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Fotos de Daniel Sierra

Naturaleza Suprema y su rap que cruza fronteras

Aunque estas dos mc’s llevan trabajando por las causas sociales y el hip hop desde hace más de una década, hace cinco años decidieron reunirse para conformar una de las propuestas más poderosas de rap en el país. Con tres discos a sus espaldas y tres giras en Europa se han convertido en un referente de resistencia y denuncia a partir de la música.

Nicolás Gómez / @ngoloospina

Se prenden las luces en Hamburgo. En un bar de al menos 500 personas en el que la mitad son exiliados de sus países Lucia Vargas y Karen Tovar terminan de cantar con lágrimas en los ojos Condenados, una canción que habla sobre el drama del exilio que también conmueve al público. “No quieren entender, la vida se pasa y mi sueño es volver”, dice la canción que escribió Lucía tras un par de giras por Europa donde se estrelló de frente con la migración.

La vida y los viajes unieron a estas dos raperas. En 2015 Lucía se llevó, a una de sus aventuras europeas, a una amiga que tocaba la trompeta y le hacía los coros. Era Karen, a quien había conocido en 2011 durante un festival distrital donde las dos habían sido invitadas como mc’s. Aunque desde ese momento se propusieron trabajar juntas, fue al volver de esa gira cuando decidieron conformar Naturaleza Suprema, uno de los proyectos de rap más poderosos del panorama nacional. 

El nombre lo tomaron del álbum que Lucía promocionaba en el 2015. Tuvieron que escogerlo rápido pues no se habían bajado aún del avión cuando ya habían recibido la invitación a participar como dúo en otro festival y necesitaban un nombre. “El nombre tiene doble sentido. Por un lado, es la reivindicación de esas luchas por la naturaleza. Por otro lado, también es entender a la naturaleza invisible a los ojos como una fuerza interior, que a veces sale en forma de una Sonrisa Insurrecta”, dice Karen haciendo referencia a uno de los álbumes del grupo.

Lucía, siempre tuvo claro que ella no quería “ser calle”. Nacida de una pareja campesina, creció escuchando El Barcino de Silva y Villalba y vio en el hip hop la herramienta para contar la transformación a través de la tierra. Siempre que salía de su colegio en el centro de Bogotá subía a Seki Sano, una casa de teatro encabezada por Patricia Ariza. Fue en este lugar en el que conoció el hip hop y a la rapera y gestora Diana Avella, quien se convirtió en una compañera de discusiones y rimas y con quien fundaría el grupo Por Razones de Estado, influenciadas por sus lecturas de Noam Chomsky. 

Por su parte Karen, optómetra, tras cinco años en el conservatorio de música de la Nacional interrumpidos por una lesión que no le permitió seguir tocando trompeta de manera constante, encontró en el rap que hacían sus vecinos en Ciudad Bolívar una forma de regresar a hacer música y contar sus vivencias. Empezó a ganar notoriedad con su grupo A la intemperie, donde se hablaba del barrio con un estilo más tradicional tanto en sus formas como en sus letras. 

Es curioso que siendo tan diferentes logren sacar composiciones tan coherentes. Todas las canciones las escriben entre las dos. Primero determinan la temática de la canción para estar en la misma onda. “Lo primero que yo escribo siempre termina siendo un coro así no lo quiera”, cuenta Karen entre risas. Lucía, por su lado, escribe siempre pensando en que cuando alguien no piensa como uno, o al menos no puede entender cómo piensa uno, es porque tiene que aprender más argumentos que puedan llegarle a esa persona, así que intenta sorprender con argumentos al oyente de sus canciones.

Esta amalgama de experiencias y más de diez años trabajando juntas en diferentes proyectos les ha demostrado que el rap ha evolucionado lo suficiente para no verse limitado por lo que cada compositor vive. Los temas de Naturaleza Suprema no colindan con las del rap tradicional. De hecho, se desmarcan de la calle, el barrio y las vivencias propias para hablar de problemáticas ambientales y sociopolíticas como la isla de basura del Pacífico o las Mantas Negras, un grupo de mujeres que caminan por Colombia para visibilizar el hambre en la Guajira.

