevo mundo al que no pertenecía a nada”, cuenta.
Era la primera década del 2000 y Rafael empezaba a vivir su adolescencia. Fue en ese entonces cuando llegó el skate, una cultura en la que, como él mismo dice, encontró la amistad y la libertad, valores que había perdido con la llegada a la ciudad. “No era bueno. En realidad, me gustaba mucho más deslizarme que hacer trucos, entonces dejé a un lado la tabla, aunque siempre estuve inmerso en el imaginario cultural del skate. Siempre tenía tenis planos y ya en la universidad me encuentro con que todos mis compañeros desde el primer semestre eran skaters”, dice Cárdenas.
(Conozca a ‘Los arquitectos de skateparks en Colombia’)
Esa afinidad con el skate no se dio por casualidad. Ya a los 10 años, “de Niño Dios”, le habían regalado una tabla ballenera en la que se pegó sus primeras rodadas en las faldas de Manizales y Salamina. Desde entonces el skate lo abrazó y lo ayudó a salir del momento oscuro que estaba atravesando.
El gusto de Rafael por la tabla y por las imágenes se reforzó cuando entró a la Universidad de Caldas en 2008 a estudiar Artes Plásticas. En ese entonces su papá le regaló una Canon Rebel Xsi, la cual se convirtió en un objeto de uso diario para él; la cargaba para todo lado como un llavero.
En los pasillos universitarios empezó a experimentar cámara en mano. En medio de ese ejercicio conoció de cerca la fotografía análoga. El laboratorio de revelado se convirtió en un sitio al que a menudo iba a cacharrear e intentar nuevas cosas desde la imagen. De a pocos, fue adquiriendo cámaras análogas hasta que conoció las compactas con las que finalmente se casó, según cuenta.
“El acto de fotografiar me permite testificar el medio ambiente que me rodea. En este entran personajes como amigos y familiares, espacios íntimos, urbanos y naturales que configuran mi propia realidad. Con el tiempo me di cuenta que el trabajo fotográfico que actualmente desarrollo está relacionado con un género de la fotografía de autor llamado “fotografía intimista” en la que, básicamente, el fotógrafo crea un registro del círculo cercano de amigos y de su propia familia. En pocas palabras, de su propia tribu”, comenta.
De la idea de capturar momentos de la vida de su gente nació Mi Tribu (2011), un proyecto en el que la proximidad con los retratados, le daba chance de escoger algunos momentos privados como objeto principal de las imágenes, una manera de fotografiar esa cercanía sin tapujos ni filtros.
La motivación para ponerle ruedas a esta idea surgió de la necesidad que tenía Rafael de volver a pertenecer a algo y, al mismo tiempo, de la alegría de registrar su vida a través de fotografías. La estética y onda noventera del skate, puestas en escena en canales como MTV o Nickelodeon, y bandas musicales como Blink 182 o The Offspring, marcaron esta idea que, al principio, como el mismo Rafael cuenta, no pensaba como un proyecto, sino como un ejercicio en el que primaba la necesidad de dejar registrado en fotografías momentos simples y cotidianos.
“Lo hacía en un inicio de forma intuitiva, primaba la necesidad de capturar fotográficamente la libertad de una juventud permeada por las artes plásticas, el tatuaje, el grafiti y el rock —explica Rafael—. Fue con el tiempo que me di cuenta que lo que estaba haciendo era un acto de desahogo, una acción catártica al observar al presente con una mirada nostálgica. Nostalgia de esa infancia libre, despreocupada y feliz que se me arrebató, pero que de alguna forma volvía a vivir en las fotografías que estaba haciendo”.
De Mi Tribu, proyecto al que le ha venido camellando desde hace diez años, nació Los niños no están bien (2020), un fotolibro que condensa la vida de Rafael y la de su parche en Manizales, un grupo de parceros enamorados de la tabla y de la libertad que ésta les brinda.
“Llegué a un punto en el que necesitaba trascender el hecho de visibilizar mi trabajo solo en plataformas virtuales y un fotolibro era el medio perfecto para consolidar esta obra y llegar a más personas. Somos artistas y siempre vamos a querer que el público se conecte emocionalmente con lo que hacemos. Los niños no están bien es el puente que me permite mostrar una perspectiva personal de la realidad y narrar mi propia historia”, agrega Cárdenas.
Cada una de las tres partes de este fotolibro abre una nueva puerta hacia la intimidad del grupo. La primera parte la protagoniza un grupo de amigos en medio de la rutina del patín. En la segunda, el parche se adentra más a la intimidad de una casa, al estar reunidos en un mismo espacio en familia.
La tercera y última parte del fotolibro narra una partida y un duelo. Uno de los parceros del grupo en 2018 decidió quitarse la vida y este episodio, entre luces y sombras, inspiró a Rafael para homenajear y contar el suceso desde su cámara con imágenes dramáticas que al final terminan de una forma más contemplativa.
Quienes protagonizan esta historia hacen parte de un colectivo que surge de una de las tiendas más importantes de skate en Manizales llamada Never Die. Allí, además del proyecto comercial, producen Hip Hop y hacen grafiti desde hace ya un buen tiempo.
“Toda la historia que se ha convertido en Mi Tribu y en Los niños no están bien se ha hecho desde una perspectiva muy personal. Es una construcción que he formado a raíz de toda la cultura que consumí en mi adolescencia y de mi experiencia con el skate en Manizales”, dice Rafael.
(Conozca ‘Tres décadas de skate Colombia’)
Respecto al nombre de la publicación, el autor cuenta que cuando tenía la maqueta del fotolibro aún no sabía cómo ponerle y fue por eso que se mandó de cabeza al baúl de los recuerdos y empezó a escuchar algunos álbumes de bandas que lo acompañaron durante su adolescencia. “Hice un recorrido por bandas como Blink 182, Sum 41, Simple Plan, Avril Lavigne y The Offspring. Fue en esta última donde encontré en la letra de uno de sus mayores éxitos: The Kids Aren't Alright, una relación muy directa con la historia contada en el fotolibro. La canción básicamente relata el estado en el que se encuentran algunos personajes después de haber vivido una infancia prometedora en las calles de un antiguo barrio y cómo ahora, en su faceta adulta, lidian con embarazos, drogas y el suicidio”.
Este fotolibro, editado con la ayuda de Victor Galeano y Santiago Escobar-Jaramillo, cuenta una historia personal acerca de la pasión que se vive entre amigos por el skate como estilo de vida. Así mismo, la publicación fue posible luego de que Rafael se ganara la convocatoria Tiro y Retiro organizada por Baudó Agencia Pública. Se relatan temas como la amistad, la intimidad y la pérdida de un ser querido.
(Pille este recorrido fotográfico para revivir la nostalgia skater de los 80 y 90)
La fotografía de Rafael es un ejercicio visual que captura con sensibilidad el día a día y esos episodios que, aunque suelen omitirse, vistos de nuevo a través de las fotos demuestran su importancia para quienes viven esas vidas. Evocar de manera nostálgica sucesos cotidianos que narran sus experiencias y las de sus allegados y en medio de ello capturar no solo la fiesta, sino también los momentos de tristeza y duelo, son logros de este fotógrafo que sin duda da cátedra en la fotografía intimista.
‘Los niños no están bien’ tiene un costo de 50 lucas y se puede adquirir a través de la agencia Baudó o contactándose directamente con Rafael a través de su cuenta de Instagram. Esté atento porque a través de las redes de Cartel Urbano vamos a estar rifando un ejemplar del fotolibro ‘Los niños no están bien’. Pilas.