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El animador de ‘El Siguiente Programa’ nos cuenta cómo se hizo el show más agitador de los 90

Este 2017 se cumplen 20 años de la primera transmisión de una serie irreverente, políticamente incorrecta y emblemática para toda una generación colombiana. Hernán Zajec recuerda cómo fue el voleo de producción en esos tres años que estuvo al aire el show animado de Moure y Martín de Francisco. 

Tomás Tello

Más de dos décadas tuvieron que pasar para que Santiago Moure y Martín de Francisco se volvieran a sentar en un sofá a criticar a la farándula criolla. En 1995, Carlos Vives,  que en aquella época ya era una estrella nacional, tuvo la idea de hacer con estos dos personajes pelilargos, amigos de infancia, una versión colombiana de un programa de crítica televisiva alemán llamado Telematch. La Tele, pues, provino de esas 3 mentes, que un par de años después pasaría a ser El Siguiente Programa.

“El presupuesto era escatológico y siempre lo fue”, confiesa Hernán Zajec, uno de los creadores de la empresa de animación colombiana Conexión Creativa, sobre El Siguiente Programa, la primera serie de animación del país y un referente obligado de nuestra cultura pop. Cuando empezaron a hacer El Siguiente Programa, Conexión Creativa llevaba pocos años en el negocio de la animación, aunque sus pinos en lo que sería el sello característico de la compañía (el 2-D cuadro a cuadro) se dieron de la mano de una leyenda de la animación colombiana: Nelson Ramírez.

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Antes de querer dedicarse a animar historietas, Zajec cuenta que fue uno de los distribuidores oficiales de una computadora alemana: la Comodore Amiga. Como distribuidor de la extinta Amiga, Hernán empezó a hacer encargos a sus clientes que, con el tiempo, prefirieron contratarlo para usar las máquinas en vez de comprárselas. “Eran equipos muy caros y muy sofisticados para su época” y ellos eran quienes mejor sabían manejarlos. Así fue como empezaron a dar sus primeros pasos con animación en 3-D. “Más que todo era mover logos para agencias de publicidad. Nada muy retador”, excepto, claro, cuando algún cliente veía Terminator 2 y quería algo de ese nivel, lo cual era imposible con los equipos que tenían en aquel entonces. Ese trabajo lo dejó desgastado: “eso no es trabajar, eso no es vivir, eso es una mierda. Todo es para ya y te pagan a los 6 meses”, recuerda Hernán Zajec. 

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Con el conocimiento y los equipos, a Hernán y su hermano Diego los contactó Nelson Ramírez, pionero de la animación colombiana (quien hizo el clásico comercial de Magicolor) y vino la modernización de equipos y técnicas en el país. Antes de eso, la animación se hacía en película y cuadro a cuadro, con los equipos de Zajec, así que se ahorraban el dinero y el tiempo que tomaba revelar los fotogramas en Miami. “Digamos que este fue nuestro primer pinito con el 2-D”, cuyo resultado fue la muy popular mascota de la selección Colombia en el Mundial del 94: Max Caimán.

Y con esta técnica decidieron quedarse, ya que la animación computarizada de 3-D, según explica Zajec, siempre va de la mano con un avance tecnológico en software o equipos con los que ellos no contaban, menos cuando, por el año 95, Amiga descontinuó su modelo de computadora y todo el soporte que brindaban, dejando a los hermanos Zajec sin equipos para animar.

En ese año,  la productora Teleset buscó a los hermanos Zajec para llenar de animación un show de dos presentadores de rock, motivados por la creciente popularidad de MTV latino. Pero no se confunda, no era El Siguiente Programa, aunque esto sí le dio la idea a Hernán de hacer el Beavis and Butthead criollo y, una mañana escuchando en radio a Santiago Moure y Martín de Francisco, decidió hacer un teaser animado de ellos.

Los 30 segundos que duraba no eran suficientes para una historia, pero mostraba a Martín vomitando y a Santiago desmayado en el suelo, borrachos, afuera de un bar. Por medio de Teleset logran que Santiago viera el corto y conociera la propuesta, pero Moure les advierte que ellos dos de música no saben un culo, como lo cuenta Zajec.