“Se trata más de algo que uno quiere compartir para que se conozca. Nosotras escribimos una canción sobre las Mantas Negras, pero no estamos ahí”, dice Lucía. Cuentan que el asunto no se queda solo en la composición, sino que pasan a la acción a través de aportes en alimentos o tejiendo redes de apoyo que llegan hasta Europa. “Hablamos de problemas ambientales y por medio del hip hop podemos llegar a otros grupos que normalmente no tendrían eso presente en sus conversaciones”, dice Karen.

Este fue el caso con las Mantas Negras para quienes decidieron coordinar un festival en Bogotá con apoyo de la Revolución de la Cuchara y en el que se recolectaron diez toneladas de alimentos para enviar a La Guajira. “Pareció fácil recolectarlos, pero enviarlos era otro rollo. Nos tocó mandarlos con una excursión del Minuto de Dios”, cuentan.

Aunque han tenido apoyo de la escena del hip hop nacional aseguran que es “muy difícil pegar acá en Colombia”, entre otras cosas, quizá porque su música sigue siendo de nicho debido a las temáticas que aborda. “En Europa la gente apoya más y el idioma no es una barrera, se valen de traductores, videos y hasta se acercan a preguntar cómo pueden ayudar”, comenta Karen. Por ejemplo, en su tercera gira por Europa en el 2017, presentaron antes de sus conciertos un documental francés sobre la guardia indígena en el Cauca, llamado Tierras Tomadas, con el fin de recaudar fondos para enviarles a la guardia.

Sin embargo, esos temas también las han acercado a grupos de otros géneros como Skartel, Asilo 38 o Resplandor, con quienes también han girado encontrándose con una escena mucho más cercana al punk o al hardcore. Sin embargo, Lucía veía en ese parche mucha incoherencia y recuerda que en una de esas marchas contra Monsanto se sintió agobiada y decidió ir en busca de otra respuesta.

Así fue que Lucía entró a vivir en una aldea por un tiempo, “eso cambió mi vida personal pero no mi ideología. Yo sigo presente en las marchas y caminando con el pueblo. Entiendo ahora la incoherencia de otra forma, al menos esos amigos que yo veía incoherentes estaban intentando cambiar algo”, cuenta.

Si bien Karen, ha moldeado muchas de sus prácticas para que concuerden con las de su compañera, dice entre risas que si bien ha sido difícil adaptarse al vegetarianismo de 'Lucha' es más complicado de conciliar las prácticas de su trabajo con el grupo. Es difícil pues trabaja en una clínica de oftalmología donde a duras penas logra hacerse de tiempos libres para ensayos y espacios de composición pero que le permite ausentarse para irse de gira. 

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Y es que, sin duda, Lucía le ha mostrado a su amiga una nueva forma de entender el mundo. Karen, una sneakerhead de manual, nunca se había enfrentado a la realidad de inmigración desde una posición crítica. Incluso con un padre que vive en Estados Unidos de manera ilegal, ella sabía que su padre había tomado la decisión en busca de mejores oportunidades, pero no se había dado cuenta de que, generalmente, la gente no sale de su país porque le da la gana. Incluso, si no fuera por esas giras y su proyecto artístico no hubiera podido conseguir una visa para poderlo visitar por primera vez en 20 años.

Esta amalgama de dos mundos distintos que es Naturaleza Suprema lleva cinco años apostándole a un rap que quiebre las fronteras del sonido y la apreciación para meterse de lleno a las causas con las que está comprometido. Con una discusión que abarca escenarios más allá de lo inmediato que está cansada de la forma en que tratamos a la tierra y como nos tratamos entre nosotros.

Si quedo antojado puede escuchar su música aquí.

 

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