La reflexión gráfica en la obra de Secreto Rebollo
Las piezas cargadas de realismo de este artista mexicano sorprendieron en el Ruda Fest 2019, donde brilló por su versatilidad con la lata y el gran formato. Influenciado por el entorno religioso en el que creció y así como por la calle que creció haciendo vandal, su obra explora asuntos como la fe o el aprendizaje en un esfuerzo por poner a reflexionar a sus espectadores.
América Latina es un territorio con un fuerte arraigo religioso debido a la colonización española. México es uno de los países en los que más evidente se hace esta influencia gracias a la población y sus costumbres, pues aproximadamente el 83% de sus habitantes profesan el catolicismo, siendo el segundo país en el mundo con más fieles a esta religión detrás de Brasil. El sincretismo que revelan figuras como la Santa Muerte a la que rinden culto muchas personas en el país azteca, así como otras prácticas religiosas, evidencia cómo los mexicanos viven constantemente en un entorno permeado por la religión católica.
En ese contexto fue criado José Rebollo (33 años), un artista plástico nacido en Guadalajara cuya obra está atravesada por pinceladas de religión. A partir de esta influencia, este creador ha experimentado con símbolos y un lenguaje iconográfico religioso asuntos como la fe, el dolor o el aprendizaje.
Tocar mi herida para creer en mí
“La pieza llamada Tocar mi herida para creer en mí, está basada en un pasaje bíblico donde Santo Tomás se encuentra a Jesús resucitado y duda que sea él, así que Jesús lo invita a sentir la herida de su costado con los dedos para que constate que efectivamente lo es. Esta pequeña historia me lleva a la idea de que a veces es necesario tocar donde duele para saberte, para asegurarte que efectivamente eres tú. Es una obra que habla sobre el autorreconocimiento y que en ocasiones aceptarte duele”, explica. Desde 1996 este artista urbano da de qué hablar con sus intervenciones, las primeras de ellas ejecutadas bajo las lógicas del grafiti ilegal.
Armas de construcción másiva
De su infancia recuerda que no era bueno para juegos como el fútbol o las canicas, usuales entre los niños de su generación. El paso de los años lo llevó a estudiar contabilidad, pero la frustración con esta carrera lo hizo tomar quizá la decisión más importante de su vida: estudiar arte. “Tras una mala racha con la pintura intenté obtener trabajo en un almacén y no fui capaz de conseguirlo. Creo que ahí la vida fue muy clara. No sirvo para nada más que pintar así que me dejé llevar”, cuenta. El seudónimo con el que firma su trabajo y con el que es conocido en la escena del street art es Secreto Rebollo, apodo que le asignó su hermano mayor cuando le contaba acerca de sus andanzas como tagger en la calle. José nunca le dijo nada a su madre respecto a estas aventuras, razón por la cual desde los ocho años su hermano lo llamó así, ayudándole a forjar una identidad que hoy en día ha alcanzado diferentes rincones del planeta.
Corazón
La evolución de Secreto ha sido constante, no solo en lo técnico sino también en lo conceptual. Cuando empezó a pintar ilegalmente lo hacía con el fin de contribuir a esa “galería urbana” que se cruzaba a diario en sus recorridos en el transporte público. Le resultaba muy entretenido ver piezas de escritores locales y sentir la calle como los pasillos de una galería. Sin embargo, cuenta que, a raíz de una invitación que le hicieron para pintar un muro comunitario, el ejercicio de entablar una conversación con los vecinos, involucrarse y enterarse de las problemáticas le hizo comprender que el arte urbano es una herramienta importante para generar tejido social.
A la izquierda 'Asunción' y a la derecha 'Ciego'. Óleo sobre lienzo.
“Cada pieza tiene su propio objetivo pero el común denominador es que me tomo muy en serio la lucidez del mensaje. Busco la manera más sencilla y clara de comunicar pero sin ser panfletario. Lo que yo quiero provocar en la gente es la reflexión. Me gusta que se detengan un momento frente al muro y se pregunten el porqué, el cómo y el para qué, esperando que generen una opinión personal”, dice.
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Pese a que la obra de Rebollo no suele tener una carga política, ha desarrollado algunos proyectos murales en donde hay tintes del tema. Horizonte, por ejemplo, fue un mural que hizo a raíz de una problemática con el transporte público en el municipio de Tlajomulco, en Jalisco. La otra Patria, es una alegoría a La Patria del pintor muralista mexicano González Camarena. Así mismo, para un proyecto llamado Libertadores Latinoamericanos, Secreto llevó a cabo un mural en el que homenajeó a Salvador Allende, un personaje con el que, asegura, se identifica ideológicamente.
Salvador Allende
Aunque la abstracción siempre ha estado presente en el trabajo de este artista, con la evolución de su obra ésta se ha convertido en un buen complemento. “Siento que sigo jugando un poco con la abstracción aunque no sea de manera pura, pero mis bases son las mismas que en un principio. Suelo recurrir a ciertos ángulos o detalles en zoom que resalten el punto que creo importante ya sea una parte de la figura humana o un objeto”, dice.
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Si bien el grafiti vandal fue lo que lo incitó e introdujo en este mundo, Secreto tiene claro que no ve problema en las pintadas comisionadas, pues las considera un buen ejercicio de entrenamiento técnico. “Técnicamente no viene mal a los colegas que van empezando y qué mejor que un poco de plata para incentivar a que sigan. Sin embargo, me parece importante que se genere la conciencia de que es muy diferente vender un poco de tu tiempo [en una comisión] a vender quién eres tú como artista”, señala.
Secreto junto a su obra 'Plegaria'
Recientemente Secreto estuvo participando en el festival Ruda Fest 2019 en Bogotá, en el que tuvo la oportunidad de experimentar algo poco común: tener como lienzo una alfombra. Durante el festival, además, compartió con grandes referentes internacionales como The Caver (Portugal), Squid Licker (Estados Unidos), Manifiesto79 (Colombia) y Cloakwork (Malasia). “Ruda Fest es un proyecto muy interesante gestionado por grandes mujeres (Ledania, Goma y Ambs) que dan forma a su creatividad, siempre con la visión de explorar cosas nuevas. Honestamente fue una gran primera impresión de Colombia y terminé enamorado de sus colores, sabores y calidez humana”, asegura este artista que ha tenido la oportunidad de llevar su obra a países como Chile, España, Francia e Italia.
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Por el momento Rebollo quiere sentarse a trabajar más en su taller, pues explica que hace tiempo no se detiene a escucharse y entender sus nuevas ideas. “El trabajo en caballete me sirve mucho para meditar. Respecto al futuro siempre me he guiado por una frase que se dice acá [en México]: “le doy pa´ donde apunte el huarache”, así que no me preocupo”, sentencia este artista quien es enfático al decir que sigue con ojos de alumno buscando aprender de amigos tanto fuera como dentro del arte.
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