 

 

Pero para él eso no significaba problema alguno, ya que su idea, la idea de Hernán, era criticar televisión y contar historias. En junio de 1996, meses después de su creación, Conexión Creativa ya estaba hablando con Rafael Noguera —por entonces representante de Martín y Santiago— sobre hacer el piloto de El siguiente Programa.

“En Junio del 96 hicimos eso y nadie lo quiso. Se lo ofrecimos a todo el mundo”. Caracol y RCN rechazaron, ambos, el proyecto y quien vino a quererlo fue el que menos esperaban en Conexión Creativa, es decir Cenpro Televisión, una programadora fundada por jesuitas en 1969. Aunque ya tenían cómo hacer el programa, Hernán advierte que los 22 minutos que duraban los capítulos eran hechos con tres millones de pesos actuales. Para tener una referencia, South Park, que usa animación cut-out y les permite reusar mucho material, cuesta entre 500.000 y 1’000.000 de dólares por episodio. Un minuto de Peppa Pig cuesta 5.000 euros. 

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En octubre de 1997, más de un año después de tener listo el piloto, empezaron a trabajar. Por 9’000.000 de pesos al mes, las 30 personas de Conexión Creativa debían hacer 3 episodios mensuales y vivir. Como no tenían plata, los primeros episodios se dibujaron en papel carta común y corriente, que se escaneaba en escáneres normales y sin tiempo de corregir errores.

“El Siguiente Programa se hacía así: a las 6 de la tarde un jueves nos reuníamos a leer el libreto y ese libreto debía estar al aire el viernes de la semana siguiente”. Entonces descansaban el fin de semana y los siguientes 4 días se pasaban en vela animando para tener listo el capítulo. El viernes en Gaira, la oficina de Carlos Vives, se terminaba de editar todo para que saliera al aire horas más tarde. “Empezamos en octubre y creo que tratamos de matarnos a golpes en diciembre del mismo año”, asegura el animador.

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En ese momento decidieron hacer la vaina un poco más llevadera: ahora se harían 3 episodios y se repetiría 1 o se hacía 1 capítulo que fuera solo de crítica a la televisión. Para estos episodios, tenían a un man que grababa 70 horas de programas de televisión a la semana, luego las revisaba y escogía de eso media hora para el programa. El encargado de esta labor fue Jorge Lizarazo, pero el resto del equipo que animaba no fue tan estable. Entre 30 y 40 personas iban saliendo y entrando de Conexión Creativa. “En esa época a muy poca gente le pagaban por dibujar —explica Hernán— y la mayoría eran unos borrachos indisciplinados”. Y, con los tiempos tan estrictos de producción, si alguien llevaba tarde un día, podía joder todo el proceso.

De hecho, Hernán afirma que esto influyó en la poca fluidez que tuvo la primera temporada. Desde la segunda consiguieron un equipo más estable aunque, reconoce, la motivación por mejorar y lograr un producto más pulido surgió siempre de ellos, nunca del presupuesto. La serie se volvió de culto para niños, adultos y para ellos mismos: “el programa salía los viernes en la noche y el lunes la gente seguía hablando de él”. 

A pesar de esto “para nosotros El Siguiente Programa no fue negocio”, afirma Hernán debido a todo el trajín y trabajo que implicó. “Los buenos negocios de El Siguiente programa estuvieron por fuera de la televisión: la venta de cuadernos, de camisetas”. Estuvieron así tres años hasta que Cenpro decidió no seguir con el programa y “la televisión privada ni por el putas iba a seguir con esto. Entonces fue el fin”. Incluso Conexión Creativa intentó seguir con el programa 6 meses más con espacios que les vendió NTC pero, cuenta el animador, “nos pegaron una tumbada ni la hijueputa. Casi desaparecemos en ese momento”. A esta crisis se sumó lo que Hernán define como un lunar en la historia de la compañía: la novela animada Blanca y Pura.

“Le piden a uno que inspire a las futuras generaciones y nuestros discursos no son tan inspiradores, son más bien deprimentes”, bromea Zajec. Conexión Creativa, a pesar de los tropiezos, logró consolidar Betty Toons, la primer serie animada de Colombia que compró Cartoon Network. Luego vendrían otros éxitos con el Profesor Super O y con la película animada Regue Chicken pero, incluso ahora y luego de moverse tanto, les toca como a todos: “son tiempos muy largos entre trabajo y trabajo. Presentar y presentar propuestas hasta que algo salga”.

 

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