Un rito creativo sin sermones
Una entrevista con la caleña Rito sin sermones, ilustradora y muralista cuya obra nos hace recordar a la genial Remedios Varo. “La fantasía es ese recurso narrativo a través del cual puedo representar y dar forma a la realidad de los paisajes interiores, tan emotivos como amorfos”.
Eliana Zapata Arias o Rito sin sermones (@ritosinsermones) es una artista urbana de 27 años nacida en Cali. Al igual que muchas de las personas que practican el muralismo, su cercanía y pasión por el dibujo las fue cultivando desde muy pequeña: desde los dibujos animados hasta la admiración que sentía por su hermana mayor al verla dibujar, fueron partes determinantes en lo que posteriormente sería su propio proceso creativo.
Rito creció escuchando los sermones de su entorno católico, a partir de esa sensación de ahogo emprendió una exploración en el dibujo gracias a la libertad y la flexibilidad que este le ofrecía para expresar sus ideas.
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Jerónimo: Me comentabas que Rito sin Sermones viene de una crianza en un contexto católico lleno de sermones. ¿Cómo crees que esa parte de tu vida ha impactado o influenciado tu trabajo?
Rito: Rito sin sermones nace en el momento en el que procuro preservar la libertad del rito creativo de mis propios símbolos, al distanciarme de los condicionantes del deber ser que conllevan los sermones, con sus correctivos propios del ambiente religioso presentes por tantos años en mi vida.
Siento que mi exploración del lenguaje visual a través del dibujo se ha dado en sintonía con la exploración y reconocimiento de los territorios que habito. Quisiera centrar mi mirada en lo que ocurre afuera, pero por ahora siempre regreso a revisar mis filtros, cada vez con un poco más de atención.
En retrospectiva, en mis momentos creativos aplicaba mucho el automatismo, dejando fluir las líneas y dándoles forma a las figuras que iba encontrando en los conjuntos, un poco como sucedía en mi cotidianidad. Pasado un tiempo de ese ejercicio constante, esas figuras fueron cobrando sentido y empecé a reconocerme un poco allí. Ahora, simbólicamente, veo mi práctica artística un poco como un ejercicio en el que trato de develar las figuras que están proyectando las sombras, las mismas que se me presentaban en ese cúmulo de líneas de mis dibujos automáticos y que tiene sus raíces en la condición accidental del ser humano.
En tus trabajos encuentro personajes recurrentes, ¿cómo trabajas con los personajes en tus diseños?
En mi trabajo son recurrentes las figuras de personajes solitarios que, cuando no tienen la mirada invertida hacia el interior con sus ojos en blanco o soñando, tienen una mirada perdida o el ceño fruncido. El ambiente o los personajes secundarios, según la jerarquía de tamaños, los veo como una exteriorización de lo que ocurre en el interior de ese personaje principal del cuadro; así lo interpreto yo, aunque admite distintas miradas y esa libertad de lectura a la luz de las personas, creo que es de lo más bello del arte.
¿Qué encuentras o ves en la fantasía que te resulta interesante para abordar temas de la vida real?
La fantasía es ese recurso narrativo a través del cual puedo representar y dar forma a la realidad de los paisajes interiores, tan emotivos como amorfos.
Creo que mis composiciones tienen cierta semejanza a la manera en la que se presentan algunos sueños, es algo que quiero explorar cada vez más. Ambientes en los que las leyes físicas se manifiestan diferente, en donde lo pequeño se agiganta, en donde lo salvaje haga parte de la cotidianidad.
¿Cómo definirías tú oficio de muralista?
Siento que nuestra idea de arte está muy institucionalizado y guiado por las dinámicas comerciales, eso le quita lo esencial, lo que conecta a las personas. El arte urbano hace parte de las manifestaciones artísticas y conserva algo muy genuino, cuando se entra en las dinámicas de las galerías, de los museos y de los contactos para lograr exponer, la obra empieza a contaminarse por las tendencias y por lo que está siendo aceptado por los curadores del momento. En cambio, lo que estás haciendo en la calle lo estás haciendo para ti o, todo lo contrario, pensando en dar un mensaje a los demás, todo es válido. Ahí encuentro lo genuino del arte urbano, en su posibilidad de distanciarse de las dinámicas económicas al momento de crear.
Igual, soy consciente de que para lograr proyectos más grandes es necesario mediar intereses. Ahora estoy con un proyecto que se llama la Ruta del Río y nace desde la Mesa Gráfica de Cali. Lo encantador de este proceso es que se está llegando al punto en el que se le da la libertad al artista de manifestar ciertas temáticas y problemáticas que antes eran censuradas. Gracias a la organización de todos los artistas es posible concretar los recursos necesarios para ejecutar estas ideas, en este momento se está haciendo desde la municipalidad y ahí encontramos algo de independencia. Igual, uno siempre se encuentra con esa actitud paternalista del Estado, queriendo controlar lo que se dice y la manera en que se dice.
¿Cómo te ha ido en tu vida laboral como artista?
Hace tres años salí de la universidad y me independicé. He logrado sobrevivir. Hago trabajos por encargo y también a punta de estímulos con la Secretaría de cultura y con el Ministerio de cultura. Todas esas convocatorias me han permitido desarrollar mis intereses artísticos y mis proyectos de investigación personal, sin que estén mediados por las restricciones de las empresas y de los encargos comerciales.
Lo que hago es desarrollar proyectos propios y cada vez que me encuentro con estas posibilidades me presento, mi ideal es que mi proyecto gráfico se logre sostener. Finalmente, no tendría problema en entrar a una galería con mis piezas, mientras eso no implique traicionarme, lo importante es poder seguir viviendo de esto. Poder seguir pintando.
Muro pintado en Duitama Boyacá, 31 de octubre, congreso Alta Presión
¿Perteneces a algún colectivo?
Sí, hago parte de Mala Junta Klan. Una de nuestras primeras piezas fue el muro en Cali se secuestran mujeres. Lo hicimos en la calle quinta que es bien transitada, en esa época estaban apareciendo denuncias y videos en redes sociales de chicas mostrando cómo las perseguían y demás. Nuestra intención fue denunciar y prevenir lo que estaba ocurriendo, señalar esos comportamientos machistas. Otra pintada fue vivas libres, ese lo hicimos durante la época del paro nacional. En la celebración de la legalización del aborto hicimos un muro reivindicando la diversidad.
Al grupo de trabajo pertenece Anto Otoya, Cora, Diana Teca, Nandy Mondragón, Irenenomuerde, Violenta, Canelita, Daniela Negret y Anhell. Creemos en el arte urbano como medio de comunicación popular, Mala Junta Klan alza la voz de denuncia ante problemáticas sociales que atentan contra la libertad. En nuestros muros la transeúnte se encuentra con invitaciones a la sororidad, la resiliencia y la resistencia.
¿Qué elemento crees que define tu proceso creativo?
En mi trabajo, lo que más me mueve a hacerlo es la idea de la fantasía. Yo sé que tenemos suficientes ficciones en este momento, pero lo que me interesa a mí con mi exploración es anclar esos relatos fantásticos con la realidad y con nuestras relaciones: una ficción que amplifique ciertos temas y emociones, a eso apunta la expresión “sin sermones”, es abrazar esas cosas que nos han enseñado a reprochar. Eso es lo que me trama de lo que hago.